No hay nada más rancio sobre el planeta Tierra que esa típica leyenda de que comprando a última hora encuentras los mejores chollos. ¿Pero estamos locos o qué? Eso es más falso que un billete de siete euros.

Vivimos en un mundo extraño en el que convive la tecnología más avanzada (oh! Internet, divino tesoro) con viejas creencias y mitos del pasado que afirman cosas muy locas. Si no reenvías este mail a todos tus contactos, te caerá una maldición gitana. Facebook será de pago a no ser que copies este texto en tu muro. Si compras un billete de avión el mismo día del vuelo, te sale mucho más barato. No te hagas líos. Nada de esto es cierto.

Respecto a los vuelos, la realidad es que los billetes de avión son más baratos con una anticipación en torno a dos meses. A partir de ahí, el coste va subiendo hasta alcanzar su máximo el mismo día del despegue. Así que, ya sabes lo que toca: reserva con tiempo para pagar menos. ¿Lo demás? Un cuento chino.

Lo que queda a última hora son bocatas de chopped

Se puede aprender mucho de cómo actuar en Internet, simplemente pensando qué haríamos o cómo funcionaría esto en la vida real. Por ejemplo, cuando yo era pequeño, fui a un campamento volante, de esos que vas de aquí para allá con el saco de dormir a cuestas. En esas jornadas maratonianas, lo único que nos servía de acicate para llegar a nuestro destino era la promesa del bocadillo al llegar. Llegábamos todos en tropel, y allí estaba: una caja enorme marrón llena de bocadillos envueltos en papel de plata. Había de tortilla de patata, de jamón, de lomo con queso, chorizo, etc… Si llegabas tarde porque habías estado holgazaneando durante la jornada, ¿sabes qué te encontrabas de cena? Efectivamente, los bocatas de chopped que nadie quería. Pues con las reservas on line, pasa igual. Si llegas el último, te toca lo que nadie quiere.

No hagas caso de ‘cuñadismos’

Seguro que tú también conoces a ese “colega” insufrible que te da palmadas en la espalda y se ríe con sonoras carcajadas. Esa persona repelente que aparece de vez en cuando en tu vida para decirte que lo suyo es lo mejor. Su tema favorito de conversación es él mismo. Cuando te cuenta sus vacaciones, resulta que estuvo en un crucero espectacular porque se esperó al último minuto y encontró un ‘chollazo’ que le salía la estancia casi regalada. Se pasó diez días en una tumbona a cuerpo de rey por lo que aquí vale un café. Pues te voy a contar un secreto: lo que le tocó al final fue un bocata de chopped en una piscina de bolas. Y a precio de jamón cuatro jotas.

Cuidemos del lenguaje, por favor 

Se puede hablar bien, o se puede hablar mal. No hay más. Como decía Oscar Wilde: “Sólo hay dos tipos de libros, los que están bien escritos y los que no.” Así que hazte un favor y habla con propiedad. Sé de esas personas que da gusto escuchar. No uses palabras tan cutres como: “chollo”. Solo superada por su prima hermana: “ganga”. En fin, una fiesta de la vulgaridad sobre la cual la RAE debería poner cartas en el asunto cuanto antes, porque Cervantes ya está harto de revolverse en la tumba con las patadas que le están dando al español. Un idioma solemne. Un lenguaje creado para hablar con los dioses. Si te tomas tu tiempo para preparar las vacaciones, obtendrás un precio asequible y, además, hablarás bien.

Una política de vacaciones muy correcta

Ha llegado a mis oídos una nueva tendencia en política de empresa que me ha parecido una idea brillante. Algunas grandes compañías están premiando a los empleados que, a principios de año, ya le dan a recursos humanos sus vacaciones para todo el año. En algunos sitios, incluso les dan un sobresueldo por hacerlo. Otro ejemplo más de que si planificas, te sale todo mejor. No sólo con el precio de tu vuelo o la estancia en el hotel, sino que tu empresa te recompensa por ello, ya que así puede organizarse para contratar a alguien para las suplencias, modificar organigramas y evita imprevistos innecesarios. Bravo. Un win-win de manual. ¿Por qué no se nos habrá ocurrido antes?

En definitiva: las mejores cosas, requieren tiempo

Cuando se trata de conseguir lo que quieres, no queda otra. Tiempo, esfuerzo y dedicación. Cuando le fui a pedir a mi mujer que se casara conmigo, no lo hice en medio de una cucharada de sopa que de pronto me vino un aire y le solté: ¿te casas conmigo o qué? Estuve durante meses planeando un viaje a Roma, reservé en un romántico restaurante, busqué el momento exacto y finalmente me dijo que sí. Las cosas son así, no lo he inventado yo. Cuanto más tiempo y esfuerzo dediques en algo, más posibilidades tienes de que salga bien.

Créditos: License CC0

Digo esto de pedir matrimonio porque ahora mismo estoy en la cresta del amor. Pero la filosofía es la misma para cualquier cosa que quieras. Si quieres irte a recorrer Estados Unidos tú solo con tu mochila, planéalo bien. Si tu ilusión es hacer el Interrail con tus amigos por Europa, planéalo bien. Si necesitas desconectar e irte a una casa rural donde no haya nada que hacer salvo respirar aire fresco, planéalo bien. Sino ya sabes lo que toca: bocata de chopped.

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Lo que más me gusta del siglo XXI es que todavía seguimos usando un palo metálico que pone El Siguiente para distinguir nuestra compra de la de los demás en el supermercado.