Una foto, un anuncio en una revista, un artículo en un blog, la anécdota de un amigo, un programa en la tele. Nunca se sabe de dónde surge exactamente eso que introduce un paisaje del mundo en nuestra cabeza y que hace que el deseo de coger nuestras cosas y plantarnos allí en persona sea superior a cualquier otra cosa.

Entonces es cuando comienzan los pequeños actos que nos acercan cada vez más a la meta y que forman parte del viaje. Mirar ofertas de vuelos, de alojamiento, convencer a ese amigo o familiar que siempre se apunta a un bombardeo, coordinar las fechas en el curro, pedirte para Reyes una guía de viaje.

Todo esto para mí es el comienzo de un viaje que nunca tendrá fin, porque las experiencias, el recuerdo de la gente que conoces, de los sabores en tu paladar, de la música en tu cabeza, de los paisajes que te emocionan, de la historia que descubres, de los monumentos, calles, plazas, de las mil anécdotas que vives, te acompañará para siempre.

En mi caso, el sueño de dar la vuelta al mundo, creo que siempre estuvo ahí. Cuando oía hablar de sitios exóticos y lejanos, de gente que había estado en Turquía, en Fidji, en Polinesia, en Japón…, algo se me movía en el interior.

Irene, en  Pão de Açúcar, Brasil.

Tomar la decisión y, con ella, marcar el inicio de la aventura, surgió al darme cuenta de que el estar acomodada en un sistema laboral que no sólo consumía la mayor parte de mi día, sino 11 meses al año de mi vida, no me iba a permitir nunca conocer ni una infinitésima parte de este mundo que es tan grande, tan bonito, tan rico, tan lleno de gente sensacional y de culturas increíbles.

 Así que dicho y hecho, junto con mi novio (que por suerte opinaba lo mismo), cogimos nuestros ahorros (no muchos, pero no nos importaba trabajar por el camino) y nos dimos un año para seguir ahorrando, planearun itinerario baratillo (nos decidimos por Sudamérica y Sudeste Asiático, pasando velozmente por Nueva Zelanda y Australia) y crear un blog que sirviera para contar nuestras experiencias y ayudar a otros viajeros que quisieran embarcarse en algo similar.

Cuevas de Río Secreto, en México. 

Pensábamos que nunca iba  a llegar el día de dejar el piso, los trabajos, de hacer las maletas y coger el primer avión a México y ya veis, después de 5 meses viajando sólo puedo decir que 100 vidas no serían suficientes para descubrir todo lo que el mundo ofrece. Así que os animo de corazón a que os sacudáis la rutina, salgáis ahí fuera y viváis en primera persona este mundo que gira y gira y gira. ;)

 

Una foto, un anuncio en una revista, un artículo en un blog, la anécdota de un amigo, un programa en la tele. Nunca se sabe de dónde surge exactamente eso que introduce un paisaje del mundo en nuestra cabeza y que hace que el deseo de coger nuestras cosas y plantarnos allí en persona sea superior a cualquier otra cosa.

Entonces es cuando comienzan los pequeños actos que nos acercan cada vez más a la meta y que forman parte del viaje. Mirar ofertas de vuelos, de alojamiento, convencer a ese amigo o familiar que siempre se apunta a un bombardeo, coordinar las fechas en el curro, pedirte para Reyes una guía de viaje.

Todo esto para mí es el comienzo de un viaje que nunca tendrá fin, porque las experiencias, el recuerdo de la gente que conoces, de los sabores en tu paladar, de la música en tu cabeza, de los paisajes que te emocionan, de la historia que descubres, de los monumentos, calles, plazas, de las mil anécdotas que vives, te acompañará para siempre.

En mi caso, el sueño de dar la vuelta al mundo, creo que siempre estuvo ahí. Cuando oía hablar de sitios exóticos y lejanos, de gente que había estado en Turquía, en Fidji, en Polinesia, en Japón…, algo se me movía en el interior.

Irene, en  Pão de Açúcar, Brasil.

Tomar la decisión y, con ella, marcar el inicio de la aventura, surgió al darme cuenta de que el estar acomodada en un sistema laboral que no sólo consumía la mayor parte de mi día, sino 11 meses al año de mi vida, no me iba a permitir nunca conocer ni una infinitésima parte de este mundo que es tan grande, tan bonito, tan rico, tan lleno de gente sensacional y de culturas increíbles.

 Así que dicho y hecho, junto con mi novio (que por suerte opinaba lo mismo), cogimos nuestros ahorros (no muchos, pero no nos importaba trabajar por el camino) y nos dimos un año para seguir ahorrando, planearun itinerario baratillo (nos decidimos por Sudamérica y Sudeste Asiático, pasando velozmente por Nueva Zelanda y Australia) y crear un blog que sirviera para contar nuestras experiencias y ayudar a otros viajeros que quisieran embarcarse en algo similar.

Cuevas de Río Secreto, en México. 

Pensábamos que nunca iba  a llegar el día de dejar el piso, los trabajos, de hacer las maletas y coger el primer avión a México y ya veis, después de 5 meses viajando sólo puedo decir que 100 vidas no serían suficientes para descubrir todo lo que el mundo ofrece. Así que os animo de corazón a que os sacudáis la rutina, salgáis ahí fuera y viváis en primera persona este mundo que gira y gira y gira. ;)

 

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