Que levanten la mano los que hayan ido a Londres. Bien. Ahora los que hayan recorrido París o Roma. Vale. Que se unan los que hayan viajado a Nueva York o a Japón. Muy bien, veo muchas manos levantadas, se nota que somos culos inquietos. Ahora, por favor, que mantengan el dedo en alto solo aquellos trotamundos que hayan visitado Lisboa.

Pero cómo es posible, almas de cántaro. Cómo puede ser que nos liemos la manta a la cabeza para recorrer medio mundo y le prestemos tan poca atención a las maravillas que tenemos a la puerta de casa. ¿Será que nos hemos quedado todos un poquito en la idea cavernícola del Portugal rancio de las toallas al kilo y los gallos para suegras y primos?

[redbox text=”Es así, Lisboa es ese sitio mágico en el que no hay sinpa que valga porque ¡cuanto más compras más ahorras!” position=”right”]

Pero no te preocupes, porque si hay que resetear nuestra concepción de la capital vecina, se resetea y punto. Porque no queremos ser los Jon Snow del turisteo, ¿verdad? Pues vamos a revisar algunas cosas importantes sobre Lisboa que a lo mejor no tenemos claras.

En Lisboa los euros tienen una esperanza de vida mucho más larga

Lo de irnos a un sitio a tiro de piedra tiene muchas ventajas, entre ellas que los billetes están tan baratos que prácticamente sería delito no hacerse con ellos. Además, si necesitas apretarte el cinturón y no quieres perder comba de todo lo que se cuece en el centro, hay hoteles con muy buena relación calidad-precio para hacer la parada de boxes de rigor. Claro que si te ves con ánimos (y fondos) para sacar a pasear la Lomana que llevas dentro, puedes soltarte la melena en sitios como el Palacete Chafariz del Rei, una mezcla entre ambiente paradisíaco y decadencia retro con una terraza para quedarse a vivir en ella.

Una foto publicada por Chafariz del Rei (@chafarizdelrei) el

 
Pero, volviendo a la realidad de la mayoría de nuestras carteras, la verdad es que Lisboa es ridículamente barata comparada con otras grandes ciudades. Allí es fácil encontrar menús del día por menos de 6 euros, o sentarte en cualquier bar y pagar por dos cafés lo que pagarías por uno aquí. Y tres cuartos de lo mismo si te aventuras a comprar en alguna de sus muchas tiendas. Es así, Lisboa es ese sitio mágico en el que no hay sinpa que valga porque ¡cuanto más compras más ahorras!

En Lisboa se habla es portugués, inglés y lo que tú quieras

Lisboa es como yo: se jacta de saber decir en todos los idiomas “do you speak english?”. Es lo que tiene no haber catado nunca el doblaje y disfrutar de todas las películas y series yanquis en versión original. Así que nada de contenerse y a hablar por los codos. Verás que todo el mundo es súper amable y allí le dan a la lengua de Shakespeare prácticamente todos. Eso sí, si vas a intentar sobrevivir únicamente a base de esportugués, ni se te ocurra decirle a ningún cocinero que la comida ha estado “exquisita”, porque en español querrás decir que te ha sabido a gloria bendita, pero en portugués le estarás diciendo que estaba todo asqueroso. Ojito con los idiomas parecidos que a veces son muy trols.

Lisboa

En Lisboa el Tajo se viene arriba y parece un mar

Porque Lisboa tiene mar pero no. Para toparte con el Océano Atlántico tendrás que desplazarte a las afueras de la ciudad, pero dentro de ella tendrás la desembocadura del Tajo, que es tan grande que creerás estar frente al mar. Podrás disfrutar de él desde sitios como la Plaza del Comercio, una de las plazas más importantes del país, donde tuvo lugar la revolución de los claveles, o desde la Torre de Belem, que una de esas visitas obligadas que merecen la pena (no por nada fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO). Si desde allí echas un ojo al Puente 25 de Abril y piensas: esto se parece muchísimo al Golden Gate de San Francisco, es porque ambos fueron construidos por la misma empresa, que claramente no vio necesidad de plantearse un diseño nuevo si otro ya le había funcionado. Llámalo auto-homenaje, llámalo auto-plagio, llámalo trabajar es muy cansado y diseñar el mismo puente dos veces, PARA QUÉ.

