Aunque acompañes tu última foto en Instagram, esa en la que anuncias el final de tus vacaciones, con treinta hashtags cargados de dramatismo, sabes que volver a la rutina tampoco está nada mal. Sobre todo cuando sabes cómo divertirte.

A priori, decir adiós a las largas jornadas bajo el sol, a los mojitos al borde de la piscina y a los chapuzones en la playa no te hace ni pizca de gracia. Para qué engañarnos, que se acabe el verano se te antoja una tragedia de enormes dimensiones, el suceso más dramático que te ha tocado vivir desde que supiste que las Spice Girls se separaban. Pero, espera un segundo, ¿y si te cuento que, si te lo montas bien, septiembre será la bomba? No, no me he vuelto loca. Solo digo que te puedes tomar el final de las vacaciones de la misma manera que afrontas una ruptura sentimental: sintiéndote el ser más desafortunado del planeta o abriendo bien los ojos, dispuesto a no dejar escapar ninguna buena oportunidad que se te presente.

En la vida, como en el amor, cuando se cierra una puerta se abren mil ventanas. ¿Qué pasa, acaso te estás perdiendo con tanta metáfora? Te lo diré clarito: hay un montón de cursos, escapadas y planes que te permitirán exprimir al máximo este mes (y los que le siguen). Yo de ti estaría muy atento.

planes vuelta al cole

Viajar nos permite crecer, ser más grandes de lo que éramos. Y no me refiero a los kilos que cogemos tras días empeñados en probar todo lo que la gastronomía del lugar puede ofrecernos; hablo de lo mucho que aprendemos cada vez que nos sumergimos de lleno en una nueva cultura.

Esa es la razón por la que al volver a nuestros lugares de origen con frecuencia nos sentimos vacíos, con la sensación de que, hasta el agosto que viene, nada ni nadie nos enseñará nada nuevo. La realidad, sin embargo, demuestra que estamos equivocados: en septiembre la mayoría de escuelas abren de nuevo sus puertas, así que no hay mejor momento que este para convertirse en auténticos maestros jedi de lo que se nos antoje. Las posibilidades abarcan desde dar una oportunidad a ese idioma que aún se te resiste hasta aprender a cocinar, pasando por aquellas técnicas que liberarán de un largo encierro al genial artista que hay en ti.  

En caso de que prefieras cualquier tortura medieval a estar entre fogones, retomar tus clases de italiano o ponerte a crear como si fueras la reencarnación del mismísimo Miguel Ángel, que no cunda el pánico, que la lista de cursos de los que vas a poder disfrutar es más larga que la de suspensos que ha acumulado Froilán a lo largo de su vida.

Aunque ya no tengas vacaciones, sigue conociendo mundo

Hay estudios que demuestran que estar más de tres meses sin hacer una escapadita debilita tu sistema inmunitario, acelera la aparición de arrugas y hace que tu piel empiece a adquirir una tonalidad verdosa. Bueno, vale, tal vez esté poniendo un poco de imaginación al tema, pero sé de lo que hablo cuando digo que coger cualquier medio de transporte y plantarte en algún otro lugar de Europa es la mejor manera de desconectar y cargar pilas de nuevo.

Aunque ya hayas agotado todas tus vacaciones, no te lamentes, que un fin de semana puede dar para mucho. Dos días te permitirán, por ejemplo, conocer ciudades no muy grandes (y cercanas a nuestro país) como Oporto, Lisboa, Lyon o Florencia. ¿Que no te apetece practicar idiomas? San Sebastián, Bilbao o Sevilla son otras maravillosas opciones para salir de tu zona de confort y, de paso, darte una alegría. Te lo digo por experiencia: unos ricos pinchos o un rebujito bien fresquito son capaces de arrancar una sonrisa -e incluso unos cuantos bailoteos- hasta al mismísimo Lord Voldemort. Además, por si esto fuera poco, viajar en temporada baja te ahorrará largas colas y una suma considerable de dinero.

Ocio en tiempos de economía de guerra

Aunque después de las vacaciones tu cuenta corriente suela acabar más vacía que el cerebro de un concursante de Gran Hermano, con un poco de paciencia podrás encontrar descuentos de lo más interesantes en salas de escape, museos o centros de belleza. ¿Que solo concibes el ocio alrededor de una mesa con comida? Un vermut, una merienda o una cena en buena compañía pueden salirte muy baratos si buscas bien. Y tú que creías que con tan poco dinero solo ibas a poder salir de casa para ir a tirar la basura…

 

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De turisteo… en tu propia ciudad

De tus vacaciones has vuelto con unos kilitos de más, un fantástico bronceado y un montón de conocimientos, tantos que acabas de escribir a los de la Lonely Planet con algunos datos que crees que deberían incluir en la próxima reedición de su guía.

Lo paradójico del caso es que la gran cantidad de cosas que has aprendido sobre tu destino de veraneo supera con creces a lo que sabes sobre tu propia ciudad, esa en la que llevas viviendo más de treinta años. Por eso, ahora que tus obligaciones laborales te impiden volar lejos, quizá sea un buen momento para calzarte unas cómodas deportivas y empaparte de la historia, leyendas y tradiciones de las calles que te han visto crecer. Convertirte en guiri en tu propia casa, además, solo tiene ventajas: te ahorrarás el jet lag, ninguna compañía aérea perderá tus maletas y seguirás durmiendo en tu cama. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?

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Lo primero que hago al llegar a la playa es buscar el punto más elevado al que huir en caso de tsunami. Soy así de previsora. Cuando no estoy buscando salidas de emergencia o comprando conservas para llenar la despensa del búnker, voy al cine, leo, duermo y finjo ser normal.