El paso a paso para no perderte nada de uno de los entretenimientos con más éxito –si no el que más– del país nipón.

Imagina una habitación privada con luces de discoteca setenteras, una pared de vidrio con vistas a las iluminadas calles de Tokyo, una pantalla donde los hits no paran de sonar, dos micros higienizados, un par de mandos táctiles parecidos a la legendaria Game Gear de Sega, una carta repleta de licores y un telefonillo que concede todos tus deseos –con post-pago por supuesto–.

No amigo, aunque te parezca el mismísimo cielo, este espacio se goza en vida y se trata ni más ni menos que de un karaoke japonés, igualito al que aparece en Lost in Translation. Y allí, entre esas cuatro paredes, pasé mis dos horas y media mejor invertidas en la capital nipona –y eso que fui a la flagship store de Hello Kitty–.

Nadie te conoce, así que no te cortes iStock_000071365829_Medium-min

Ir a Japón es lo más parecido a viajar a un planeta lejano del espacio exterior habitado por una civilización suprema. Educación, respeto, delicadeza… Uno se siente allí la mar de bien. Y de repente, en esa zona de confort, surge la idea de visitar un karaoke y un ataque de timiditis se apodera de ti- porque cuando cantas te conviertes en un pajarraco agonizando-. ¡Pasa de todo hombre! Has viajado durante 20 horas en clase turista para llegar hasta allí, ahora nada debe frenarte.

Te recomiendo ir al Karaoke Kan de Shibuya: es enorme, tienen TODOS los hits en inglés que te puedas imaginar y Bill estuvo con Scarlett cantando en una de sus salas, ¿qué más quieres? Entra, saluda y reserva una de las estancias durante 1 hora –querrás más, aviso–  para 3, 5, 8 o más personas. Te asignarán un número de sala y, amigos y amigas, empieza el espectáculo privado. Porque lo bueno de estos karaokes es que nadie te ve.

Calentar motores, y el ambiente

Karaoke japonés

Tienes la boca seca y te da cosilla que te oigan cantar en la sala de al lado. El primer paso es llamar por el telefonillo para que traigan unas cervecitas y os podáis habituar a vuestro nuevo espacio. Pilla el mando táctil y escribe el tema por el que quieras empezar. Puedes ir introduciendo canciones y se quedarán en cola como en una lista de reproducción de Spotify.

Echa un ojo por los grandes ventanales y observa las luces de los carteles que brillan en el exterior y a todos los tokiotas que riegan las calles de una de las metrópolis más impresionantes del mundo. Agénciate un micrófono, la excitación empieza a correr por tus venas.

¡Pelea!

Amigos cantando

Cuando empiece a sonar la música, las luces bajarán su intensidad y otras de colorines iluminarán el papel kitsch de las paredes. No te sorprendas cuando la música del tema escogido no sea la original y en la pantalla salgan imágenes de parques japoneses en vez del videoclip que esperas. Aquí lo que importa es cantar fuerte y con ganas.

El alcohol empieza a hacer efecto y la vergüenza se ha ido al retrete. Empieza la guerra fría y de repente todo Dios quiere cantar. Tendrás que ser hábil para conseguir el micrófono. ¿Un truco? Elegir muchas canciones al inicio y así te lo aseguras un buen rato para ti solo cuando la party esté en lo más alto jijiji.

Te vienes arriba

Adele cantando

Diversión pura y dura amig@s. En la dos primeras canciones haces un calentamiento tímido intentado habituarte a ser una nueva estrella del rock pero a la tercera ya no hay quien te pare. Eres un motivad@ que saca bozarrón y lo dá todo.

Empiezas con artistas respetados pero acabarás cantando Taylor Swift y lo sabes. El volumen irá subiendo paulatinamente hasta que te oigan en el barrio vecino, y piensa que los barrios en Tokyo son de una inmensidad oceánica. Un consejo: la de More than this no puede faltar en tu repertorio.

El tiempo vuela

Karaoke japonés

En este punto suena el telefonillo y te avisa que apenas quedan 10 min. para que la reserva se acabe. Sin ningún resquicio de temblor en tu voz pides 1 hora más y un combinado del licor que sea, tú solo quieres cantar cual artista en el escenario grande del Primavera Sound.

El tiempo pasa rápido cuando uno lo pasa bien y mientras no sea tu turno, saluda a los transeúntes que pasan por la calle en ese momento, curiosea la carta de bebidas, ves al baño –el chorrito es divino– o estáte atento, porque lo más divertido es escuchar las salas contiguas cantar a grito pelao cuando en la vuestra hay un corto silencio entre tema y tema.

El momento más doloroso de toda experiencia

Street food Japón

Se acaba y lo peor: toca pagar. Hazlo con gusto que lo has pasado bien. No suele ser muy caro. Por la tarde, como es lógico, suele ser más barato que por la noche, pero la diversión no tiene precio. Así que saca los billetes y vete a comer un Ramen que la noche es joven. Te recomiendo al de de la mítica cadena Ippudo. Pide el de Miso picante nivel 3, más no se puede.

Si has llegado hasta aquí, te informo que has superado con creces el máster de Todo los que necesitas saber para cantar en una karaoke japonés. A los nipones les encanta, lo prefieren a salir de discotecas y con tanta práctica, la mayoría cantan tremendamente bien. Y yo no puedo estar más a favor de este fervor, así que si viajas a Japón apúntalo en la lista de imprescindibles.

