Lo sé. Tú lees Moscú y piensas “Putin, teléfonos rojos, frío, vodka, gente antigua y comunismo”. No vas desencaminado. Pero Moscú es más que eso. En Moscú, fíjate tú qué cosa, también hay jóvenes. Y museos. Y restaurantes modernísimos. Y cosas viejas, sí, pero con el inimitable encanto de la decadencia.

“Pero, Petite, Moscú está lejísimos para un fin de semana”.

Efectivamente. La capital rusa se encuentra a unos 3.500 km de España. Cerca, lo que se dice cerca, no está.

Pero, ¿qué es un destino cercano? ¿El que no está lejos o el que es accesible? Cuando descubres que puedes encontrar un vuelo a Moscú por 100 € ida y vuelta*, la capital rusa ya no parece una opción tan disparatada para una escapadita, ¿eh?

Y, además, cuanto más lejos, más original será tu viaje y más envidia provocarás en el curro, que al final es lo único que importa.

¿Convencido? Pues haz el petate. Este el plan para una visita rapidita, pero con mucha calma.

Viernes por la tarde

Para empezar a cogerle el pulso a la ciudad, date un paseo por el Arbat , la calle peatonal más popular de la ciudad. No es especialmente sorprendente, pero sí un buen lugar para sentarte a practicar people watching, flipar con los estilismos y tomarte una hamburguesa en Shake Shack (Arbat St, 38). (Muy poco ruso, lo sé, pero está permitido porque no lo tenemos en España).

Sábado por la mañana

Carga bien la cámara porque hoy le vas a dar duro. Comienza el día en la Plaza Roja. Créeme: no importa cuántas veces hayas visto la catedral de San Basilio en fotos; cuando te encuentres frente a ella necesitarás unos minutos para entender que sí, que es real, que no estás dentro de una película, que a alguien en 1554 se le ocurrió esta fantasía arquitectónica más parecida a una tarta que a una construcción de piedra.

Una foto publicada por Petitebrunette (@thepetitebrunette) el

Después de hacer unas 500 fotos, camina hacia el Kremlin. Puedes comprar las entradas online o en las taquillas. Los tickets sencillos (no incluyen el acceso al museo de la Armería) son más que suficientes.

A continuación cruza el río y pasea tranquilamente hasta Strelka Institute (Bersenevskaya Embakment, 14). Esta moderna escuela de urbanismo tiene mucho que ver en el diseño del parque que verás más tarde. Pero antes repón fuerzas en su bar. Te lo garantizo: la comida es tan exquisita como su decoración.

Una foto publicada por Petitebrunette (@thepetitebrunette) el

Sábado por la tarde

Caminando quince minutos llegarás al museo más fascinante que he visitado nunca: New Tretyakov Gallery (Krymsky Val St, 10). Este es uno de esos casos en los que cuesta decidir si prefieres el contenido o el continente.

El contenido es una amplia colección de arte moderno ruso con obras de artistas de la Vanguardia como Malevich, Kandinsky o Popova.

El continente: un edificio de los años 80 con enormes salas, rincones llenos de plantas asalvajadas y espacios diáfanos que convierten el recorrido en una experiencia casi mística.

Una foto publicada por Petitebrunette (@thepetitebrunette) el

¿La guinda del pastel? La galería casi no tiene visitantes. Y ese contraste entre los inmensos espacios y el silencio sepulcral de las salas da la sensación de estar en un futuro distópico en el que la población ha abandonado Moscú y tú puedes pasear a tus anchas por el interior de todos sus edificios.

(Ni confirmo ni desmiento que me hubiera pasado con la cerveza antes de entrar en el museo).

Al salir sigue caminando y llegarás a Gorky Park: un oasis del buen rollo, aire fresco y modernez. Aquí tienes de todo para pasar el resto de la tarde: mucho verde, wifi, mesas de ping pong, otro museo y, si viajas en verano, hasta una playa.

¿Y para cenar? De vuelta al centro y a Saperavi (1st Tverskaya-Yamskaya st, 2). Este restaurante inició la moda de la cocina georgiana que ahora se propaga imparable por todo Moscú. Para que os hagáis una idea, uno de los platos típicos de Georgia en el kachapuri: pan relleno de queso y huevo. Y a mí me encantaron los khinkali: pseudodumplings gigantes rellenos de cosas deliciosas.

Una foto publicada por Saperavi Cafe (@saperavicafe) el

Domingo por la mañana

Hoy te mereces un desayuno de nivel, así que comienza el día en el pomposo y decadente Kafe Pushkin (Tverskoy Blvd, 26А). Puedes tomar un café y unos dulces en la planta baja o explorar el primer piso para un desayuno más sofisticado. (¿Quizás unas tortitas con caviar?).

Después pon rumbo al mercado de Izmailovsky y pasa horas paseando entre sus puestos y tratando de decidir si te llevas de recuerdo un ushanka (el clásico gorro de pelo ruso) o una matrioska con la cara de Putin. (Personalmente me inclino hacia la segunda opción en su versión más sexy).

