Vengo a hacer las paces contigo, a enterrar el hacha de guerra. Te he boicoteado hasta donde me alcanza la memoria. Por eso, vengo a plantearte que firmemos este pacto que he querido llamar el Armisticio del Amor Propio. Con él, te aceptaré incondicionalmente tal y como eres, sin comparaciones odiosas. Celebraré cada imperfección, mimándote.

Dejaré de ocultarte cuando llegue el buen tiempo para que puedan acariciarte el sol y el agua del mar. Te protegeré del frío invernal y te demostraré que para presumir no hace falta provocarte un gripazo o una hipotermia. Te defenderé como una Madre de Dragones de los comentarios de quienes intenten hacerte sentir mal. En los días de bajón, te animaré con un bonito detalle, una prenda que dé gustera o con un plan de alfombra roja, en compañía o en el que tú seas la estrella indiscutible. Te sustentaré con buenos alimentos y te daré caprichos sin culpa. No te someteré más a estresantes y dolorosos planes de ‘belleza’, descerebradas dietas ni a sesiones de gimnasio que dejarían la tortura medieval en comedia de enredos.

En definitiva, te cuidaré y te amaré, porque eres el pequeño gran reino donde voy a habitar toda la vida y te mereces lo mejor.

No te voy a sabotear más

Sí, te he torpedeado vilmente cada vez que he repasado por la mañana mi reflejo frente al espejo. Pero eso se ha acabado. Se han terminado los escaneos con ojo inquisidor de cada una de mis partes y extremidades, señalando con dedo acusador ese vello de ahí, esas estrías de allá, ese pelo indomable… Me he enfadado contigo por esa lorza nueva y te he echado en cara cómo, cada año nuevo que pasa, me cuesta más mantenerte como te ‘quieren’ aquellos que no te van a querer nunca. A partir de ahora, multiplicaré los momentos dedicados a darte todas mis atenciones, ya sea en casa –con automasajes, baños relajantes con copa de vino, libro y música con los que sumergirse en un mar de bienestar–, como planeando una ‘viaje’ que envuelva todos los sentidos y te dé por fin lo que te mereces: relajación y placer.  

self love love myself be true i love me loving yourself

Voy a aprender a cuidarte

He puesto mi creatividad a trabajar en la empresa más vil y te he llamado “cardo”, “culo carpeta”, “pantobillera”, “cara cráter”, “tabla de planchar” y todos los calificativos dañinos que se me han ocurrido hasta tener ganas de desterrarte a la Fortaleza de la Soledad, por franqueo y sin posibilidad de devolución. Te he obligado a gustarle a ESA persona que le ‘da sentido’ a mi vida, cuando yo misma soy contenido y continente, significado y significante.

Te he tratado mal si no me he gustado con ninguna prenda, cuando te merecías un letrero luminoso que pusiera: “¡ERES TOP!”. Por eso, me comprometo a lucirte con lo que más te favorezca sin perder mi idiosincrasia.

No volveré a enfrentarme a la desesperada a luchas prometeicas contra las máquinas de cardio o a prácticas frustrantes que vayan contra mis habilidades, sino que te mantendré en forma con actividades divertidas que me motiven, que me ayuden a equilibrar la mente, con las que pueda liberar endorfinas y que me permitan estar en contacto con la naturaleza, desconectar con mis amigos y rematar el día compartiendo unas birras con ellos.

fitness tired amy schumer lazy nothing

Voy a dejar de sentirme culpable

Me voy a responsabilizar de mi bienestar, aprendiendo a escucharte y tomando alimentos saludables y sabrosos, pero también dándome gustazos, sin remordimientos ni mandangas. Desterraré de mi vocabulario el verbo ‘pecar’ y, ya que me doy un capricho gastronómico, al menos que sea como una auténtica chef sibarita, aprendiendo a elaborarlo personalmente.

Siento no haberte perdonado la erosión del paso del tiempo, y no haber celebrado suficientemente todo lo vivido, las lecciones aprendidas y la sabiduría adquirida. Ya no pensaré en usar el maquillaje como en una forma de disimular los signos de cansancio, de la edad (y de la tristeza, que también tenemos derecho) con los que me indicas que tengo que descansar más y dedicarme más tiempo. A partir de ahora, lo haré para hidratar y cuidar el rostro, me lo plantearé como un juego de colores y ‘looks’ y, en definitiva, para ayudarme a ser yo misma y sacar mi belleza natural. Y, vale, prometo que, de la misma forma que me maquillo, iré por la vida con el mismo orgullo y la misma alegría a cara lavada pero, sobre todo, sacaré las ganas de desmaquillarme antes de acostarme (¡A Netflix pongo por testigo de que así lo haré!).  

