Si eres un viajero insaciable, seguro que más de una vez te has adentrado en algún pueblo perdido para explorar qué se cuece en su interior. Y es que no hay nada mejor que descubrir costumbres típicas de un lugar, que para unos son rutinarias mientras que para otros resultan algo completamente extraño y casi ilógico, pero justo por eso apasionante. Un ejemplo de ello es la Fiesta Medieval del Fuego que celebran en Forcall, un pueblo de la Comunitat Valenciana, conocida como Santantonà.

Llegas en coche a Castellón y Google Maps te lía más de la cuenta, mientras ves que “la bolita azul” se ha vuelto loca. Estás perdido; ha llegado el momento de explorar a lo loco, sin mapas ni hojas de ruta, ni siquiera tienes una brújula. Pero perder el norte en este tipo de situaciones es lo que le da sabor a un viaje. Un cartel que te indica que acabas de llegar a “Forcall”, te da la bienvenida. “Suena bien”, piensas, “podemos pasar el día aquí”. Entonces ves a dos hombres vestidos con trajes blancos y dibujos de lo más extraños que llevan un cencerro muy grande que suena por todo el pueblo anunciando la construcción de una barraca. Te dan ganas de preguntarles: “Are you from the past?”

Sin saberlo, acabas de entrar en un pueblo donde el caos y la locura están a la orden del día, y tú, con tus jeans y tu abrigo marinero, paseas por allí como un auténtico guiri francés de aquellos que van con calcetines y chanclas. Cantas más que un tenor en el Liceo. Mientras te tomas algo en un bar de la plaza del pueblo, observas cómo un conjunto de personas cargan con un gran árbol a cuestas, al que llaman Maio. Lo colocan en el centro de la plaza y lo rodean con troncos más pequeños, formando una especie de barraca.

Y es que el fin de semana más cercano al 17 de enero se celebra en Forcall la fiesta de San Antonio Abad, conocida como Santantonà, donde el fuego y el caos son los protagonistas de una celebración que hace viajar a cualquiera a la Edad Media. Una especie de lucha entre el bien y el mal, organizada por la Cofradía del lugar, se apodera del pueblo y de todos sus habitantes durante dos largos días y sus noches en las que aparecen todo tipo de personajes, conocidos como “els Cremallers”, que llevan el fuego, “el Despullat” que es el líder de los “Botargues” o demonios, la “Filoseta” y los Santos, entre otros.

Se llevan a cabo todo tipo de actuaciones, que van desde una representación teatral sobre la vida del santo, hasta una gran cabaña hoguera de un tamaño considerable, pasando por elementos de carnaval, pirotecnia, música, baile y gastronomía entre muchas otras. Se trata de una fiesta con vida propia, donde muchos participan, siguiendo la tradición de sus ancestros.

El punto culminante sucede cuando los “Botargues” llegan a la barraca y prenden fuego a la gran torre de ramas iluminando cada rincón del pueblo. “Els gaiters” y “tabalers” tocan sus tambores anunciando la muerte de San Antonio, provocando que los demonios mueran y el Santo resucite. El cielo se inunda de fuegos artificiales y mientras una nube de fuego lo cubre todo, la gente desfila rezando y pidiendo todo tipo de deseos. Y tú, cuando llega ese momento ya no recuerdas ni cuándo ni cómo llegaste a ese pueblo pero te encuentras rezando debajo de una hoguera, pidiendo a San Antonio que te conceda muchos pueblos más por visitar, porque te has dado cuenta de que no hay mejor terapia que un navegador roto en mitad de Castellón.

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Amante de la música y las letras desde que tengo uso de razón, sueño con aprender todos los idiomas del mundo antes de los 30. No hay puzzle que se me resista, y tengo siempre las maletas listas para salir a la aventura. Las tres veces que he estado en África, he querido quedarme.