Partimos de dos supuestos o probabilidades que, para ser prácticos, consideraremos verdades como un templo.

Por un lado, tenemos una tostada con mantequilla. Todo el mundo sabe que si tienes un trozo de pan untado y se te cae, lo hará por el lado de la mantequilla.

Y por otro, el caso del gato. Caiga de donde caiga, aterrizará de pie y con mucho estilo.

¿Qué pasa, pues, si tenemos una tostada con mantequilla, con el lado untado hacia arriba, en el lomo de un gato?

Vale, muy divertido.

¿Pero alguien le ha preguntado al gato qué opina de esto? ¿O a la vaca que ha proporcionado la leche para la mantequilla?

¿Nos reímos de los animales quizá para evitar reírnos de nosotros mismos? ¿O lo hacemos justamente porque nos sentimos identificados con ellos, y entonces es como si nos riéramos de nosotros mismos?

Seguramente, todas esas preguntas no tengan ningún sentido, pues opinar, preguntarse o reírse son conceptos humanos. Al menos según nuestro punto de vista humano.

Hay ejemplos a montones, pero nos ha llamado especialmente la atención una página llamada “Animals Being Dicks”. Se dedica a recopilar imágenes de lo estúpidos que pueden llegar a ser algunos animales, de muy variadas especies.

“Estúpidos”, otro concepto aparentemente humano que insistimos en atribuir a otras especies animales.

Ey, que no debemos olvidar que somos animales. Racionales, nos gusta decir. Pero animales.

En realidad, más que de los animales, lo que nos gusta es reírnos de cualquier cosa o ser vivo que no seamos nosotros mismos.

Bueno, también podemos reírnos de nosotros mismos, claro que sí. Los monólogos de comedia más exitosos son los que hablan de nosotros mismos y lo cotidiano.

Pero que se rían de nosotros a su aire… uy, por ahí no pasamos.

En fin, que a reír, ¡que son dos días!

PS: A ver si sabéis cuántas veces aparece la palabra “nosotros” en este post.

Partimos de dos supuestos o probabilidades que, para ser prácticos, consideraremos verdades como un templo.

Por un lado, tenemos una tostada con mantequilla. Todo el mundo sabe que si tienes un trozo de pan untado y se te cae, lo hará por el lado de la mantequilla.

Y por otro, el caso del gato. Caiga de donde caiga, aterrizará de pie y con mucho estilo.

¿Qué pasa, pues, si tenemos una tostada con mantequilla, con el lado untado hacia arriba, en el lomo de un gato?

Vale, muy divertido.

¿Pero alguien le ha preguntado al gato qué opina de esto? ¿O a la vaca que ha proporcionado la leche para la mantequilla?

¿Nos reímos de los animales quizá para evitar reírnos de nosotros mismos? ¿O lo hacemos justamente porque nos sentimos identificados con ellos, y entonces es como si nos riéramos de nosotros mismos?

Seguramente, todas esas preguntas no tengan ningún sentido, pues opinar, preguntarse o reírse son conceptos humanos. Al menos según nuestro punto de vista humano.

Hay ejemplos a montones, pero nos ha llamado especialmente la atención una página llamada “Animals Being Dicks”. Se dedica a recopilar imágenes de lo estúpidos que pueden llegar a ser algunos animales, de muy variadas especies.

“Estúpidos”, otro concepto aparentemente humano que insistimos en atribuir a otras especies animales.

Ey, que no debemos olvidar que somos animales. Racionales, nos gusta decir. Pero animales.

En realidad, más que de los animales, lo que nos gusta es reírnos de cualquier cosa o ser vivo que no seamos nosotros mismos.

Bueno, también podemos reírnos de nosotros mismos, claro que sí. Los monólogos de comedia más exitosos son los que hablan de nosotros mismos y lo cotidiano.

Pero que se rían de nosotros a su aire… uy, por ahí no pasamos.

En fin, que a reír, ¡que son dos días!

PS: A ver si sabéis cuántas veces aparece la palabra “nosotros” en este post.