Andorra es el destino pirenaico por excelencia. Pero no te equivoques. Este pequeño país tiene muchas más cosas que montaña.

Yo he ido a Andorra en verano y he acabado con agujetas hasta en los párpados. Después de disfrutar de la naturaleza de este pequeño país estuve unos cuantos días en los que apenas podía moverme. Iluso de mí, pensaba que aquel plan tranqui que siempre hay cuando uno viaja –hacer un recorrido cultural– iba a ser propicio para mitigar las consecuencias de mi sobreesfuerzo tras subir las montañas de Andorra. De esos donde descubres cientos de curiosidades sin la necesidad de moverte demasiado. Já. Pobre ingenuo. Andorra tiene tantas cosas para ver durante el verano que subir a una montaña a la pata coja te parecerá un juego de niños.

Museos para todos los gustos

Yo soy de aquellos a los que les cuesta entender el arte. He estado delante de cuadros girando el cuello hacia un lado primero y hacia el otro después, en un frustrado intento de entender algo. Al final siempre termino con un susurro ignorante: “a mí que me lo expliquen”. El nuevo Museo de la Baronesa Thyssen es uno de esos espacios estilosos donde renuevan constantemente sus exposiciones. Ahora acoge importantes obras de arte de la colección del barón Thyssen Bornemisza y sus herederos. Además, está ubicado en el majestuoso hotel Valira de Andorra la Vella, el típico lugar idóneo donde subir foto a Instagram y certificar lo que todo el mundo ya sabe: mis supuestos aires de superioridad. Y además con un comentario que es comodín para cualquier exposición, aunque no tengas ni pajolera idea: “cuánto matiz”.

Pero Andorra tiene todo tipo de museos, hasta para gente “pragmática” como yo.  Después de salir del Thyssen pensando en que quizá ya iba siendo hora de aprender un poco sobre arte, me fui a algunos más terrenales: el Museo de la moto, el nacional del automóvil y el World Champions by 99 impulsado por Jorge Lorenzo, un nuevo centro con piezas exclusivas donadas por el campeón del mundo de MotoGP. Y si todavía te quedan fuerzas, puedes realizar el itinerario Hábitat Rural, que consta de tres casas museos donde conocer de primera mano las costumbres de los antepasados andorranos.

¡Cómo voy a decir que no al folklore! 

A mi es que me va el folklore. Por eso, a pesar de las agujetas, no puedo evitar quedarme en el hotel si escucho que hay una fiesta cerca. Demasiada tentación. Ahora que se acerca junio, es totalmente recomendable asistir a la fiesta de las Fallas y los Fallaires. Es el 23 de junio, el día de San Juan. Para alguien como yo, acostumbrado a quemar unos palés en su barrio y saltar el fuego, es increíble ver cómo los lugareños de allí forman espectaculares bolas de fuego para celebrar el solsticio de verano. En realidad son ruedas encendidas que hacen girar con frenetismo formando un espectáculo visual que te hará olvidar las agujetas por un instante.

Y no te preocupes por el día siguiente. Si ya estás muy cansado entonces llegó la hora de que te rindas y conozcas rutas culturales con el bus turístico de Andorra La Vella. A veces hay que saber aceptar que uno no da para más y que no está mal dejarse llevar. El bus turístico de Andorra es una maravilla. Siete itinerarios temáticos distintos: arte románico (Andorra tiene más de 40 iglesias construidas en este estilo artístico medieval) tradiciones, oficios, etc. y rodeado de paisajes increíbles. Y lo más importante, pegado a un asiento confortable para descansar el cuerpo de la noche anterior.

Primero llenar las bolsas…

Qué peor para las agujetas que pasarte toda una mañana comprando. Pero a quién se le ocurriría ir a Andorra y no aprovechar para hacerlo. Joyas, ropa, relojes, electrónica… Yo he venido de Andorra con más tecnología que Mediamarkt. Y si también quieres traer productos típicos, pero tienes demasiada facturación con todo lo que has comprado, siempre puedes comértelo todo. No es difícil en Andorra. Carne andorrana de potro o de ternera, plantas aromáticas y hierbas medicinales para infusiones, mermeladas ecológicas de todo tipo, vinos, licores… A mí los souvenirs gastronómicos no me llegaron ni al aeropuerto. Cuando regresé a casa los únicos recuerdos que traje fueron imanes para la nevera. ¡Y porque no se podían comer!  

… Y después el estómago

Tengo una propia tradición innegociable. Después de ir de compras siempre me voy a comer como un auténtico marqués. Qué mejor que llegar cargado de bolsas a un restaurante, dejarlas en un asiento, y ponerte a comer en su terraza un chuletón de potro mientras contemplas un imponente valle. Y todo acompañado de un buen vinito de alto montaña. Otra vez mis aires de superioridad. Foto a Instagram… ¡Envidiadme, infelices!

Si esto no acaba con tus agujetas…

Y ahora sí que sí. Como colofón a días tan extraordinarios de rutas culturales, museos, compras y chuletones, llegó el momento que más deseaba: el relax. Burbujitas, ¡venid a mí!

Mi única preocupación aquella tarde fue contemplar cómo se me iban arrugando los dedos de los pies. Chicos, teneis que ir a Caldea. Yo no sabía que hubiera tantas modalidades de baño y cuidados hasta que fui a este balneario. Baños indorromanos, vaporización, luz de Wood, baños aztecas… desconocía la mitad. Pero lo mejor es que lo descubráis por vosotros mismos. ¡Cuanta felicidad! Parecía un sireno en baja forma deslizándome jubiloso entre las aguas termales.

También tenéis que saber que hay una zona para niños, con espectáculos de luces y sonidos inclusive, y una laguna exterior con vistas a la montaña. En serio, tus seguidores te van a acabar odiando.

© Turismo de Andorra

Esta es la guinda del pastel a unas de las vacaciones más completas que puedes tener en verano. Eso sí, prepárate para tener alguna agujeta que otra. Porque si pensabas que la naturaleza de Andorra era lo más exigente, ¡sorpresa! no podías estar más equivocado. Pero ¿qué sería de la vida si algún día dejáramos de sorprendernos?

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No hace muchos años descubrí que Ginebra era también una ciudad. Fue entonces cuando empecé a viajar para curar un poco mi ignorancia. Todavía sigo en ello.