Imagina una habitación privada con luces de discoteca setenteras, una pared de vidrio con vistas a las iluminadas calles de Tokyo, una pantalla donde los hits no paran de sonar, dos micros higienizados, un par de mandos táctiles parecidos a la legendaria Game Gear de Sega, una carta repleta de licores y un telefonillo que concede todos tus deseos –con post-pago por supuesto–.

No amigo, aunque te parezca el mismísimo cielo, este espacio se goza en vida y se trata ni más ni menos que de un karaoke japonés, igualito al que aparece en Lost in Translation. Y allí, entre esas cuatro paredes, pasé mis dos horas y media mejor invertidas en la capital nipona –y eso que fui a la flagship store de Hello Kitty–.

Nadie te conoce, así que no te cortes iStock_000071365829_Medium-min

Ir a Japón es lo más parecido a viajar a un planeta lejano del espacio exterior habitado por una civilización suprema. Educación, respeto, delicadeza… Uno se siente allí la mar de bien. Y de repente, en esa zona de confort, surge la idea de visitar un karaoke y un ataque de timiditis se apodera de ti- porque cuando cantas te conviertes en un pajarraco agonizando-. ¡Pasa de todo hombre! Has viajado durante 20 horas en clase turista para llegar hasta allí, ahora nada debe frenarte.

Te recomiendo ir al Karaoke Kan de Shibuya: es enorme, tienen TODOS los hits en inglés que te puedas imaginar y Bill estuvo con Scarlett cantando en una de sus salas, ¿qué más quieres? Entra, saluda y reserva una de las estancias durante 1 hora –querrás más, aviso–  para 3, 5, 8 o más personas. Te asignarán un número de sala y, amigos y amigas, empieza el espectáculo privado. Porque lo bueno de estos karaokes es que nadie te ve.

Calentar motores, y el ambiente

Karaoke japonés

Tienes la boca seca y te da cosilla que te oigan cantar en la sala de al lado. El primer paso es llamar por el telefonillo para que traigan unas cervecitas y os podáis habituar a vuestro nuevo espacio. Pilla el mando táctil y escribe el tema por el que quieras empezar. Puedes ir introduciendo canciones y se quedarán en cola como en una lista de reproducción de Spotify.

Echa un ojo por los grandes ventanales y observa las luces de los carteles que brillan en el exterior y a todos los tokiotas que riegan las calles de una de las metrópolis más impresionantes del mundo. Agénciate un micrófono, la excitación empieza a correr por tus venas.

¡Pelea!

Amigos cantando

Cuando empiece a sonar la música, las luces bajarán su intensidad y otras de colorines iluminarán el papel kitsch de las paredes. No te sorprendas cuando la música del tema escogido no sea la original y en la pantalla salgan imágenes de parques japoneses en vez del videoclip que esperas. Aquí lo que importa es cantar fuerte y con ganas.

El alcohol empieza a hacer efecto y la vergüenza se ha ido al retrete. Empieza la guerra fría y de repente todo Dios quiere cantar. Tendrás que ser hábil para conseguir el micrófono. ¿Un truco? Elegir muchas canciones al inicio y así te lo aseguras un buen rato para ti solo cuando la party esté en lo más alto jijiji.

Te vienes arriba

Adele cantando

Diversión pura y dura amig@s. En la dos primeras canciones haces un calentamiento tímido intentado habituarte a ser una nueva estrella del rock pero a la tercera ya no hay quien te pare. Eres un motivad@ que saca bozarrón y lo dá todo.

Empiezas con artistas respetados pero acabarás cantando Taylor Swift y lo sabes. El volumen irá subiendo paulatinamente hasta que te oigan en el barrio vecino, y piensa que los barrios en Tokyo son de una inmensidad oceánica. Un consejo: la de More than this no puede faltar en tu repertorio.

El tiempo vuela

Karaoke japonés

En este punto suena el telefonillo y te avisa que apenas quedan 10 min. para que la reserva se acabe. Sin ningún resquicio de temblor en tu voz pides 1 hora más y un combinado del licor que sea, tú solo quieres cantar cual artista en el escenario grande del Primavera Sound.

El tiempo pasa rápido cuando uno lo pasa bien y mientras no sea tu turno, saluda a los transeúntes que pasan por la calle en ese momento, curiosea la carta de bebidas, ves al baño –el chorrito es divino– o estáte atento, porque lo más divertido es escuchar las salas contiguas cantar a grito pelao cuando en la vuestra hay un corto silencio entre tema y tema.

El momento más doloroso de toda experiencia

Street food Japón

Se acaba y lo peor: toca pagar. Hazlo con gusto que lo has pasado bien. No suele ser muy caro. Por la tarde, como es lógico, suele ser más barato que por la noche, pero la diversión no tiene precio. Así que saca los billetes y vete a comer un Ramen que la noche es joven. Te recomiendo al de de la mítica cadena Ippudo. Pide el de Miso picante nivel 3, más no se puede.

Si has llegado hasta aquí, te informo que has superado con creces el máster de Todo los que necesitas saber para cantar en una karaoke japonés. A los nipones les encanta, lo prefieren a salir de discotecas y con tanta práctica, la mayoría cantan tremendamente bien. Y yo no puedo estar más a favor de este fervor, así que si viajas a Japón apúntalo en la lista de imprescindibles.

mm
Lo mío es la búsqueda continua de nuevos locales que me descubran manjares para mi gran boca cómelotodo. Tengo una libreta con una lista de restaurantes pendientes que no tiene fin. Viajaría al fin del mundo por una buena hamburguesa.