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Spain 12 points: los doce destinos eurovisivos que nos han traído suerte

Kyiv, Ukraine - May 01, 2017: Unidentified tourists near part of official logo of Eurovision Song Contest 2017 on Maidan Nezalezhnosti (Independence Square)

El próximo 12 de mayo se celebra en Lisboa la 63ª edición del Festival de la Canción de Eurovisión. España entera llorará de amor, otra vez, con #Almaia y poco nos importará si ganan o no.

Alzarse como triunfadores es algo que no podemos predecir. Aunque el año pasado triunfó la sobriedad y la E-M-O-C-I-Ó-N de Salvador Sobral, Eurovisión se ha convertido en un acontecimiento global – 43 países este año –, donde el histrionismo y el esperpento siempre son bien recibidos. Fuegos artificiales, cambiarse de vestuario de forma dramática u hologramas molones son algunos de los ingredientes estrella. Pero el verdadero encanto del próximo 12 de mayo recae en la tertulia y el critiqueo que ejercemos sobre los bailarines que se vienen muy arriba, los comentaristas que no callan, o las operaciones de cirugía estética del presentador o la presentadora de turno. Las trifulcas llegan a la hora de las votaciones y el primer comentario de “esto es politiqueo”. Suerte que estuvo Carolina Casado y sus ‘oit points’ en 2014 para relajar el ambiente.

Sí el año pasado nos llevamos el “gallo” al agua con Manel Navarro, toca apoyar y acompañar a los novios del año a Lisboa, que nos ha dado bastantes “twelve points” para encumbrarnos hacia la victoria. Aunque la última, compartida y en casa propia, fuera en 1969.

De Madrid a Lisboa, y contigo, hasta el cielo.

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#1 en Londres y en Madrid

Conchita Bautista y su Estando contigo nos llevaron por primera vez al Festival en 1961, donde quedó novena de dieciséis países en Cannes. Y siete años después, la verdadera creadora del “dientes dientes” se alzó como ganadora en la ciudad del Támesis con su La, la, la, una canción compuesta por el Dúo Dinámico. Con permiso de Isabel II, Massiel se coronó aquella noche en Londres como reina de Eurovisión, y más adelante de las afterparties. Una suerte que no corrió José Guardiola cinco años antes, ni el Enséñame a cantar de Micky en 1977.

Con esta primera victoria, en 1969 nos trajimos el concurso a casa e hicimos doblete en el Teatro Real de Madrid. España se convirtió en el primer país que ganaba dos años seguidos gracias a Salomé y a como movía su vestido de flecos de porcelana de 15 kilos al son de Vivo cantando. No obstante, la presentadora de aquella noche, Laura Valenzuela, tuvo que entregar la victoria también a los Países Bajos, a Reino Unido y a Francia, al no existir un sistema de desempate.

#2 en Dublín, Luxemburgo y Jerusalén

Y hasta aquí, la fiesta terminó. Nunca hemos vuelto a alcanzar el oro, pero hemos conseguido la plata en cuatro ocasiones. En 1971, todos los jovencitos de la época babeaban por aquella chica rubia que cantaba En un mundo nuevo. Consiguió su Pasaporte a Dublín y Karina obtuvo la segunda posición, a pesar de quedarse muda al principio de la canción. Por la capital de la isla Esmeralda también han pasado otros artistas que no corrieron la misma suerte, como Bacchelli (14/20), La Década Prodigiosa (11/21) o el archienemigo de OT, Alejandro Abad (18/25). Pero en 1995, la desconocida Anabel Conde cosechó el último segundo puesto para España. Dos años después Marcos Llunas, el hijo de Dyango, logró un respetable sexto lugar en Irlanda, país con grandes músicos y siete victorias.

