Cierras los ojos y visualizas imponentes catedrales y castillos. Imaginas pintas. Te ves paseando por encantadores pueblecitos costeros atrapados en el tiempo. Te visualizas en una ciudad amable, llena de cultura y diversión, rodeada por el verde más intenso que se te ocurra. Estás deseando ir a Dublín, y aun no lo sabías.

La aventura de la cultura

Resulta que se ha nombrado a Dublín, la ciudad más amable de Europa. Y por dos veces, a falta de una. Y tú, que eres esponjoso como un brownie, que te gusta lo amable y absorberlo todo, tienes claro que Dublín es tu próximo destino. Haces las maletas, con una copia de “Los viajes de Gulliver” del irlandísimo Jonathan Swift bajo el brazo. Pero también con ganas de saborear una Guinness, y luego creerte un pescador paseando por Howth y Dalkey.

Nada más aterrizar, te diriges emocionado a llenarte de sabiduría en el Trinity College. Que con sólo decir el nombre, ya te vienes arriba. Te enteras que por sus pasillos andaron, desde 1592, Oscar Wilde y Bram Stoker entre otros. Pelitos de punta. La plaza y el campanil del campus son una auténtica maravilla, y eso que aún no has tomado el tour de “El libro de Kells”. Este manuscrito del cristianismo, encontrado dentro del tesoro del Trinity College, es una locura. Locura de la buena se sobreentiende. Monjes celtas, islas remotas y escondidas, vikingos… ¿para que se quiere más?.

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Y ya que estás metido en el “mood” medieval, te diriges a las catedrales de San Patricio y la Santísima Trinidad. Las dos grandes catedrales de Dublín, te impondrán por su olor a ancestros y su majestuosidad. La primera que data del 1220, no recibe el nombre en honor a un señor con disfraz verde, tréboles pintados en la cara y barba pelirroja de peluche. No, San Patricio es un santo que bautizaba a los conversos junto a un pozo, justo en este lugar. Dentro tienes un sinfín de monumentos, y unas preciosas vidrieras del S.XIX. No dejes de visitar la Santísima Trinidad porque su cripta medieval es una de las grandes atracciones de la ciudad.

Otra actividad impactante al viajar a Dublín es la visita a la cárcel abandonada más grande de Europa, Kilmainham. Aquí estuvieron encarcelados muchos implicados en la lucha por la independencia de Irlanda. Así que además de aprender sobre la historia más reciente del país en uno de sus tours, puedes recorrerla y empaparte de las historias que encierran sus muros vacíos e inquietantes.

Es el momento de degustar una buena cerveza irlandesa en el Guinness Storehouse. Se trata de una exposición multimedia, con todo lo que necesitas saber sobre la cerveza y la marca, Guinness. Y al final, llega el premio de la casa: una pinta en el Gravity Bar de 360º.

Para que nadie tenga excusas en lo de llenarse de historia y cultura a tope, Dublín tiene un montón de museos gratuitos. El Museo Nacional de Dublín, la Galería Nacional de Irlanda y el Museo Nacional de artes decorativas + e Historia. Aunque a ti, moderno de la vida, te va mucho eso de ir a visitar el estudio de Francis Bacon en la galería Hugh Lane. Y como puedes y además, es gratis, lo visitas.

Como si no hubiese un mañana…

De pronto sientes el intelecto más empapado de historia y de cultura que Bob esponja. Es el momento en que decides tirarte a la piscina de la vida loca. Y como Dublín tiene absolutamente de todo, pues te tiras con ganas.

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El lugar perfecto es Temple Bar, conocida como “la calle que nunca descansa”. Ya eso te da una idea de que estamos hablando. Calle de pubs típicos irlandeses, restaurantes, locales variopintos y mucha diversión. Te recomiendo comenzar la ruta de los pubs por el que da nombre al barrio, toda una institución: The Temple Bar. Porque como lo dejes para el final, capaz que no te acuerdas luego. Capici?

Pero no sólo de Temple Bar vive el dublinés, te diré que hay auténticas joyas en otras áreas de la ciudad: Doheny & Nesbitt, el literario McDaids y el Brazen Head. Imperdibles.

Sabor a mar

La noche ha sido épica, así que decides irte a tomar aire fresco al parque St. Stephen’s Green, el pulmón del centro de la ciudad. Dublín es verde y fresco, y eso siempre sienta bien. Sus parques son una invitación a la paz y la tranquilidad, y no andan escasos de ellos. Deambulando, das con la estatua de Oscar Wilde en Merrion Square. Y de pronto su gran frase: “Nos pasamos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante”, cobra todo el sentido. Ya amas esta ciudad, y lo sabes.

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Viajar a Dublín puede ser más que visitar la ciudad. Muy cerca hay dos encantadores pueblecitos costeros que tienes que conocer. Sobre todo Dalkey, ya que tu vena “fan” lo exige. Famosos como Bono,The Edge, Neil Jordan y Enya, viven aquí. Un lugar pequeño de calles retorcidas, que parece salido de un cuento. Descubres su mercado de los sábados y el castillo. Y para rematar, tomas un barco hasta la isla de Dalkey que fue una cárcel vikinga antiguamente.

También te acercas a Dún Laoghaire, un lugar elegante donde paseas por su puerto observando la bahía de Dublín. Sus empinadas cuestas de adoquines invitan a perderse, así como a descansar en People’s Park. Excursiones perfectas, bellas, necesarias.

Tras atiborrarte de estas preciosidades y su olor a mar, te sientes energético y renovado como hacía tiempo. Es es momento perfecto para colocarle la guinda al pastel de este viaje.

Se nota se siente, los festivales están presentes

Según la época del año que vengas, tendrás el festival apropiado. El Festival Bram Stoker– autor de “Drácula”- celebra el rito pagano de Halloween. Se recrean pasajes del libro en edificios históricos y toda la ciudad se llena de vampiros por una semana.

También durante el mes de octubre, tiene lugar el Festival de Teatro de Dublín. Muestra producciones internacional y nacionales, y también apuesta por proyectos alternativos y de lo más atrevidos. Una oportunidad única para, además, ver obras en teatros históricos de la capital.

Dublín está considerada una de las mejores capitales donde pasar el fin de año. Sus calles son un hervidero de fiesta. Y para terminar de rematar, se celebra el Festival de Año Nuevo de Dublín. Dos días de eventos, fiestas, conciertos, exposiciones, espectáculos de luz, rutas y un macroconcierto para terminar. Tiene gracia que a partir del día uno, llamado “ día de los propósitos”, la fiesta se transforme en talleres de gimnasia y una carrera.

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©Turismo de Dublín (Irlanda)

Cuando digo que viajar a Dublín es memorable, digo exactamente eso. Una vez que vuelvas, jamás de los jamases la olvidarás. Entrará en tu corazón por siempre como las estacas en el corazón de Drácula. Directa.

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Piensa alto, siente hondo, habla claro