Se habla poco de los que queremos hacernos los mochileros y no hemos nacido para ello… Un momento, ¿lo de viajar con poco equipaje nace o se hace? Valga esta guía para urbanitas para que unos cuantos logréis haceros uno de ellos.

O lo que viene siendo lo mismo: cómo atajar el drama de los que somos muy de llevar una buena maletorra cuando nos vemos ante el reto de un viaje “en plan mochilero”. Los del baúl de la Piquer, sí esos. Porque todo tiene su truquillo, el librillo de cada maestrillo y esas cosas…

Un momento, ¿he dicho drama? Prohibido. Me niego. No puede ser un agobio la idea de ir ligera de pertenencias a la Conchinchina. No, no y no. ¡Que me reseteen la cabeza ahora mismo! ¿Será posible? Voy a repetir como un mantra “esto no me estresa, esto no me estresa”, y se hará realidad. ¡Qué narices! Que yo no me tenía a mí misma por apegada a lo material. Tengo el billete al destino soñado, solo necesito salud y energías para patear.

Combate los síntomas

Cada vez que dejes de hacer un plan los días antes del viaje por “quedarte pensando en la maleta”; cada ocasión que te veas a ti mismo en un bucle de pensamientos sobre qué llevar; cada día que te sorprendas procrastinando lo único que tienes que hacer ya de cara al viaje (es decir, la mochila)… En todos esos momentos, respira, toma aire, y odiate un poco a ti mismo por sucumbir a tal memez. Cuando ya hayas ejercido la auto-humillación unas cuantas veces, entonces, anímate a ser capaz de quitarle hierro al asunto y ponte a preparar tu equipaje con sangre fría.

Cuestión de números

Sí, estoy hablando de contar. Coger el número de días y pensar papel y boli en mano en cuántas camisetas, pantalones cortos, largos, y unidades de ropa interior necesitas. Añade alguna cosita más así en plan modelete para la noche por si surge alguna cena o salida un poco más peripuesta. Y piensa que puedes lavar sobre la marcha en cualquier sitio. Solo tienes que dejar espacio para un detergente pequeño, de esos tamaño viaje. Tampoco pierdas de vista que en casi todos los destinos vacacionales vas a tener a tu disposición algún servicio de lavandería. ¡Eso es mucho mejor que ir cargando con una maleta infumable llena de trapitos variados, alma de cántaro!

¿Qué llevar? Mejor empezar por qué no llevar

Esas camisetas que no pegan entre sí. Ese vestido que no te acaba de convencer pero que “total, pega un montón para este viaje”. Toda esa ropa nueva que has ido adquiriendo recientemente y que estás deseando lucir. ¡NO! Todo eso no te lo tienes que llevar. Déjate de rollos y llévate prendas versátiles, útiles, con las que estés a gusto y que te hagan buena labor. Vas a utilizarlas mucho, ¡necesitas sentirte cómodo y en confianza de la idoneidad de las cosas que tienes disponibles!

No pasa nada porque salgas en todas las fotos prácticamente con la misma ropa

Pasa de falsos mitos

Mira, no. No pasa nada porque salgas en todas las fotos prácticamente con la misma ropa. Nadie se va a dar cuenta. ¡No te vas a dar cuenta ni tú! No le importa a nadie, es una nimiedad, da exactamente lo mismo. Es tan banal que darle la menor trascendencia resulta hasta absurdo. Aquí lo importante es que vas a explorar esos bellos e interesantes parajes. Necesitas ropa que cubra tu piel. Punto, y nada más.

Pero tampoco te dejes ninguna de estas cosas…

No por ahorrar espacio me vengas ahora sin protector solar, o sin alguna de las cosas que necesitas para tu higiene personal y botiquín. De hecho, estas son las cosas que tienes que meter. Un chubasquero nunca viene mal. Algo para cubrir el cuello. Un sombrero. Gafas de sol. Un libro, el antifaz, cepillo de dientes, ¡hay cosas que no hace falta decirlas, por favor! Y para los pies, dos pares de calzado cómodo, y unas chanclas mínimo.

Lo de las chanclas lo vas a agradecer vayas en invierno o en verano, a hotel o a albergue, o incluso a casa de tu tía Enriqueta. Dame una chancla y me sentiré como en zapatillas de andar por casa allá donde esté. Otra cosa imprescindible, si vas a un lugar donde lo recomienden, es repelente de insectos. Mételo en grandes cantidades, en esto está prohibido escatimar.

¡Ah! Y déjate un hueco para algún regalito

Que luego bien que nos gusta comprar souvenirs para regalar o regalarnos a nosotros mismos. Puedes meter alguna tote bag de estas que nos dan en festivales o similar. La llevas vacía, te será muy práctica durante el periplo, y probablemente te la traigas de vuelta con alguna cosilla.

Aunque lo que más traerás a tu vuelta son recuerdos imborrables de estupendos momentos en tu memoria (algunos de ellos captados por la cámara de tu móvil y subidos a Instagram, eso fijo). Y el gusto de pasearte por el aeropuerto sin tener que facturar. Deshacerte de esa incertidumbre de a ver si sale la maleta por la cinta del aeropuerto o no.

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No tendrás la imagen de ti mismo arrastrando pesadísimas maletas que hacen infumable cada trayecto. Ni te dolerá la espalda lo más mínimo por haber cargado peso excesivo. Menos es más, mucho más. Y si eres carne de maleta tipo tumba de Tutankamón te reto desde aquí a que en tu próximo viaje hagas el esfuerzo y… ¡no factures!

mm
Henar con H de hedonismo. Recomendadora profesional. Muchos años enviando a gente a los sitios adecuados. Camino por la vida en una eterna vacación (o eso intento). Profesional camaleónica, soy periodista, consultora de comunicación y gestora cultural freelance. No conoces a nadie a quien le flipe más Madrid (y mi barrio, Antón Martín). Cine, música, arte, ocio urbano, comer, beber, salir, y demás. Bajar a comprar pan y acabar en una despedida de soltero en Ibiza (de La Costa Brava) como way of life.