En Madrid, un teatro me llama a gritos. Acudo a la llamada. Las luces de neón me saludan desde lo alto. Me invitan a pasar, a refugiarme de la lluvia que lleva días cayendo sobre mi cabeza.

Estoy en los Teatros Luchana, situados ¡oh, sorpresa! en la calle Luchana. Este espacio es un antiguo cine reconvertido en teatro. Una bonita excepción en llamativos tonos rojos entre los edificios grises de la ciudad. Un desafío al frenético desarrollo de los acontecimientos que se dedica a cerrar salas de lo que sea como si no hubiera un mañana, vamos.

Como mi casa es vieja y está plagada de igualmente viejas escaleras de madera, me he venido aquí a ver El ascensor. Ya sabes… a ver qué se siente. Siempre había pensado que los ascensores son lugares más bien pequeños y propicios para los encuentros incómodos. Te introduces en la caja de metal y en el último segundo, cuando las puertas están a puntito de cerrarse, un zapato desgastado se cuela en la rendija y la cara de tu vecino el del tercero asoma resoplante. Si no hubiera corrido tendría que haber esperado unos dos minutos hasta que el ascensor volviera a bajar, entiéndelo.

Créditos: pase gráfico (Marta Lizcano)

El caso es que en este thriller romántico-musical la cosa da mucho más de sí. Tras un apagón en el edificio, Emma y Mark se quedan encerrados. Aparentemente no tienen relación alguna, más allá del hecho de que Mark acude a una entrevista en la oficina de Emma. Sin embargo, una fuerte conexión surge desde el primer momento. Y no solo entre los personajes, porque la pasión llega hasta la última fila del teatro.

Fuera del ascensor se encuentra John, el marido de Emma, con el que acaba de tener una fuerte discusión que ha hecho que la pareja se distancie. En buen momento, John. Esto y el poco espacio que hay en el cubículo— propicia que Mark y Emma se acerquen. Pero no solo de amor y desamor está hecho el mundo, ni tampoco esta obra. Suspense, tensión… El ascensor lo tiene todo.

Créditos: Teatros Luchana

Por cierto, ¿he mencionado ya que se trata de un musical? Pues sí. José Masegosa firma no solo el guion sino también las canciones, que no son piezas aisladas en la producción sino fragmentos perfectamente integrados en la historia en forma de pensamientos, conversaciones y discusiones. La música es interpretada por el pianista Berto Inarejo en riguroso directo, lo cual es una gozada para los oídos. Cada vez soy más fan de la música en vivo, os lo digo.

“Lo que sucede en un ascensor no queda en un ascensor, que esto no es Las Vegas”

Poco a poco, a través de saltos en el tiempo, iremos descubriendo algunos secretos de los protagonistas. Y que lo que sucede en un ascensor no queda en un ascensor, que esto no es Las Vegas. De hecho, la obra está ambientada en el Nueva York del siglo XXI. Una advertencia: la intriga se mantiene literalmente hasta el último segundo de la obra, así que no es apta para personas cardíacas…

La obra recae en los Teatros Luchana gracias al apoyo y patrocinio de ‘Fain Ascensores’, y después de haber ganado el Premio al Mejor Espectáculo Musical y el Premio del Público en el concurso Talent Madrid 2016. Ahí es nada. Con canciones como Será hoy, interpretadas en esta ocasión por Daniel Garod, Desiree Moreno y César Casado, llegarás a apasionarte con los personajes como si fueras tú quien estuviera viviendo la historia.

Aunque pueda parecer que hay pocos personajes, cosa bastante inusual en el género musical, la verdad es que el trío canta que se sale y te hace olvidarte de ello. A esto hay que sumarle el hecho de que muchas escenas se desarrollan dentro del ascensor, como es lógico, y por tanto la movilidad de los personajes es reducida. Sin embargo, Daniel, Desiree y César llenan el escenario y harán que los nombres de Mark, Emma y John resuenen en tu cabeza mucho después de abandonar el teatro.

FAIN Ascensores patrocina la obra

Descubre lo que puede pasar en un ascensor a partir del próximo 10 de marzo, todos los sábados y domingos. Date prisa, porque las puertas se cierran el 1 de abril.

Y tú, ¿has vivido algo curioso dentro de un ascensor?

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Crecí en el norte y viajo buscando el mar. Me encanta el olor de los laboratorios de fotografía y los libros viejos. A veces me pongo digital y escribo en blogs sobre cosas.