Cada esquina de Teruel rezuma amor. Quizás sea el helador frío de sus inviernos extremos el que obliga a tener el corazón caliente.

Mucho más cerca de lo que crees, se esconde un pequeño tesoro lleno de joyas arquitectónicas que no te puedes perder. Es una ciudad perfecta para escaparse en pareja: lejos de todo y llena de rincones solitarios donde lo único importante es disfrutar del momento.

[redbox text=”A tres horas de Madrid, cuatro de Barcelona y dos de Zaragoza, Teruel se ha convertido en un destino de moda para los enamorados.” position=”right”]

Los pequeños detalles de su centro histórico, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, se tienen que paladear despacio y con calma. Y en eso, la capital de provincia más pequeña de España es toda una experta. Porque la ciudad es uno de esos privilegiados rincones donde aún te puedes despertar con el repicar de las campanas de su Catedral Mudéjar a primera hora de la mañana.

El silencio es un aliado para decir aquello que no se puede explicar con palabras. Tienes que perderte por sus estrecha calles, rematadas con grandes cornisas de madera de sus palacios modernistas. Déjate maravillar por las vistas panorámicas que regalan un horizonte limpio de edificios y de contaminación. Y por supuesto, emociónate con las leyendas de amor que se han fraguado en la ciudad y que cualquier turolense te contará de forma apasionada.

No puedes ir a Teruel sin saber quiénes fueron Isabel y Diego. Los Amantes de Teruel son, junto al Torico, las señas de identidad de una ciudad que mima al viajero hasta el extremo. Su desgarradora historia de amor truncado mezcla leyenda y realidad. Es tanta la devoción por estos personajes que la ciudad luce orgullosa un majestuoso Mausoleo, donde reposan los restos mortales de los mal llamados Romeo y Julieta españoles, que es de obligada visita.

Si planeas tu escapada para el día de los enamorados, tienes que hacerlo con tiempo porque durante el fin de semana más próximo al 14 de febrero Teruel se transforma. Pocas fiestas medievales del mundo cuentan con la participación de tantísima gente. Y es que todo turolense que se precie se viste (ojo, no se disfraza) de medieval cuidando al máximo cada detalle. Entre mercadillos callejeros, jaimas agrupadas por oficios y calles iluminadas únicamente por teas se revive la trágica historia de amore de Isabel y Diego.

Miles de personas se meten en sus respectivos personajes y representan cómo debió vivir aquella ciudad fortificada del siglo XIII la historia de amor más bella y más dura jamás contada. Es tanto el éxito de esta fiesta que la población llega a triplicarse, con lo que deberás mirar con tiempo dónde alojarte.

Pero si prefieres huir de las aglomeraciones, cualquier fin de semana es bueno para enamorarse de Teruel. No dudes en admirar sus torres mudéjares del siglo XIV y calienta las piernas antes de afrontar los 122 escalones que coronan la torre de San Martín. Cómo no, una vez arriba, alguien te contará la leyenda de quién la levantó y qué tiene que ver con una hermosa historia de amor.

Para recuperar fuerzas nada mejor que unas Delicias de Teruel: jamón, pan tostado y tomate con ajo. Si eres más amigo del dulce, los Suspiros de Amante también son un postre obligatorio para el visitante. O date un capricho con ternasco de Aragón, madejas, morro u oreja en cualquiera de los muchos bares repartidos en los porches de la plaza del Torico y las calles aledañas.

Una vez tengas el estómago lleno, piérdete por el barrio judío, descubre las antiguas puertas de la ciudad medieval, recorre la muralla, admira la rivera del río Turia desde el paseo del Óvalo o quema calorías bajando y subiendo las escalinatas. Pero no dejes de moverte porque Teruel es una ciudad que merece la pena descubrir. Pregunta por los pasajes subterráneos, sumérgete en el aljibe de la calle San Juan o admira el artesonado del techo de la Catedral.

Además, si tu escapada es con niños, puedes disfrutar de un día en Dinópolis: un museo didáctico donde los más pequeños disfrutarán viendo cómo eran los gigantescos dinosaurios que vivían en la provincia de Teruel hace millones de años.

Si eres un viajero acostumbrado a maratones turísticos Teruel se te puede quedar pequeño. Pero te recomendamos que ralentices el ritmo y te dejes mecer por la tranquilidad de admirar la ciudad con calma. Y si aún así en un sólo día crees que lo has visto todo, aprovecha la visita para visitar Albarracín, considerado el pueblo más bonito de Europa (a 38 km. de la capital).

Teruel, la capital chica del amor, no se arruga ante París, Roma o Venecia. Porque sabe que su mayor tesoro es ofrecer una tranquilidad y proximidad que las grandes urbes no ofrecen. Más cerca de lo que piensas, más bonita de lo que imaginas y mucho más barata de lo que puedas creer, la capital turolense es sin duda una gran ciudad para los enamorados.