PUENTE25ABRIL

Lisboa es tan rica que te la comerías

Una de las cosas que más sorprende cuando visitas Portugal en general y Lisboa en concreto, es lo bien que se come en prácticamente todos los sitios. Que se nos va mucho la lengua elogiando la cocina italiana o la francesa pero pocas veces se oye lo mismo de la de nuestros vecinos ibéricos. Al lado de la misma Torre de Belem, el Monasterio de los Jerónimos y el Monumento a los Conquistadores, hay una pastelería que está pidiendo a gritos ser incluida también como patrimonio de la humanidad. Se llama Pastéis de Belém (R. Belém 84-92) y aunque seguramente haya cola cuando intentes entrar, hazme caso, la espera merece totalmente la pena. Dentro podrás degustar los que podrían ser los mejores pastelitos de nata, canela y azúcar del mundo. De hecho, están tan ricos, que su receta es secreta, conocida solo por tres personas que elaboran el relleno en una sala cerrada y nunca viajan juntos por si pudieran fallecer los tres en un accidente. Ninguna tontería estos pastelitos.

  Una foto publicada por Ricardo Oliveira (@ricardojmoliveira) el

En Lisboa el tranvía no es solo cuqui

Lisboa es una ciudad que se puede recorrer a pie perfectamente. Y ese es parte de su encanto, caminar y perderse por su calles para descubrir qué sorpresas puedes encontrar. Entonces, ese invento del tranvía, ¿qué? Pues no es solo una cuestión de cuquismo y fiebre por lo vintage para atraer turistas. Es que Lisboa está en cuesta. Todo el rato. Y como es además impepinable que te asomes por todas sus colinas para descubrir toda la ciudad a ojo de pájaro y disfrutar de su famosa luz, a ver quién es el listo que escala todo a pata. O el coche o autobús que aguanta tamaña inclinación. La línea más típica es la 28, pero, ya que esto es una de las pocas cosas un poquito caras de la ciudad, te recomiendo que compres un pase para todo el día y así puedas aprovechar la inversión mejor.

Tranvía Lisboa

Lisboa es una superviviente

Si hiciéramos un reality de Supervivientes con las capitales europeas, Lisboa, a la chita callando, llegaría a la final sin despeinarse. Solo el hecho de haber sobrevivido a varios seísmos devastadores sacando de esa tragedia cosas tan hermosas como el Convento de Carmo, que perdió su tejado en el terremoto de 1755 y lejos de venirse abajo se ha convertido en visita obligatoria espectacular, hacen de esta ciudad una Rocky Balboa total.

Una foto publicada por @tlo_trvls el

Lisboa es viejoven

Ojo, porque Lisboa tiene mucha historia detrás y es viejuna en el sentido más bonito de la palabra, sí, pero también es rabiosamente joven. Si lo tuyo es el arte moderno, ni se te ocurra saltarte la visita de rigor al Museo de Arte Contemporáneo Berardo (está muy cerquita de Belem). Y si lo que te pide el cuerpo es un fado animado (que sí, te juro que también los hay) o directamente darle alegría al esqueleto moviéndote con un copazo en la mano, estás de suerte, porque la noche en Lisboa no tiene nada que envidiarle a la de Madrid. Pásate por el Bairro Alto (barrio tranquilito de día, loba desatada de noche) o si lo prefieres, date una vuelta por los locales cercanos al puerto, entre ellos Pensao Amor, un ex burdel reconvertido donde ponerte ciego a cócteles.

