Es verano en Madrid. El termómetro marca 37 grados, el asfalto cuece y a uno los problemas se le hacen más pesados en agosto mientras Instagram arde en fotografías de playas, cocktails y pareos de mandalas. Por suerte, mi larga tarde de hartazgo se tornó Sueño de una noche de verano, o algo parecido, gracias a La Comedia de los Enredos, obra que estos días se representa en la capital y de la que Shakespeare estaría orgulloso. Porque días después aún sigo buscando un masajista para los abdominales. De tanto reír.

El Teatro de Bellas Artes comienza a llenarse y yo me pongo a escribir mis anotaciones, pero el teatro es como ese amante que te arranca la ropa y te dice que te dejes de preámbulos. Y así, poco a poco, las luces se apagan, el telón se eleva y mis piernas comienzan a temblar; hay algo en el aire, una magia que llevaba tiempo sin experimentar y que da comienzo cuando dos narradores, o la versión lúgubre-festiva de las Musas de Hércules, comienzan a contarnos la historia no de un par de gemelos, sino de dos, rompiendo una cuarta pared que en algún momento te dan ganas de pedir un vermut para compartirlo con el brillante equipo de La comedia de los enredos.

Todo comienza en Siracusa y Éfeso, los Israel y Palestina de la Antigüedad, también tu pueblo y el de al lado. Dos ciudades enfrentadas, siendo Éfeso el lugar al que un comerciante parte desde Siracusa para dejar embarazada a su esposa, quien da a luz a dos bebés a los que llama Antífolo. Pero el padre, que se viene arriba, decide comprar otro par de gemelos, a los que llama Dromio, para que sirvan de criados a los primeros. La versión turkish de la Tribu de los Brady se verá truncada cuando, de vuelta a Siracusa, una tormenta separa a Madre + Antífolo 1+ Dromio 1 y a Padre + Antífolo 2 + Dromio 2 = dos hijos que deciden partir a la edad de 25 años a Éfeso en busca de su otra mitad, sin saber la sarta de enredos que pueden desatarse en las tierras del kebap y El Gran Bazar.

La premisa de La comedia de los enredos es una historia clásica que nos transporta al exotismo del Mediterráneo antiguo, el de las naves tras cuyas velas se cuentan historias, donde Zorba el Griego es el hit recurrente y el vestuario de Arantxa Ezquerro sería la envidia de Cleopatra.

Y es que, si hay algo que diferencia a esta comedia de la obra original de Shakespeare son matices tales como ese vendedor de cupones en un mercadillo donde se venden “mejillones de Artemisa”, o la genialidad para que palabras como “impito” y “carne en barra” puedan convivir en una misma frase. Después tenemos al elenco, a esos dos “pares” de gemelos que te harán olvidar a las Olsen y los Weasley en hora y media de función, por no hablar de un resto del reparto que provoca cascadas en tus mejillas sin que te des cuenta. Porque la obra es algo así como si a Shakespeare le diera por comer chistorra en vez de fish & chips mientras El Mundo de Jimmy Fontana  suena de fondo.

La comedia de los enredos, obra de la compañía Tres Tristes Tigres Teatro y éxito teatral tras su paso por citas como el Festival de Teatro de Almagro, toma lo mejor del texto original, adaptado por Carlota Pérez y Reverte Mañas y dirigido por Alberto Castrillo-Ferrer, para aportar el toque castizo, discutir sutilmente ciertas temáticas como el feminismo entre coreografías a lo Single Ladies, y hacer de un arte tan ligado a la tierra como es el teatro la mejor forma de crear lo impredecible.

Una historia que nació años ha en algún garito griego por obra de un poeta del que poco más se supo, siendo el romano Plauto quien recuperaría el mito adaptándolo al estilo italiano, más concretamente al género considerado como Commedia dell’Arte. Finalmente sería Shakespeare quien convertiría La comedia de las equivocaciones en su obra más corta, publicada en 1547.

Casi medio milenio después, La comedia de los enredos llega a Madrid y Silvia de Pé, quien interpreta a la pasional y feminista Adriana, me concede una entrevista donde caben desde Arya Stark hasta esos muchos motivos para ir al teatro:

Silvia, he visto que has hecho de todo: cine, televisión, teatro y hasta, incluso, dirección de teatro. ¿Con qué te quedas?

Sí, estoy dirigiendo teatro desde hace 4 años y me encanta, pero soy actriz desde hace 20 . . . Si tengo que escoger me quedo con el teatro.

