Lo reconozco: me encanta crear. El material no importa; puede ser un cactus de fieltro, unos pendientes originales o un llavero de arcilla. Mis compis de Atrápalo lo saben. Por eso, para mi cumpleaños me regalaron un curso de cupcakes “made in USA”.

Y allí estaba yo entre mangas pasteleras y delantales, un poco cohibida en mi primer curso de cocina y alucinando con el chef y su velocidad al cascar huevos.

Los diez asistentes nos fuimos poco a poco quitando la pereza, y mientras nos reíamos de las bromas de nuestro maestro pastelero, pesábamos y mezclábamos los ingredientes.

¿Resultado? Dos hornadas de cupcakes: unos con vainilla y mermelada de fresa, y otros, de un chocolate cuyo penetrante olor ya alimentaba.

Y entonces llegó la mejor parte: ¡el “momento arco iris”!

Empezamos a hablar de colorantes, de azúcares y de virutas de colores, y manga pastelera en mano nos pusimos a decorar los cupcakes con colores y formas dignas de las mejores esculturas.

Se respiraba creatividad (bueno…¡y chocolate!). ¡Y no os podéis imaginar lo buenos que estaban esos cupcakes!

Ahora que ya me los sé preparar puedo cocinar, inventar, decorar y comer cuando me apetezca. Y todo gracias al curso, a la manga pastelera y al chef experto en cascar huevos.

Pero esto ya está hecho. ¡Ahora voy a ver qué otro curso quiero probar! ¿Os apuntáis? :)

Lo reconozco: me encanta crear. El material no importa; puede ser un cactus de fieltro, unos pendientes originales o un llavero de arcilla. Mis compis de Atrápalo lo saben. Por eso, para mi cumpleaños me regalaron un curso de cupcakes “made in USA”.

Y allí estaba yo entre mangas pasteleras y delantales, un poco cohibida en mi primer curso de cocina y alucinando con el chef y su velocidad al cascar huevos.

Los diez asistentes nos fuimos poco a poco quitando la pereza, y mientras nos reíamos de las bromas de nuestro maestro pastelero, pesábamos y mezclábamos los ingredientes.

¿Resultado? Dos hornadas de cupcakes: unos con vainilla y mermelada de fresa, y otros, de un chocolate cuyo penetrante olor ya alimentaba.

Y entonces llegó la mejor parte: ¡el “momento arco iris”!

Empezamos a hablar de colorantes, de azúcares y de virutas de colores, y manga pastelera en mano nos pusimos a decorar los cupcakes con colores y formas dignas de las mejores esculturas.

Se respiraba creatividad (bueno…¡y chocolate!). ¡Y no os podéis imaginar lo buenos que estaban esos cupcakes!

Ahora que ya me los sé preparar puedo cocinar, inventar, decorar y comer cuando me apetezca. Y todo gracias al curso, a la manga pastelera y al chef experto en cascar huevos.

Pero esto ya está hecho. ¡Ahora voy a ver qué otro curso quiero probar! ¿Os apuntáis? :)