Museo Berardo

Así que ya sabe, ex Jon Snow, que se note lo que sabemos. Todos a meterse en la boca de Iberia sin miedo, que el año que viene volvemos a pasar lista.

Pero cómo es posible, almas de cántaro. Cómo puede ser que nos liemos la manta a la cabeza para recorrer medio mundo y le prestemos tan poca atención a las maravillas que tenemos a la puerta de casa. ¿Será que nos hemos quedado todos un poquito en la idea cavernícola del Portugal rancio de las toallas al kilo y los gallos para suegras y primos?

[redbox text=”Es así, Lisboa es ese sitio mágico en el que no hay sinpa que valga porque ¡cuanto más compras más ahorras!” position=”right”]

Pero no te preocupes, porque si hay que resetear nuestra concepción de la capital vecina, se resetea y punto. Porque no queremos ser los Jon Snow del turisteo, ¿verdad? Pues vamos a revisar algunas cosas importantes sobre Lisboa que a lo mejor no tenemos claras.

En Lisboa los euros tienen una esperanza de vida mucho más larga

Lo de irnos a un sitio a tiro de piedra tiene muchas ventajas, entre ellas que los billetes están tan baratos que prácticamente sería delito no hacerse con ellos. Además, si necesitas apretarte el cinturón y no quieres perder comba de todo lo que se cuece en el centro, hay hoteles con muy buena relación calidad-precio para hacer la parada de boxes de rigor. Claro que si te ves con ánimos (y fondos) para sacar a pasear la Lomana que llevas dentro, puedes soltarte la melena en sitios como el Palacete Chafariz del Rei, una mezcla entre ambiente paradisíaco y decadencia retro con una terraza para quedarse a vivir en ella.

Una foto publicada por Chafariz del Rei (@chafarizdelrei) el

 
Pero, volviendo a la realidad de la mayoría de nuestras carteras, la verdad es que Lisboa es ridículamente barata comparada con otras grandes ciudades. Allí es fácil encontrar menús del día por menos de 6 euros, o sentarte en cualquier bar y pagar por dos cafés lo que pagarías por uno aquí. Y tres cuartos de lo mismo si te aventuras a comprar en alguna de sus muchas tiendas. Es así, Lisboa es ese sitio mágico en el que no hay sinpa que valga porque ¡cuanto más compras más ahorras!

En Lisboa se habla es portugués, inglés y lo que tú quieras

Lisboa es como yo: se jacta de saber decir en todos los idiomas “do you speak english?”. Es lo que tiene no haber catado nunca el doblaje y disfrutar de todas las películas y series yanquis en versión original. Así que nada de contenerse y a hablar por los codos. Verás que todo el mundo es súper amable y allí le dan a la lengua de Shakespeare prácticamente todos. Eso sí, si vas a intentar sobrevivir únicamente a base de esportugués, ni se te ocurra decirle a ningún cocinero que la comida ha estado “exquisita”, porque en español querrás decir que te ha sabido a gloria bendita, pero en portugués le estarás diciendo que estaba todo asqueroso. Ojito con los idiomas parecidos que a veces son muy trols.

Lisboa

En Lisboa el Tajo se viene arriba y parece un mar

Porque Lisboa tiene mar pero no. Para toparte con el Océano Atlántico tendrás que desplazarte a las afueras de la ciudad, pero dentro de ella tendrás la desembocadura del Tajo, que es tan grande que creerás estar frente al mar. Podrás disfrutar de él desde sitios como la Plaza del Comercio, una de las plazas más importantes del país, donde tuvo lugar la revolución de los claveles, o desde la Torre de Belem, que una de esas visitas obligadas que merecen la pena (no por nada fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO). Si desde allí echas un ojo al Puente 25 de Abril y piensas: esto se parece muchísimo al Golden Gate de San Francisco, es porque ambos fueron construidos por la misma empresa, que claramente no vio necesidad de plantearse un diseño nuevo si otro ya le había funcionado. Llámalo auto-homenaje, llámalo auto-plagio, llámalo trabajar es muy cansado y diseñar el mismo puente dos veces, PARA QUÉ.