lady gaga hunt

Prometo reírme de mí misma

Te pido disculpas por haber dejado, en más de una ocasión, el sentido del humor en un bolsillo de algún pantalón perdido en el fondo del armario. Te doy mi palabra de que pondré de mi parte por volver a reírme de mí misma, a combatir los bajones, pero también a no fustigarme por tenerlos y a vivirlos como parte del proceso de la vida. Me ayudaré inspirándome con el ingenio y el talento de mujeres como Ana Belén Rivero, Laura Pacheco, Sarah Andersen o Agustina Guerrero (‘La Volátil’). Desde ‘hashtags’ como #EffYourBeautyStandards, #BodyPositive, #LoveYourself, y a través de la actitud de mujeres como Kathleen Hanna, Amanda Palmer, Amy Schumer o Ana Matronic queda de manifiesto que todas tenemos inseguridades y complejos con nuestro cuerpo, pero no nos queda otra que plantarle cara a todo el que nos intente convencer de que tenemos que mortificar nuestro cuerpo, nuestro santuario.


Buscaré el placer en las pequeñas cosas

Me centraré más en mi crecimiento personal en vez de dedicarle mi tiempo a temas insustanciales y tóxicos (= intentar ‘mejorarte’). Buscaré el placer en las pequeños cosas de la vida y en plantearme retos intelectuales, ya sea aprendiendo un idioma o intentando resolver un cubo de Rubik.   

Aceptaré y celebraré las singularidades de las demás chicas. Me pondré en su lugar cuando sus inseguridades las atormenten y les tenderé mi mano para ayudarles a que esos días grises vuelvan a sonar como la voz de Tracyanne Campbell en las canciones de Camera Obscura, como la de Nico en ‘Chelsea Girl’ o como la melodía que deseen. Seré la más incansable y apasionada defensora de esta fiesta de la diversidad de los cuerpos, porque nuestras piernas y brazos, a los que tantas faltas hemos sacado, nos han llevado hasta donde hemos decidido y nos han ayudado a alcanzar lo que nos hemos propuesto. Y porque el ingenio de nuestras cabezas y la honestidad de nuestros corazones, bien lo valen.

Este es un Armisticio de Amor Propio Universal y un compromiso de por vida. ¿Lo firmas?

Dejaré de ocultarte cuando llegue el buen tiempo para que puedan acariciarte el sol y el agua del mar. Te protegeré del frío invernal y te demostraré que para presumir no hace falta provocarte un gripazo o una hipotermia. Te defenderé como una Madre de Dragones de los comentarios de quienes intenten hacerte sentir mal. En los días de bajón, te animaré con un bonito detalle, una prenda que dé gustera o con un plan de alfombra roja, en compañía o en el que tú seas la estrella indiscutible. Te sustentaré con buenos alimentos y te daré caprichos sin culpa. No te someteré más a estresantes y dolorosos planes de ‘belleza’, descerebradas dietas ni a sesiones de gimnasio que dejarían la tortura medieval en comedia de enredos.

En definitiva, te cuidaré y te amaré, porque eres el pequeño gran reino donde voy a habitar toda la vida y te mereces lo mejor.

No te voy a sabotear más

Sí, te he torpedeado vilmente cada vez que he repasado por la mañana mi reflejo frente al espejo. Pero eso se ha acabado. Se han terminado los escaneos con ojo inquisidor de cada una de mis partes y extremidades, señalando con dedo acusador ese vello de ahí, esas estrías de allá, ese pelo indomable… Me he enfadado contigo por esa lorza nueva y te he echado en cara cómo, cada año nuevo que pasa, me cuesta más mantenerte como te ‘quieren’ aquellos que no te van a querer nunca. A partir de ahora, multiplicaré los momentos dedicados a darte todas mis atenciones, ya sea en casa –con automasajes, baños relajantes con copa de vino, libro y música con los que sumergirse en un mar de bienestar–, como planeando una ‘viaje’ que envuelva todos los sentidos y te dé por fin lo que te mereces: relajación y placer.  

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Voy a aprender a cuidarte

He puesto mi creatividad a trabajar en la empresa más vil y te he llamado “cardo”, “culo carpeta”, “pantobillera”, “cara cráter”, “tabla de planchar” y todos los calificativos dañinos que se me han ocurrido hasta tener ganas de desterrarte a la Fortaleza de la Soledad, por franqueo y sin posibilidad de devolución. Te he obligado a gustarle a ESA persona que le ‘da sentido’ a mi vida, cuando yo misma soy contenido y continente, significado y significante.

