Mientras tus amigos te cuentan sus vacaciones (o divorcios y depresiones tontas), tu guardas un as en la manga peor que la katana de Uma Thurman en Kill Bill. O mejor dicho, una escapada de veroño solo apta para viajeros visionarios.

Quien veranea último…

16 de agosto en Madrid y un servidor sigue trabajando. Por las ventanas no se escucha ni a un gato en celo y el calor de Castilla deja al “Dracarys” en bragas. Para colmo, en alguna de las pausas se te ocurre la maravillosa idea de abrir Instagram: un flotador de flamenco aquí, otro de pavo real allá,  un “Aquí, sufriendo…” o ex-parejas haciendo nudismo en las Cíes.

Te gustaría estampar el teléfono. Pero no lo haces, porque posiblemente hasta el servicio técnico esté de vacaciones. Todos lo están, incluso el  que toca el acordeón en el metro o el perro de los vecinos. Y mientras, tú eres el pringado que aún continúa en casa con más ventiladores que Beyoncé mientras el WhatsApp apenas marca clics azules. Todos están muy ocupados.

Hasta que llega finales de agosto. Para entonces, los amigos ya empiezan a proponerte quedaditas. Sé que me esperan largos aperitivos escuchando las vacaciones de cada uno de ellos. O, en el peor de los casos, el divorcio de alguna pareja que no soportó 300 horas de selfies en Peñíscola. Sino, siempre habrá espacio para alguna depresión posvacacional. Pero yo río en silencio cual hiena.

vacaciones septiembre

16 de septiembre y las previsiones son buenas. A la mañana siguiente, yo ya pongo una Story con el hashtag #vacaciones en fucsia brillante y letra tamaño 20 mientras comienzan a llegar mensajes privados. Aunque no contesto, o no al menos hasta las siguientes 20 horas.

Tengo un vuelo que tomar hacia mis vacaciones de veroño.

Sé la oveja negra

Aunque hoy día todos luchemos por ser lo más alternativos posible, lo cierto es que siempre terminamos cayendo en los mismos tópicos. Todos queremos felicitar el Año Nuevo a las 00:01, hacer el último challenge de Twitter o irnos de vacaciones en agosto.  

Sin embargo, existen muchos motivos para vivir un sueño de una noche de veroño: el primero, que el calentamiento global ha convertido octubre en el nuevo septiembre (y agosto). El segundo, que no te caerá encima ninguna pelota de pimpón en playas semidesiertas. Y el tercero, que no todos en la industria de los viajes se han coscado de esta pre-tendencia, por lo que el precio de tus vacaciones será seguramente mucho más barato. Pura visión, por supuesto.

De esta forma, hacerse la foto de rigor en Santorini a mediados de octubre, o tomarse un gin tonic en Ibiza para el Puente de la Hispanidad son planazos igualmente factibles.

Pero no los únicos.

Destinos de veroño

Querido técnico de la RAE, si estás leyendo esto, te comentamos: el veroño abarca, aprox, el primer mes y medio de otoño. Una época igual de versátil que una navaja suiza.

Si te gustan los animales o los fenómenos molones, tenemos desde las auroras boreales de Noruega hasta el avistamiento de ballenas en la zona de Humanus, en Sudáfrica. O un baile con las mariposas monarca de México a enlazar con un Día de los Muertos en el que terminar bebiendo tequila en un cementerio.

vacaciones septiembre

Pero seguro que tú lo que quieres es playa y postureo en plena época de hojarasca. Entonces tranquilo, que medio Mediterráneo seguirá ahí, esperándote con tumbonas, viejos hits del Caribe Mix y menos turistas con cadenas de oro brillando en sus pechos.

En el caso de que seas más clásico y quieras lanzarte sobre montañas de hojas rojas, también hay muchos planes. ¿Qué tal un París con extra de Disneyland París? ¿O una Selva de Irati rugiente entre bosques de colores y ciervos en pleno cortejo?

 

vacaciones septiembre
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No importa qué lugar elijas. Las playas más cristalinas y el bosque más cuqui están listos para el veroño y tu feed de Instagram.

Que la venganza es un plato que se sirve frío.

Pero no siempre.

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.