PUENTE25ABRIL

Lisboa es tan rica que te la comerías

Una de las cosas que más sorprende cuando visitas Portugal en general y Lisboa en concreto, es lo bien que se come en prácticamente todos los sitios. Que se nos va mucho la lengua elogiando la cocina italiana o la francesa pero pocas veces se oye lo mismo de la de nuestros vecinos ibéricos. Al lado de la misma Torre de Belem, el Monasterio de los Jerónimos y el Monumento a los Conquistadores, hay una pastelería que está pidiendo a gritos ser incluida también como patrimonio de la humanidad. Se llama Pastéis de Belém (R. Belém 84-92) y aunque seguramente haya cola cuando intentes entrar, hazme caso, la espera merece totalmente la pena. Dentro podrás degustar los que podrían ser los mejores pastelitos de nata, canela y azúcar del mundo. De hecho, están tan ricos, que su receta es secreta, conocida solo por tres personas que elaboran el relleno en una sala cerrada y nunca viajan juntos por si pudieran fallecer los tres en un accidente. Ninguna tontería estos pastelitos.

  Una foto publicada por Ricardo Oliveira (@ricardojmoliveira) el

En Lisboa el tranvía no es solo cuqui

Lisboa es una ciudad que se puede recorrer a pie perfectamente. Y ese es parte de su encanto, caminar y perderse por su calles para descubrir qué sorpresas puedes encontrar. Entonces, ese invento del tranvía, ¿qué? Pues no es solo una cuestión de cuquismo y fiebre por lo vintage para atraer turistas. Es que Lisboa está en cuesta. Todo el rato. Y como es además impepinable que te asomes por todas sus colinas para descubrir toda la ciudad a ojo de pájaro y disfrutar de su famosa luz, a ver quién es el listo que escala todo a pata. O el coche o autobús que aguanta tamaña inclinación. La línea más típica es la 28, pero, ya que esto es una de las pocas cosas un poquito caras de la ciudad, te recomiendo que compres un pase para todo el día y así puedas aprovechar la inversión mejor.

Tranvía Lisboa

Lisboa es una superviviente

Si hiciéramos un reality de Supervivientes con las capitales europeas, Lisboa, a la chita callando, llegaría a la final sin despeinarse. Solo el hecho de haber sobrevivido a varios seísmos devastadores sacando de esa tragedia cosas tan hermosas como el Convento de Carmo, que perdió su tejado en el terremoto de 1755 y lejos de venirse abajo se ha convertido en visita obligatoria espectacular, hacen de esta ciudad una Rocky Balboa total.

Una foto publicada por @tlo_trvls el

Lisboa es viejoven

Ojo, porque Lisboa tiene mucha historia detrás y es viejuna en el sentido más bonito de la palabra, sí, pero también es rabiosamente joven. Si lo tuyo es el arte moderno, ni se te ocurra saltarte la visita de rigor al Museo de Arte Contemporáneo Berardo (está muy cerquita de Belem). Y si lo que te pide el cuerpo es un fado animado (que sí, te juro que también los hay) o directamente darle alegría al esqueleto moviéndote con un copazo en la mano, estás de suerte, porque la noche en Lisboa no tiene nada que envidiarle a la de Madrid. Pásate por el Bairro Alto (barrio tranquilito de día, loba desatada de noche) o si lo prefieres, date una vuelta por los locales cercanos al puerto, entre ellos Pensao Amor, un ex burdel reconvertido donde ponerte ciego a cócteles.

Museo Berardo

Así que ya sabe, ex Jon Snow, que se note lo que sabemos. Todos a meterse en la boca de Iberia sin miedo, que el año que viene volvemos a pasar lista.

mm
La revolución será cuqui o no será.