Me encanta ir al teatro. Desde que con 5 años me llevaron a ver El Principito al teatro del pueblo me convertí en teatrera premium. Así que casi vivo de amor cuando me enteré de que Atrápalo este año iba a celebrar el Día Mundial del Teatro de una forma muy especial: organizando una sesión de teatro para las ONG colaboradoras de su proyecto Ocio Social. Os cuento, que para eso me llevaron.

Durante 24 horas, el Teatro Eixample de Barcelona cerró sus puertas al público y a la vez las abrió más que nunca, reservando sus más de 300 butacas para que personas en situación desfavorable, atendidas por diferentes ONG de la ciudad, pudieran disfrutar en primera persona de la magia del teatro con la obra Peter Pan y el show de Gerard Borrell. Un día muy especial para celebrar que, desde hace más de 5 años, Atrápalo, este teatro y otros muchos más de Madrid y Barcelona, se lo toman muy en serio y donan entradas para que todos, todos, TODOS puedan disfrutar del teatro.

La experiencia -siento que me voy a quedar corta- fue sencillamente brutal. Los primeros en llegar fueron los niños del grupo de pequeños del Casal dels Infants. Habían venido en autobús y a pie, pero llegaban con más energía que nunca porque, según nos contaban los monitores, para ellos salir del barrio ya es toda una experiencia, imagínate lo de ir al teatro; lo más. La mayoría no se había sentado nunca frente a un escenario y mucho menos había tenido a Peter Pan y a Wendy cantando en directo para ellos a menos de dos metros. Sus caras de felicidad, sus aplausos, sus gritos para salvar a campanilla cuando casi muere y necesita la ayuda de los niños para revivir… no se pueden comparar con nada.

Dentro del teatro ya se notaba que les había gustado, pero cuando salieron la felicidad y la euforia se adueñaron de la sala, y de todos los que estábamos ahí. Una niña que no tendría más de 6 años me dijo: “he llorado, pero porque me ha gustado mucho”. ¿Cómo te quedas?

Y si con Peter Pan hubo polvo de hadas en el ambiente, con Gerard Borrell y su Magia Family hubo risas non stop. Su show fue fresco, dinámico, participativo… y el público se enamoró de él a los 5 minutos de pisar el escenario. Le sobraban voluntarios para ayudarle, y a la salida todos querían conocerle, hacerse una foto con él y abrazarle. Y Borrell no decepcionó. Cuando les pregunté qué era lo que más les había gustado todos me decían: ¡el mago! Como no.

Uno de los chicos me dijo al entrar que venía a ver al mago porque esperaba que le hiciera desaparecer para aparecer de nuevo en una isla del Caribe. A la salida siguió con la misma broma, pero supongo que el número le había gustado tanto que no le importó seguir en Barcelona. Estar de nuevo en un teatro, con sus amigos, siendo un espectador más, era un pequeño regalo que no iba a desaprovechar. Que suerte la mía de vivirlo de cerca y compartirlo con ellos. A los teatreros nos encanta el teatro, pero esto fue otro nivel.

Gracias a todos los que hacéis posible de una forma u otra que el teatro sea un plan para TODOS de verdad.

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Me gustan los superhéroes de carne y hueso, que luchan por restablecer el equilibrio y llevar luz a los rincones donde reina la oscuridad. Busco aliados que se sumen a mi causa todos los meses, porque la tierra gira sola, pero el mundo lo hacemos girar nosotros.