¿No sería fantástico que hubiera un mes en el que cobraras antes y trabajaras menos días? Ese mes existe, se llama febrero y él también es alguien muy especial.

Febrero nos enseña que no nos hacen falta tantos días. Puede que al día le falten horas. Pero un mes con veintiocho días es más que suficiente, y si no pregúntale a tu nómina. Ella te dirá que si todos los meses fueran como enero, tendrías diez días más de vacaciones al año. ¡Ojo! Diez días sin ir a trabajar, por el mismo sueldo. ¿A que ahora febrero parece más guay? ¿A que ya no hace tanto frío? Pero febrero, pese a ser más corto, es un mes inmenso. Muchas cosas concentradas en poco tiempo. Una contradicción en sí mismo. Un mes particular. Si lo piensas un poco, descubrirás que tiene un montón de cosas que enseñarte:

Menos trastos, más experiencias

El desperdicio de cajas, bolsas y embalajes que traen consigo los regalos de los Reyes Magos y Papá Noel no le hace ningún favor al medio ambiente. Ponte a reciclar pero ya, y la próxima vez que tengas que hacer algún regalo, a ver si te pones las gafas de la ecología y regalas algo que llene el corazón y no el armario. Regala experiencias. Regala viajes. Regala un collar de macarrones. Un dibujo. Un poema. Se acabaron los libros de Paul Auster, los discos de Vetusta Morla y las pelis de terror de Cronenberg. Puedes vivir con menos cachivaches. ¡Y lo sabes!

L’amour c’est un tresor

Febrero es el mes del amor y un tal Cupido anda por ahí como loco con su arco, sus flechas y sus calzoncillos hechos de nubes. ¡Él sí que sabe de minimalismo! Eso no quiere decir que tengas que empezar a ir en ropa interior a la oficina, porque para ser romántico no hace falta ir en cueros, ni gastarse dinero en joyas o relojes. Una declaración de amor sincera, una sorpresa estúpida o ponerte a cantar Come What May (en plan Moulin Rouge) por la calle sin ningún pudor pueden convertirte en la media naranja de esa persona especial.

Bueno, tienes razón. Si tienes pareja, no te la juegues. Menos es más, pero cero siempre tiende a cero. Por San Valentín, ten a mano un detallín. Por ejemplo, un estuche estrafalario decorado con gatos cósmicos. O una piruleta con forma de corazón en la que escribes su nombre. Lo que sea que le haga sonreír. Pero, como decía Daniel Diges en Eurovisión, que sea “Aaaaaalgo pequeñito.” Y luego, el embalaje: a reciclar. Ya tu sabeh.

Los bisiestos, los niños perdidos del calendario

La máxima expresión del minimalismo (aunque suene contradictorio) es no existir. Evaporarse como una flatulencia en el viento o (para los que no son amigos de la magia de lo escatológico) como una lágrima en la lluvia. Los nacidos el 29 de febrero apenas existen sobre el papel. Son una rara avis de la que poco se sabe y su procedencia forma parte de la nave del misterio. Fueron engendrados en el momento exacto para salirse del calendario, cayendo en un abismo administrativo, como si fueran niños perdidos que intentan buscar una fecha en la que encajar, sin éxito. Además, sólo pueden celebrar su cumpleaños una vez cada cuatro años. Eso sí que es compromiso con el ahorro, y con el medio ambiente, ya que no gastan, ni lo llenan todo de papeles de regalos y embalajes. Lo dicho, una raza superior.

Febrero es esto y muuucho más

Esto es solo una pequeña muestra. Febrero es el mes que tiene menos días, pero está lleno de vida. Es una locura absoluta. Hay un martes y trece. Unos carnavales. Un día de los zombies. Empieza el nuevo año chino. Los Goya. El Día Internacional del Cáncer. Un mes en el que no sabes si vas o vienes, si te tienes que disfrazar, comprar un regalo para el amor de tu vida o quedar con los amigos para ver la Superbowl (aunque tú de fútbol americano sabes lo mismo que de física cuántica, es decir, ni un poquito). Un mes en el que querrás desdoblarte para poder estar en todas partes a la vez. ¡Todo eso en 28 días! Y salimos ilesos. ¿Ves? No hacen falta los treinta días.

Créditos: License CC0

Febrero pasa como un cohete y si te despistas, te dejas llevar por su incontrolado frenesí, pasa de largo y ni te habrás enterado. De pronto, ya es marzo: el día del padre, el aniversario de la primera vez que besaste a tu novi@ y cuando te quieras dar cuenta serás un abuelete que morirá acribillado por los besos de sus nietos. Bueno, quizá eso sea ir demasiado deprisa. Pero recuerda que las mejores cosas pasan volando, la belleza de lo efímero como dice el poeta. Y febrero es el mes más efímero del año. Ten cuidadín que si no estás atento, te lo podrías perder.

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Lo que más me gusta del siglo XXI es que todavía seguimos usando un palo metálico que pone El Siguiente para distinguir nuestra compra de la de los demás en el supermercado.