¿Por qué nos gusta el picante? ¿Qué puede conducir a un adulto en posesión de sus plenas facultades mentales a meterse algo en la boca que objetivamente va a hacerle pasar un mal rato?

 

No, la mente humana no debería funcionar así. Somos cortoplacistas por naturaleza, y si caemos en la tentación del alioli o en la del (demasiado) alcohol es porque sus efectos nos son gratos de inmediato, mientras que sus más nefastas consecuencias no se manifiestan hasta más tarde. Con suerte no hasta la mañana siguiente.

El placer-dolor del picante transita pues por la frontera del masoquismo, un terreno de la psicología en el que este blog preferiría no entrar.

Ruleta rusa de pizza: en este restaurante de Nueva Zelanda, una de las porciones de pizza lleva un ración extra de picante extrapicante. Ideal para compartir con amigos

Más tranquilizadora resulta la explicación evolutiva conductista de algunos expertos, según la cual la sustancia que contiene el picante (capsaicina) ayuda a disminuir la tensión arterial y tiene efectos antimicrobianos. Así, algo enterrado en lo más profundo de nuestro cerebro primitivo nos dice que el picante es bueno para nosotros.

(Siguiendo este mismo razonamiento, ¿debemos inferir que aquellos a los que no les gusta el picante son especímenes más evolucionados?)

Otra explicación que os gustará es que el picante tiene efectos afrodisíacos.

Sea así o no, la ciencia, con sus microscopios y sus juegos de química, ha analizado el asunto y ha establecido una escala para medir la virulencia de los picantes. Como una escala Richter pero para terremotos que ocurren en tu boca.

Se llama escala Scoville, en honor del químico americano que la desarrolló hace justo cien años. En ella puedes observar una completa tabla de los picantes ilustrada con una muy gráfica escala de colores. Del verde, que no pica nada, subiendo por el amarillo de alerta, va pasando al naranja peligro, llega al rojo vivo y acaba en el negro color muerte.

¿Y cuál es el chile más criminal del mundo? Según el Instituto Chili Pepper de la Universidad de Nuevo Mexico (sí, ¡existe!), las pruebas de cromatografía dicen que es el Trinidad Moruga Scorpion, originario del distrito de Moriga de Trinidad y Tobago.

 “Picante: la manera que tiene la naturaleza de recordarte quién manda” – El Trinidad Moruga Scorpion tiene este aspecto tan arrugado y poco apetitoso que podéis ver. (Foto de I Love It Spicy)

Lo de Scorpion viene porque su efecto en la lengua se asemeja a la picada de un escorpión. (Me pregunto qué demente habrá probado ambas cosas para poder hacer el símil.)

Nosotros no somos tan sádicos, y os hemos preparado un ranking de picantes un poco menos bestia, de más a menos picante, y os indicamos en qué platos y restaurantes podéis probarlos.

Probadlos y disfrutad sufriendo:
1. Bhut Jolokia: rozando lo insoportable, se usa en la India como condimento, pero también como repelente de elefantes (lo esparcen por las vallas de las fincas) y en los sprays de defensa.
2. Chile habanero: crece originalmente en el Amazonas, y se consume sobre todo en México y en Perú. Tiene un sabor afrutado y cítrico, y se puede encontrar en todo tipo de salsas y también se introduce en botellas de tequila y mezcal para darle un toque incendiario a este tipo de bebidas.
3. Ojo de pájaro: también conocidos como Thai chili, es un pimiento bastante extendido en todo el Sudeste asiático, por lo que se usa para condimentar todo tipo de platos de la cocina tailandesa, vietnamita y filipina.
4. Jalapeño: mexicanos, se comen en una amplia variedad de platos, enteros o en rodajas, o bien secados y ahumados en la deliciosa salsa chipotle.
5. Pimientos de Padrón: “unos pican y otros no”. Son, como todo el mundo sabe, de Padrón, en la provincia gallega de A Coruña. La estadística dice que el porcentaje de picantes se sitúa entre un 10 y un 25% de los pimientos, y la sabiduría popular ha desarrollado un divertido abanico de métodos para reconocer los picantes: que si lo que tiene forma puntiaguda, que si los del rabillo más corto o aquellos a los que la sal no se adhiere…
6. Tabasco: aunque su nombre alude al estado mexicano y a los chiles que allí crecen, la salsa Tabasco es la marca de una salsa picante que se produce en el estado de Luisiana, en Estados Unidos. Existen muchas variedades de la salsa, y su uso se ha extendido a todo tipo de alimentos, aunque es de uso típicamente yanqui.
7. Peperoncino: habitual en las mesas de toda Italia, ya sea para aderezar ensaladas o pizzas, como parte de la conocida salsa putanesca para la pasta, o la no tan conocida amatriciana.

 

PS1: ¡¡Advertencia!!: acercaros al picante con moderación y, sobre todo, evitadlo si tenéis úlceras u otro tipo de problemas gástricos.