Te he tratado mal si no me he gustado con ninguna prenda, cuando te merecías un letrero luminoso que pusiera: “¡ERES TOP!”. Por eso, me comprometo a lucirte con lo que más te favorezca sin perder mi idiosincrasia.

No volveré a enfrentarme a la desesperada a luchas prometeicas contra las máquinas de cardio o a prácticas frustrantes que vayan contra mis habilidades, sino que te mantendré en forma con actividades divertidas que me motiven, que me ayuden a equilibrar la mente, con las que pueda liberar endorfinas y que me permitan estar en contacto con la naturaleza, desconectar con mis amigos y rematar el día compartiendo unas birras con ellos.

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Voy a dejar de sentirme culpable

Me voy a responsabilizar de mi bienestar, aprendiendo a escucharte y tomando alimentos saludables y sabrosos, pero también dándome gustazos, sin remordimientos ni mandangas. Desterraré de mi vocabulario el verbo ‘pecar’ y, ya que me doy un capricho gastronómico, al menos que sea como una auténtica chef sibarita, aprendiendo a elaborarlo personalmente.

Siento no haberte perdonado la erosión del paso del tiempo, y no haber celebrado suficientemente todo lo vivido, las lecciones aprendidas y la sabiduría adquirida. Ya no pensaré en usar el maquillaje como en una forma de disimular los signos de cansancio, de la edad (y de la tristeza, que también tenemos derecho) con los que me indicas que tengo que descansar más y dedicarme más tiempo. A partir de ahora, lo haré para hidratar y cuidar el rostro, me lo plantearé como un juego de colores y ‘looks’ y, en definitiva, para ayudarme a ser yo misma y sacar mi belleza natural. Y, vale, prometo que, de la misma forma que me maquillo, iré por la vida con el mismo orgullo y la misma alegría a cara lavada pero, sobre todo, sacaré las ganas de desmaquillarme antes de acostarme (¡A Netflix pongo por testigo de que así lo haré!).  

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Prometo reírme de mí misma

Te pido disculpas por haber dejado, en más de una ocasión, el sentido del humor en un bolsillo de algún pantalón perdido en el fondo del armario. Te doy mi palabra de que pondré de mi parte por volver a reírme de mí misma, a combatir los bajones, pero también a no fustigarme por tenerlos y a vivirlos como parte del proceso de la vida. Me ayudaré inspirándome con el ingenio y el talento de mujeres como Ana Belén Rivero, Laura Pacheco, Sarah Andersen o Agustina Guerrero (‘La Volátil’). Desde ‘hashtags’ como #EffYourBeautyStandards, #BodyPositive, #LoveYourself, y a través de la actitud de mujeres como Kathleen Hanna, Amanda Palmer, Amy Schumer o Ana Matronic queda de manifiesto que todas tenemos inseguridades y complejos con nuestro cuerpo, pero no nos queda otra que plantarle cara a todo el que nos intente convencer de que tenemos que mortificar nuestro cuerpo, nuestro santuario.


Buscaré el placer en las pequeñas cosas

Me centraré más en mi crecimiento personal en vez de dedicarle mi tiempo a temas insustanciales y tóxicos (= intentar ‘mejorarte’). Buscaré el placer en las pequeños cosas de la vida y en plantearme retos intelectuales, ya sea aprendiendo un idioma o intentando resolver un cubo de Rubik.   

Aceptaré y celebraré las singularidades de las demás chicas. Me pondré en su lugar cuando sus inseguridades las atormenten y les tenderé mi mano para ayudarles a que esos días grises vuelvan a sonar como la voz de Tracyanne Campbell en las canciones de Camera Obscura, como la de Nico en ‘Chelsea Girl’ o como la melodía que deseen. Seré la más incansable y apasionada defensora de esta fiesta de la diversidad de los cuerpos, porque nuestras piernas y brazos, a los que tantas faltas hemos sacado, nos han llevado hasta donde hemos decidido y nos han ayudado a alcanzar lo que nos hemos propuesto. Y porque el ingenio de nuestras cabezas y la honestidad de nuestros corazones, bien lo valen.

Este es un Armisticio de Amor Propio Universal y un compromiso de por vida. ¿Lo firmas?

Tags : Actividades
mm
Lisérgica y de culo inquieto. De pequeña, pedí aprender a dibujar y me apuntaron a natación, porque "es más útil en caso de desastre natural, hija". Tengo el superpoder de iniciar congas. Nunca fui reina del baile en el instituto. Mientras urdo mi venganza, escribo.