¿Por qué?

Es de lo que más he hecho. Es un arte en directo, en el que notas al público en comunicación directa. Algo efímero, muy especial, que está pasando en ese momento.

¿Qué tenéis en común Adriana y tú?

Nuestra defensa de la mujer, ya que en aquella época la mujer tenía que estar a las órdenes del hombre. Hay frases del personaje que mantengo grabadas para siempre, pues Alberto me ha regalado un personaje maravilloso, con mucha energía.

¿Leíste el texto original de Shakespeare?

Sí, Alberto me llamó para proponerme el personaje y volví a leérmelo.

¿Puede que la gente tenga un concepto más “trágico” de Shakespeare?

Sí, además la gente relaciona a los grandes autores con material menos ligero, en el que se habla un idioma extraño y todo es más denso. Pero en esa ruptura radica el encanto de esta obra.

¿Qué tiene La Comedia de los Enredos que no tenga la versión shakesperiana?

La versión de Carlota la acerca al humor de nuestros días, y Alberto ha metido mucha mano a la hora de hacerla diferente: un Shakespeare de 1 hora y media, donde se rompe la cuarta pared y se incluyen más enredos totalmente nuevos que no incluía la obra original.

¿Cuál sería tu papel soñado?

El de cualquier mujer poderosa, que tenga cosas que decir y busque su lugar en el mundo.

¿La Celestina o Bernarda Alba?

Bernarda Alba.

¿Leia o Escarlata O’Hara?

¡Leia! Me vuelve loca Star Wars. ¡Pregúntame por Juego de Tronos, por favor!

¿Y serías?

¡Arya Stark!

¿Turquía o Italia?

Me quedo con Italia.

¿ Y una razón para ir a veros antes de irte de vacaciones?

Que durante 1 hora y media te vas a olvidar de todos tus pequeños problemas y vas a salir con dolor de tripa de tanto reírte.

La gran Silvia de Pé y el resto de actores de La comedia de los enredos estarán hasta el próximo 3 de septiembre en el Teatro Bellas Artes de Madrid asomándose por una pared invisible. Una que permite que nos olvidemos de lo lejos que queda esa playa de Fuengirola mientras abrazamos el necesario arte de llorar de risa.

Porque el verano de interior no siempre es tan malo y existe arte en streaming más allá de Netflix o HBO.

Tampoco es que en Poniente rían mucho estos días.

El Teatro de Bellas Artes comienza a llenarse y yo me pongo a escribir mis anotaciones, pero el teatro es como ese amante que te arranca la ropa y te dice que te dejes de preámbulos. Y así, poco a poco, las luces se apagan, el telón se eleva y mis piernas comienzan a temblar; hay algo en el aire, una magia que llevaba tiempo sin experimentar y que da comienzo cuando dos narradores, o la versión lúgubre-festiva de las Musas de Hércules, comienzan a contarnos la historia no de un par de gemelos, sino de dos, rompiendo una cuarta pared que en algún momento te dan ganas de pedir un vermut para compartirlo con el brillante equipo de La comedia de los enredos.

Todo comienza en Siracusa y Éfeso, los Israel y Palestina de la Antigüedad, también tu pueblo y el de al lado. Dos ciudades enfrentadas, siendo Éfeso el lugar al que un comerciante parte desde Siracusa para dejar embarazada a su esposa, quien da a luz a dos bebés a los que llama Antífolo. Pero el padre, que se viene arriba, decide comprar otro par de gemelos, a los que llama Dromio, para que sirvan de criados a los primeros. La versión turkish de la Tribu de los Brady se verá truncada cuando, de vuelta a Siracusa, una tormenta separa a Madre + Antífolo 1+ Dromio 1 y a Padre + Antífolo 2 + Dromio 2 = dos hijos que deciden partir a la edad de 25 años a Éfeso en busca de su otra mitad, sin saber la sarta de enredos que pueden desatarse en las tierras del kebap y El Gran Bazar.

La premisa de La comedia de los enredos es una historia clásica que nos transporta al exotismo del Mediterráneo antiguo, el de las naves tras cuyas velas se cuentan historias, donde Zorba el Griego es el hit recurrente y el vestuario de Arantxa Ezquerro sería la envidia de Cleopatra.