PS2: ¡¡Soluciones!!: en próximos días os explicaremos qué soluciones y trucos (¡con base científica!) existen para calmar el picor. Permaneced atentos y aguantad hasta entonces…

 

No, la mente humana no debería funcionar así. Somos cortoplacistas por naturaleza, y si caemos en la tentación del alioli o en la del (demasiado) alcohol es porque sus efectos nos son gratos de inmediato, mientras que sus más nefastas consecuencias no se manifiestan hasta más tarde. Con suerte no hasta la mañana siguiente.

El placer-dolor del picante transita pues por la frontera del masoquismo, un terreno de la psicología en el que este blog preferiría no entrar.

Ruleta rusa de pizza: en este restaurante de Nueva Zelanda, una de las porciones de pizza lleva un ración extra de picante extrapicante. Ideal para compartir con amigos

Más tranquilizadora resulta la explicación evolutiva conductista de algunos expertos, según la cual la sustancia que contiene el picante (capsaicina) ayuda a disminuir la tensión arterial y tiene efectos antimicrobianos. Así, algo enterrado en lo más profundo de nuestro cerebro primitivo nos dice que el picante es bueno para nosotros.

(Siguiendo este mismo razonamiento, ¿debemos inferir que aquellos a los que no les gusta el picante son especímenes más evolucionados?)

Otra explicación que os gustará es que el picante tiene efectos afrodisíacos.

Sea así o no, la ciencia, con sus microscopios y sus juegos de química, ha analizado el asunto y ha establecido una escala para medir la virulencia de los picantes. Como una escala Richter pero para terremotos que ocurren en tu boca.

Se llama escala Scoville, en honor del químico americano que la desarrolló hace justo cien años. En ella puedes observar una completa tabla de los picantes ilustrada con una muy gráfica escala de colores. Del verde, que no pica nada, subiendo por el amarillo de alerta, va pasando al naranja peligro, llega al rojo vivo y acaba en el negro color muerte.

¿Y cuál es el chile más criminal del mundo? Según el Instituto Chili Pepper de la Universidad de Nuevo Mexico (sí, ¡existe!), las pruebas de cromatografía dicen que es el Trinidad Moruga Scorpion, originario del distrito de Moriga de Trinidad y Tobago.

 “Picante: la manera que tiene la naturaleza de recordarte quién manda” – El Trinidad Moruga Scorpion tiene este aspecto tan arrugado y poco apetitoso que podéis ver. (Foto de I Love It Spicy)

Lo de Scorpion viene porque su efecto en la lengua se asemeja a la picada de un escorpión. (Me pregunto qué demente habrá probado ambas cosas para poder hacer el símil.)

Nosotros no somos tan sádicos, y os hemos preparado un ranking de picantes un poco menos bestia, de más a menos picante, y os indicamos en qué platos y restaurantes podéis probarlos.

Probadlos y disfrutad sufriendo:
1. Bhut Jolokia: rozando lo insoportable, se usa en la India como condimento, pero también como repelente de elefantes (lo esparcen por las vallas de las fincas) y en los sprays de defensa.
2. Chile habanero: crece originalmente en el Amazonas, y se consume sobre todo en México y en Perú. Tiene un sabor afrutado y cítrico, y se puede encontrar en todo tipo de salsas y también se introduce en botellas de tequila y mezcal para darle un toque incendiario a este tipo de bebidas.
3. Ojo de pájaro: también conocidos como Thai chili, es un pimiento bastante extendido en todo el Sudeste asiático, por lo que se usa para condimentar todo tipo de platos de la cocina tailandesa, vietnamita y filipina.
4. Jalapeño: mexicanos, se comen en una amplia variedad de platos, enteros o en rodajas, o bien secados y ahumados en la deliciosa salsa chipotle.
5. Pimientos de Padrón: “unos pican y otros no”. Son, como todo el mundo sabe, de Padrón, en la provincia gallega de A Coruña. La estadística dice que el porcentaje de picantes se sitúa entre un 10 y un 25% de los pimientos, y la sabiduría popular ha desarrollado un divertido abanico de métodos para reconocer los picantes: que si lo que tiene forma puntiaguda, que si los del rabillo más corto o aquellos a los que la sal no se adhiere…
6. Tabasco: aunque su nombre alude al estado mexicano y a los chiles que allí crecen, la salsa Tabasco es la marca de una salsa picante que se produce en el estado de Luisiana, en Estados Unidos. Existen muchas variedades de la salsa, y su uso se ha extendido a todo tipo de alimentos, aunque es de uso típicamente yanqui.
7. Peperoncino: habitual en las mesas de toda Italia, ya sea para aderezar ensaladas o pizzas, como parte de la conocida salsa putanesca para la pasta, o la no tan conocida amatriciana.

 

PS1: ¡¡Advertencia!!: acercaros al picante con moderación y, sobre todo, evitadlo si tenéis úlceras u otro tipo de problemas gástricos.

PS2: ¡¡Soluciones!!: en próximos días os explicaremos qué soluciones y trucos (¡con base científica!) existen para calmar el picor. Permaneced atentos y aguantad hasta entonces…