Si los jueves son los nuevos sábados y los miércoles el mejor día para mover el esqueleto, ¿por qué no podemos salir a cenar un lunes? Los tiempos en que bares y restaurantes cerraban el primer día de la semana han terminado. ¡Bravo!

Los lunes no son para cualquier cosa. No es el mejor día para apuntarse al gimnasio -ay, ilusos-, ni para dejar de fumar o empezar una dieta. Confiamos en el lunes como si fuese la salvación definitiva, el día en que todo funcionará, pero nada. ¡Cómo nos gusta engañarnos! Por suerte, no todo son decepciones. Aunque, tradicionalmente, ha sido el día de descanso de bares y restaurantes, la vida moderna nos ha dado una alegría a los que, como los houdinis, no paramos quietos ni un momento. Nos gusta salir, ¿QUÉ PASA?

Lo de cenar fuera un lunes, hasta hace bien poco, era prácticamente una fantasía -‘mira, mamá, un unicornio en forma de restaurante’-. Casi tanto como encontrar un probador vacío el primer día de rebajas o un asiento libre en el metro en hora punta. Pero, poco a poco, la situación ha ido cambiando -la de los restaurantes, ¡que el metro sigue hasta los topes!-. Son muchos los locales que han decidido abrir sus puertas para que todos esos miles de hambrientos puedan satisfacer sus necesidades alimenticias incluso entre semana. Gracias, 2018, por este regalo.

¿Y por qué cenar un lunes por ahí cuando puedes estar calentito en casa? Se nota que no habla un houdinis. Cualquier avispado que tome nota de todos los consejos que damos en esta magnífica -maravillosa, excelsa, ¡grandiosa!- web sabrá que a un experto en esto del escapismo no se le ocurrirá nunca frecuentar un restaurante en plena oleada de clientes. Aquí somos más de encontrar esos rincones que pasan desapercibidos, esos pequeños placeres que están casi ocultos. Y claro, basta con que nos pongan un obstáculo para que nos lancemos a superarlo con garra y decisión. ¡Y hasta con pértiga si hace falta!

En Madrid, como paradigma de esa ciudad que nunca duerme -pero sí se echa la siesta-, encontraremos múltiples opciones para un lunes cualquiera. Del mítico Café Comercial, en pleno centro (Glorieta de Bilbao, 7), con su renovada estructura y sus vistas privilegiadas, hasta la centenaria Taberna La Ardosa (Calle de Colón, 13), con su vermut de grifo y su encanto que nunca pasa de moda, o la Taberna La Carmencita (Calle Libertad, 16), castiza a más no poder. Todo abierto el lunes para nuestro gozo y disfrute de las papilas gustativas. Y eso no es todo.

Cerca de la mismísima Puerta de Alcalá encontraremos El perro y la galleta (Calle Claudio Coello, 1), dedicado a la cocina más internacional, y al lado, el Lateral de Velázquez (Calle Velázquez, 57), uno de los locales que la cadena tiene en Madrid y que ofrecen cocina ininterrumpida durante casi toda la semana. Si cruzamos el Retiro y nos acercamos hasta Antón Martín, podemos ponernos morados a pintxos en Lamiak (Calle de la Rosa, 10) o bajar hasta Lavapiés para frecuentar Juan Raro (Calle Miguel Servet, 7). ¡Todo en lunes!

¡Siempre hay algo que celebrar! Gracias @twogirlsonespork por la foto.

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Pero si pensamos que esto no es más que una moda, una cosa de modernos que ya no saben qué hacer con su tiempo, nos equivocamos. También los restaurantes de primera línea, los estrella Michelín, se han lanzado con los brazos abiertos. El DSTAGE de Diego Guerrero (Calle de Regueros, 8), el Kabuki Wellington (Calle Velázquez, 6) de Ricardo Sanz o el StreetXO (Calle de Serrano, 52) de David Muñoz, son algunos de los exclusivos locales que abren los lunes. Siempre que encontremos reserva, claro. Que no todo va a ser tan fácil como ir y llamar a la puerta…

Créditos: License CC0

Así que, queridos houdinis, ya lo sabéis. Tabernas, pintxos, cocina internacional, un poco de sushi o ese local coqueto y apañado donde sentarse con una copa de vino. Miles de posibilidades para cenar fuera un lunes cualquiera y sin tener que recurrir a los socorridos fast food. Aunque también nos encante dejarnos caer de vez en cuando y nos pongamos de hamburguesas hasta los topes… Ay, ¡qué cruz! Nota mental: el lunes vamos al gimnasio.

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Bloguer con solera. Profesional de la palabra. Vedette del freelancismo. Inventor de la confusión. Me gano la vida escribiendo y gestionando mi imperio. Es duro, pero merece la pena.