Este verano, #AitanaWar se tomarán la revancha por no enviar Lo malo a Eurovisión. ¿Pero aún puede aparecer otro bombazo Caribe Mix? Por el momento, Fórmula Abierta y Leticia Sabater ya se han puesto el autotune a punto.

Demasiado fue lo del año pasado. En enero de 2017 se publicó la matraca de Luis Fonsi y Daddy Yankee y todo el mundo sabía que iba a ser la canción del verano. Desde el barrio de La Perla al mundo entero, Despacito creó un bucle constante, un éxito global que aceptó todo tipo de versiones y refritos de Doritos. Si echamos la vista atrás, mucho antes de los primeros posados de Ana Obregón o el nacimiento de la operación bikini, los éxitos de los años setenta no tienen nada que ver con los de ahora. ¿Evolución o involución musical?

Los hits de las verbenas y las orquestas

Se trata más de un fenómeno sociológico que musical. Hace unos 40 años, la moda de la canción del verano nos llegó desde Italia. Además de a la Carrá, el festival “Una canzone per l’estate” trajo a España los primeros petardazos que comenzaron a sonar en la radio. La calidad musical era lo de menos, cosa que se ha mantenido hasta ahora. Un estribillo pegadizo y bailable, y el resto estaba hecho.

En nuestro país, Cuando calienta el sol fue el primer hit traído desde Cuba por los Hermanos Rigual  en 1961. Pocos años después, Fórmula V fueron los jefes de las radiofórmulas. Ahora sé que me quieres, Eva María o Vacaciones de verano son recordadas por muchos españoles que soñaban con sus primeras vacaciones en Benidorm. Después de aquello, el Manhattan español solo coronó a María Jesús (la de los pajaritos) y a Ylenia como reinas del Levante.

Sin embargo, estas leyendas suenan poco en el Spotify de los Dj’s de Ibiza. Sus auténticos valedores son los que se dejan la voz en las fiestas de los pueblos del interior; sus mayores abanderados las orquestas, y las señoras que bailan en pareja.

Canciones bizarras antes del nuevo milenio

No hablamos de un disco de Fangoria. Ojalá, pero las canciones del verano de los ochenta y los noventa se gestaron en los platós de televisión. La estética kitsch y las letras fantasía colonizaron año tras año los chiringuitos y las barbacoas. Georgie Dann fue, y es, el máximo exponente. Gracias por La Cerveza de 2013.

Todas y todos hemos cogido cariño a esas canciones, y nos enfadaremos mucho si no se cuela algún baile machacón de King África. Una buena fiesta sea el año que sea tiene que incluir lo hortera de los 2000. Todo el mundo se sigue dejando la piel con Sonia y Selena y el Aserejé de Las Ketchup. Pero tampoco hace falta que nos sigamos torturando, aún más, con un Opá o Colgando en tus manos. Ese daño ya fue mayúsculo.

De Sevilla a la Casa Blanca

Antes de que Internet permitiera los fenómenos virales, un dúo sevillano consiguió calar hondo en los corazones de todo el mundo. La Macarena es todo un hito y nuestro emblema más universal, después de Lola Flores. Durante catorce semanas, estuvo en el número uno de Billboard, y todo espacio era perfecto para bailarla, desde la Super Bowl de fútbol americano a la Casa Blanca.

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Ya hemos dejado claro que los bailes son la fantasía en sí. Realizar movimientos sin sentido con los brazos nos da la vida. Coreografías como las de Waka Wak(anda) o Del pita del han demostrado que es un plus que recibamos influencias de todo el mundo, desde África a la India.

La década electrolatina

El auténtico rey del verano es el electrolatino desde hace algunos años. Amado por Suma Latina y medio planeta, y odiado por la otra mitad, sigue siendo lo que más atrapa. El “pa’ mala yo” será un himno en todas las fiestas, pero también estará Jennifer López y sus cien featurings hasta que le den el anillo.

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Corista atarantado, periodista y coleccionista. Ilustrado de la caja tonta de los noventa, amante de los G5 Belts y escéptico del queso. Tráeme patatas fritas un jueves, Cuéntame hará el resto.