Mucho más cerca de lo que crees, se esconde un pequeño tesoro lleno de joyas arquitectónicas que no te puedes perder. Es una ciudad perfecta para escaparse en pareja: lejos de todo y llena de rincones solitarios donde lo único importante es disfrutar del momento.

[redbox text=”A tres horas de Madrid, cuatro de Barcelona y dos de Zaragoza, Teruel se ha convertido en un destino de moda para los enamorados.” position=”right”]

Los pequeños detalles de su centro histórico, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, se tienen que paladear despacio y con calma. Y en eso, la capital de provincia más pequeña de España es toda una experta. Porque la ciudad es uno de esos privilegiados rincones donde aún te puedes despertar con el repicar de las campanas de su Catedral Mudéjar a primera hora de la mañana.

El silencio es un aliado para decir aquello que no se puede explicar con palabras. Tienes que perderte por sus estrecha calles, rematadas con grandes cornisas de madera de sus palacios modernistas. Déjate maravillar por las vistas panorámicas que regalan un horizonte limpio de edificios y de contaminación. Y por supuesto, emociónate con las leyendas de amor que se han fraguado en la ciudad y que cualquier turolense te contará de forma apasionada.

No puedes ir a Teruel sin saber quiénes fueron Isabel y Diego. Los Amantes de Teruel son, junto al Torico, las señas de identidad de una ciudad que mima al viajero hasta el extremo. Su desgarradora historia de amor truncado mezcla leyenda y realidad. Es tanta la devoción por estos personajes que la ciudad luce orgullosa un majestuoso Mausoleo, donde reposan los restos mortales de los mal llamados Romeo y Julieta españoles, que es de obligada visita.

Si planeas tu escapada para el día de los enamorados, tienes que hacerlo con tiempo porque durante el fin de semana más próximo al 14 de febrero Teruel se transforma. Pocas fiestas medievales del mundo cuentan con la participación de tantísima gente. Y es que todo turolense que se precie se viste (ojo, no se disfraza) de medieval cuidando al máximo cada detalle. Entre mercadillos callejeros, jaimas agrupadas por oficios y calles iluminadas únicamente por teas se revive la trágica historia de amore de Isabel y Diego.

Miles de personas se meten en sus respectivos personajes y representan cómo debió vivir aquella ciudad fortificada del siglo XIII la historia de amor más bella y más dura jamás contada. Es tanto el éxito de esta fiesta que la población llega a triplicarse, con lo que deberás mirar con tiempo dónde alojarte.

Pero si prefieres huir de las aglomeraciones, cualquier fin de semana es bueno para enamorarse de Teruel. No dudes en admirar sus torres mudéjares del siglo XIV y calienta las piernas antes de afrontar los 122 escalones que coronan la torre de San Martín. Cómo no, una vez arriba, alguien te contará la leyenda de quién la levantó y qué tiene que ver con una hermosa historia de amor.

Para recuperar fuerzas nada mejor que unas Delicias de Teruel: jamón, pan tostado y tomate con ajo. Si eres más amigo del dulce, los Suspiros de Amante también son un postre obligatorio para el visitante. O date un capricho con ternasco de Aragón, madejas, morro u oreja en cualquiera de los muchos bares repartidos en los porches de la plaza del Torico y las calles aledañas.

Una vez tengas el estómago lleno, piérdete por el barrio judío, descubre las antiguas puertas de la ciudad medieval, recorre la muralla, admira la rivera del río Turia desde el paseo del Óvalo o quema calorías bajando y subiendo las escalinatas. Pero no dejes de moverte porque Teruel es una ciudad que merece la pena descubrir. Pregunta por los pasajes subterráneos, sumérgete en el aljibe de la calle San Juan o admira el artesonado del techo de la Catedral.

Además, si tu escapada es con niños, puedes disfrutar de un día en Dinópolis: un museo didáctico donde los más pequeños disfrutarán viendo cómo eran los gigantescos dinosaurios que vivían en la provincia de Teruel hace millones de años.

Si eres un viajero acostumbrado a maratones turísticos Teruel se te puede quedar pequeño. Pero te recomendamos que ralentices el ritmo y te dejes mecer por la tranquilidad de admirar la ciudad con calma. Y si aún así en un sólo día crees que lo has visto todo, aprovecha la visita para visitar Albarracín, considerado el pueblo más bonito de Europa (a 38 km. de la capital).

Teruel, la capital chica del amor, no se arruga ante París, Roma o Venecia. Porque sabe que su mayor tesoro es ofrecer una tranquilidad y proximidad que las grandes urbes no ofrecen. Más cerca de lo que piensas, más bonita de lo que imaginas y mucho más barata de lo que puedas creer, la capital turolense es sin duda una gran ciudad para los enamorados.

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Javier Silvestre Grau, licenciado en Periodismo por la Universitat Ramón Llull (Barcelona). Ha colaborado con los principales medios de comunicación españoles (La Vanguardia, El País, Onda Cero, ABC Punto Radio, Antena 3 y Cuatro) y autor de la novela La Revolución de los Ángeles.