Y es que, si hay algo que diferencia a esta comedia de la obra original de Shakespeare son matices tales como ese vendedor de cupones en un mercadillo donde se venden “mejillones de Artemisa”, o la genialidad para que palabras como “impito” y “carne en barra” puedan convivir en una misma frase. Después tenemos al elenco, a esos dos “pares” de gemelos que te harán olvidar a las Olsen y los Weasley en hora y media de función, por no hablar de un resto del reparto que provoca cascadas en tus mejillas sin que te des cuenta. Porque la obra es algo así como si a Shakespeare le diera por comer chistorra en vez de fish & chips mientras El Mundo de Jimmy Fontana  suena de fondo.

La comedia de los enredos, obra de la compañía Tres Tristes Tigres Teatro y éxito teatral tras su paso por citas como el Festival de Teatro de Almagro, toma lo mejor del texto original, adaptado por Carlota Pérez y Reverte Mañas y dirigido por Alberto Castrillo-Ferrer, para aportar el toque castizo, discutir sutilmente ciertas temáticas como el feminismo entre coreografías a lo Single Ladies, y hacer de un arte tan ligado a la tierra como es el teatro la mejor forma de crear lo impredecible.

Una historia que nació años ha en algún garito griego por obra de un poeta del que poco más se supo, siendo el romano Plauto quien recuperaría el mito adaptándolo al estilo italiano, más concretamente al género considerado como Commedia dell’Arte. Finalmente sería Shakespeare quien convertiría La comedia de las equivocaciones en su obra más corta, publicada en 1547.

Casi medio milenio después, La comedia de los enredos llega a Madrid y Silvia de Pé, quien interpreta a la pasional y feminista Adriana, me concede una entrevista donde caben desde Arya Stark hasta esos muchos motivos para ir al teatro:

Silvia, he visto que has hecho de todo: cine, televisión, teatro y hasta, incluso, dirección de teatro. ¿Con qué te quedas?

Sí, estoy dirigiendo teatro desde hace 4 años y me encanta, pero soy actriz desde hace 20 . . . Si tengo que escoger me quedo con el teatro.

¿Por qué?

Es de lo que más he hecho. Es un arte en directo, en el que notas al público en comunicación directa. Algo efímero, muy especial, que está pasando en ese momento.

¿Qué tenéis en común Adriana y tú?

Nuestra defensa de la mujer, ya que en aquella época la mujer tenía que estar a las órdenes del hombre. Hay frases del personaje que mantengo grabadas para siempre, pues Alberto me ha regalado un personaje maravilloso, con mucha energía.

¿Leíste el texto original de Shakespeare?

Sí, Alberto me llamó para proponerme el personaje y volví a leérmelo.

¿Puede que la gente tenga un concepto más “trágico” de Shakespeare?

Sí, además la gente relaciona a los grandes autores con material menos ligero, en el que se habla un idioma extraño y todo es más denso. Pero en esa ruptura radica el encanto de esta obra.

¿Qué tiene La Comedia de los Enredos que no tenga la versión shakesperiana?

La versión de Carlota la acerca al humor de nuestros días, y Alberto ha metido mucha mano a la hora de hacerla diferente: un Shakespeare de 1 hora y media, donde se rompe la cuarta pared y se incluyen más enredos totalmente nuevos que no incluía la obra original.

¿Cuál sería tu papel soñado?

El de cualquier mujer poderosa, que tenga cosas que decir y busque su lugar en el mundo.

¿La Celestina o Bernarda Alba?

Bernarda Alba.

¿Leia o Escarlata O’Hara?

¡Leia! Me vuelve loca Star Wars. ¡Pregúntame por Juego de Tronos, por favor!

¿Y serías?

¡Arya Stark!

¿Turquía o Italia?

Me quedo con Italia.

¿ Y una razón para ir a veros antes de irte de vacaciones?

Que durante 1 hora y media te vas a olvidar de todos tus pequeños problemas y vas a salir con dolor de tripa de tanto reírte.

La gran Silvia de Pé y el resto de actores de La comedia de los enredos estarán hasta el próximo 3 de septiembre en el Teatro Bellas Artes de Madrid asomándose por una pared invisible. Una que permite que nos olvidemos de lo lejos que queda esa playa de Fuengirola mientras abrazamos el necesario arte de llorar de risa.

Porque el verano de interior no siempre es tan malo y existe arte en streaming más allá de Netflix o HBO.

Tampoco es que en Poniente rían mucho estos días.

mm
Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.