Volviendo al continente, la capital de Luxemburgo también nos ha traído buena suerte en dos ocasiones. A pesar del batacazo de Víctor Balaguer en 1962, y del séptimo puesto de Raphael en 1966, el bombazo lo pegó Mocedades en el Gran Teatro de Luxemburgo en 1973. El temazo Eres tú ya es todo un mito: fue No. 9 en Billboard, se tradujo a más de setenta idiomas y es considerada como una de las canciones más legendarias junto con Waterloo de ABBA. En 1984, casi volvemos a rozar el segundo puesto en la capital del lujo, pero el Lady, Lady de Bravo se tuvo que conformar con el bronce.  

Al otro extremo del Mediterráneo, conocimos bien el cielo y el infierno. En 1972, Betty Missiego hechizó a toda Europa con Su canción en Jerusalén. Lo que mucha gente no sabe es que Missiego (a la que cada vez se parece más la Naranjo) y sus pequeñuelos iban ganando y quedaron segundos por culpa nuestra: otorgamos diez puntos a Israel desbancando a la pobre Betty. Ella se sigue considerando ganadora moral, y la aplaudimos, pero el llanto más horrible se lo llevó Lydi de presuntos Implicados,en 1999. Último lugar y, además, su vestido de Ágatha Ruiz de la Prada le valió el Premio Barbara Dex al peor vestuario.

#4 en Ámsterdam y Roma

Tras el empate de 1969 en Madrid, Países Bajos se encargó finalmente de la edición de 1970. Un desconocido Julio Iglesias acudió a Ámsterdam, donde entre los escaparates del Barrio Rojo nació su leyenda, y lo sabes. Aunque en aquel momento solo tuviera ojitos para su Gwendolyne que le regaló el cuarto puesto.

Sólo otro dandy de la escena española ha conseguido igualar la posición de Julito. Sergio Dalma hizo suspirar con su voz rasgada a jóvenes y no tan jóvenes en la ciudad eterna en 1991. TODOS lo hubiéramos dejado TODO para bailar pegados en la Fontana di Trevi de Roma.

#5 en Zagreb

Un año antes, se produjo uno de los momentazos más recordados y aplaudidos de la historia de Eurovisión. Bañadas en oro, unas atrevidas Encarna y Toñi Salazar eran las encargadas de abrir el festival en Zagreb, y un problema técnico obligó a las Azúcar Moreno a abandonar el escenario. Pero volvieron y nos conquistaron con el bailecito de los brazos. El resto estaba hecho. Meritorio quinto lugar, aunque unos “bandidos” les extraviaran el equipaje y tuvieran que comprar los modelitos negros en la capital croata.

#6 en Viena, Lausana y Copenhague

Una sexta posición no está nada mal en un concurso donde compiten más de 40 países. Incluso en 1967, cuando solo participaron 17 en Viena, Raphael subió su marca con  Hablemos del amor. En 2015 enviamos el producto eurovisivo por excelencia: fuegos, luces, coreografías extrañas y cambio de vestuario dramático, pero Edurne vio poco amanecer desde el vigesimoprimer puesto.

Otro sexto lugar lo ocupó en 1989 la que fuera directora de la Academia de OT. Nina estuvo estratosférica y pletórica en el país de los relojes y de lo que tú ya sabes, pero el Nacida para amar aquella noche en Lausana eclipsó todo lo demás.

La Sirenita de Copenhague ha sido la última que nos ha traído buena suerte. En 2001, el Dile que la quiero de Civera nos sonrió, y en 2010, la fuerza desmedida de Ruth Lorenzo le valió un digno décimo puesto.

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#ALMAIA

El próximo 12 de mayo se decidirá todo en el Atlice Arena de Lisboa. Y solo queda esperar a que nuestro amigo y vecino Portugal nos ayude a subir en el ranking para escuchar el “Jo, qué vergüenza” de Amaia, una vez sea Reina de España, Portugal, y Eurovisión.

Tags : Eurovisión
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Corista atarantado, periodista y coleccionista. Ilustrado de la caja tonta de los noventa, amante de los G5 Belts y escéptico del queso. Tráeme patatas fritas un jueves, Cuéntame hará el resto.