Hay regresos esperados, como el de la segunda temporada de “Stranger Things” o la Champions, y otros que nos aguardan a nosotros y a los que inevitablemente estamos destinados. Ya nos podemos poner de cara o de espaldas que, si es septiembre, toca vuelta al cole.

Estamos hablando de un concepto que va más allá de los niños y las niñas en edad escolar. “Vuelta al cole” significa el fin del verano, la entrada en los meses lluviosos, el regreso al trabajo, el declive por acumulación de ropa de abrigo del #Freenipple, la ilusión por los fines de semana, la realidad del extracto de la VISA de las vacaciones y la depresión del domingo por la noche. También, puede significar el empuje para volver al gimnasio, el inicio de aquella colección de miniaturas de té victorianas del quiosco con la que hasta ahora nunca habías soñado, el disfrute del nuevo catálogo de IKEA o el estreno de la temporada de chocolate con churros.

Y es que todos volvemos al cole. Eso sí, cada uno, a su manera.

La vuelta al cole de las madres, padres y tutores legales

Homero nos hizo creer que a nadie se le había hecho tan largo un regreso como a Penélope. Eso hace sospechar que no tenía ningún vástago en edad escolar. Casi tres meses de vacaciones son los que hacen los futuros mecánicos, ingenieros, médicos y youtubers destinados a pagar nuestras pensiones. Casi tres meses de padres y madres conviviendo con adorables gizmos al acecho para convertirse en gremlins en cualquier momento. Lo que se empieza con energía a finales de junio, acaba convirtiéndose en pánico cuando llega el 1 de septiembre y te das cuenta de que, por mucho que insista el Corte inglés, aún faltan dos semanas para la auténtica vuelta al cole. Hay corredores que han sufrido menos haciendo los últimos diez kilómetros de un Ironman que un padre o madre estos 15 días.

Pero se aguanta, y, un día, nuestros pequeños cruzan la puerta del cole y, aunque debamos volver al trabajo, podemos encontrar un momento para disfrutar de unas minivacaciones en las que solo se acepten adultos. Es el momento del relax y de darse un capricho.

La vuelta al cole de los universitarios

Tal vez una de las mejores vueltas al cole que existan es la del universitario. Sí, se tendrá que buscar un lugar tranquilo para estudiar en algún momento, pero por lo demás, lo importante es encontrar bares con wifi para poder reunirse para hacer los trabajos, restaurantes económicos para cuando se vaya a cenar con lo compañeros y locales para salir los jueves por la noche. Porque solo cuando se es universitario se cumple con la sentencia (no queda claro si lo dijo Josep Pla, Oscar Wilde o Miguel de Unamuno) de que “los jueves son los nuevos viernes”.

La vuelta de los que trabajan

No se tienen niños al cargo. Para estas personas, tal vez el año empiece el 1 de enero y no el 15 de septiembre, pero también sufren en silencio el efecto “vuelta al cole”. De repente, se apodera del espíritu una euforia, sí, euforia, que nos empuja a soñar con hacer talleres y cursos para ampliar la formación y, sobre todo, para disfrutar aprendiendo más cosas sobre los propios hobbies. Hay actividades en muchos horarios y de todos tipo. Igual, ha llegado el momento de lanzarse a escribir, de aprender nuevas técnicas para hacer un DIY o de cocina mejicana.

Fotos: CC0 License

Hay cosas que sabemos que se repetirán como el enésimo robado de fotos de Emily Ratajkowski (¿pero que contraseña tiene esta chica en el iClud: 123456?) o la vuelta al cole. Teniendo en cuenta que no lo podremos evitar, es mejor asumirlo y disfrutar de lo que viene, porque llegó la hora de volver y queremos hacerlo por todo lo grande.

Estamos hablando de un concepto que va más allá de los niños y las niñas en edad escolar. “Vuelta al cole” significa el fin del verano, la entrada en los meses lluviosos, el regreso al trabajo, el declive por acumulación de ropa de abrigo del #Freenipple, la ilusión por los fines de semana, la realidad del extracto de la VISA de las vacaciones y la depresión del domingo por la noche. También, puede significar el empuje para volver al gimnasio, el inicio de aquella colección de miniaturas de té victorianas del quiosco con la que hasta ahora nunca habías soñado, el disfrute del nuevo catálogo de IKEA o el estreno de la temporada de chocolate con churros.

Y es que todos volvemos al cole. Eso sí, cada uno, a su manera.

La vuelta al cole de las madres, padres y tutores legales

Homero nos hizo creer que a nadie se le había hecho tan largo un regreso como a Penélope. Eso hace sospechar que no tenía ningún vástago en edad escolar. Casi tres meses de vacaciones son los que hacen los futuros mecánicos, ingenieros, médicos y youtubers destinados a pagar nuestras pensiones. Casi tres meses de padres y madres conviviendo con adorables gizmos al acecho para convertirse en gremlins en cualquier momento. Lo que se empieza con energía a finales de junio, acaba convirtiéndose en pánico cuando llega el 1 de septiembre y te das cuenta de que, por mucho que insista el Corte inglés, aún faltan dos semanas para la auténtica vuelta al cole. Hay corredores que han sufrido menos haciendo los últimos diez kilómetros de un Ironman que un padre o madre estos 15 días.

Pero se aguanta, y, un día, nuestros pequeños cruzan la puerta del cole y, aunque debamos volver al trabajo, podemos encontrar un momento para disfrutar de unas minivacaciones en las que solo se acepten adultos. Es el momento del relax y de darse un capricho.

La vuelta al cole de los universitarios

Tal vez una de las mejores vueltas al cole que existan es la del universitario. Sí, se tendrá que buscar un lugar tranquilo para estudiar en algún momento, pero por lo demás, lo importante es encontrar bares con wifi para poder reunirse para hacer los trabajos, restaurantes económicos para cuando se vaya a cenar con lo compañeros y locales para salir los jueves por la noche. Porque solo cuando se es universitario se cumple con la sentencia (no queda claro si lo dijo Josep Pla, Oscar Wilde o Miguel de Unamuno) de que “los jueves son los nuevos viernes”.

La vuelta de los que trabajan

No se tienen niños al cargo. Para estas personas, tal vez el año empiece el 1 de enero y no el 15 de septiembre, pero también sufren en silencio el efecto “vuelta al cole”. De repente, se apodera del espíritu una euforia, sí, euforia, que nos empuja a soñar con hacer talleres y cursos para ampliar la formación y, sobre todo, para disfrutar aprendiendo más cosas sobre los propios hobbies. Hay actividades en muchos horarios y de todos tipo. Igual, ha llegado el momento de lanzarse a escribir, de aprender nuevas técnicas para hacer un DIY o de cocina mejicana.

Fotos: CC0 License

Hay cosas que sabemos que se repetirán como el enésimo robado de fotos de Emily Ratajkowski (¿pero que contraseña tiene esta chica en el iClud: 123456?) o la vuelta al cole. Teniendo en cuenta que no lo podremos evitar, es mejor asumirlo y disfrutar de lo que viene, porque llegó la hora de volver y queremos hacerlo por todo lo grande.

mm
Solo llego puntal cuando voy al cine, no sé resistirme a un mal plan y soy tan inútil orientándome que me perdería en mi propio museo. Espero que algún día declaren las patatas chips pilar de la dieta mediterránea. Me acompaña un ratón vaquero de nombre Cowmouse.