Aprovechando que tienes que alejarte del centro, puedes invertir el ratito que te quede hasta ir al aeropuerto en visitar alguna de las espectaculares estaciones de metro de la ciudad. (Aquí una lista de las más hermosas.)

Y ahí terminará tu visita. Corta, pero intensa. Rápida, pero sin prisa. Satisfactoria, pero lo justo para que te quedes con ganas de más.

* (Actualización 29/02/2016: Yo viajé en agosto de 2015. En una búsqueda reciente veo que los vuelos están en torno a los 175 €. ¡Habrá que estar atentos a las ofertas!).

“Pero, Petite, Moscú está lejísimos para un fin de semana”.

Efectivamente. La capital rusa se encuentra a unos 3.500 km de España. Cerca, lo que se dice cerca, no está.

Pero, ¿qué es un destino cercano? ¿El que no está lejos o el que es accesible? Cuando descubres que puedes encontrar un vuelo a Moscú por 100 € ida y vuelta*, la capital rusa ya no parece una opción tan disparatada para una escapadita, ¿eh?

Y, además, cuanto más lejos, más original será tu viaje y más envidia provocarás en el curro, que al final es lo único que importa.

¿Convencido? Pues haz el petate. Este el plan para una visita rapidita, pero con mucha calma.

Viernes por la tarde

Para empezar a cogerle el pulso a la ciudad, date un paseo por el Arbat , la calle peatonal más popular de la ciudad. No es especialmente sorprendente, pero sí un buen lugar para sentarte a practicar people watching, flipar con los estilismos y tomarte una hamburguesa en Shake Shack (Arbat St, 38). (Muy poco ruso, lo sé, pero está permitido porque no lo tenemos en España).

Sábado por la mañana

Carga bien la cámara porque hoy le vas a dar duro. Comienza el día en la Plaza Roja. Créeme: no importa cuántas veces hayas visto la catedral de San Basilio en fotos; cuando te encuentres frente a ella necesitarás unos minutos para entender que sí, que es real, que no estás dentro de una película, que a alguien en 1554 se le ocurrió esta fantasía arquitectónica más parecida a una tarta que a una construcción de piedra.

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Después de hacer unas 500 fotos, camina hacia el Kremlin. Puedes comprar las entradas online o en las taquillas. Los tickets sencillos (no incluyen el acceso al museo de la Armería) son más que suficientes.

A continuación cruza el río y pasea tranquilamente hasta Strelka Institute (Bersenevskaya Embakment, 14). Esta moderna escuela de urbanismo tiene mucho que ver en el diseño del parque que verás más tarde. Pero antes repón fuerzas en su bar. Te lo garantizo: la comida es tan exquisita como su decoración.

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Sábado por la tarde

Caminando quince minutos llegarás al museo más fascinante que he visitado nunca: New Tretyakov Gallery (Krymsky Val St, 10). Este es uno de esos casos en los que cuesta decidir si prefieres el contenido o el continente.

El contenido es una amplia colección de arte moderno ruso con obras de artistas de la Vanguardia como Malevich, Kandinsky o Popova.

El continente: un edificio de los años 80 con enormes salas, rincones llenos de plantas asalvajadas y espacios diáfanos que convierten el recorrido en una experiencia casi mística.

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¿La guinda del pastel? La galería casi no tiene visitantes. Y ese contraste entre los inmensos espacios y el silencio sepulcral de las salas da la sensación de estar en un futuro distópico en el que la población ha abandonado Moscú y tú puedes pasear a tus anchas por el interior de todos sus edificios.

(Ni confirmo ni desmiento que me hubiera pasado con la cerveza antes de entrar en el museo).

Al salir sigue caminando y llegarás a Gorky Park: un oasis del buen rollo, aire fresco y modernez. Aquí tienes de todo para pasar el resto de la tarde: mucho verde, wifi, mesas de ping pong, otro museo y, si viajas en verano, hasta una playa.

¿Y para cenar? De vuelta al centro y a Saperavi (1st Tverskaya-Yamskaya st, 2). Este restaurante inició la moda de la cocina georgiana que ahora se propaga imparable por todo Moscú. Para que os hagáis una idea, uno de los platos típicos de Georgia en el kachapuri: pan relleno de queso y huevo. Y a mí me encantaron los khinkali: pseudodumplings gigantes rellenos de cosas deliciosas.

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Domingo por la mañana

Hoy te mereces un desayuno de nivel, así que comienza el día en el pomposo y decadente Kafe Pushkin (Tverskoy Blvd, 26А). Puedes tomar un café y unos dulces en la planta baja o explorar el primer piso para un desayuno más sofisticado. (¿Quizás unas tortitas con caviar?).

Después pon rumbo al mercado de Izmailovsky y pasa horas paseando entre sus puestos y tratando de decidir si te llevas de recuerdo un ushanka (el clásico gorro de pelo ruso) o una matrioska con la cara de Putin. (Personalmente me inclino hacia la segunda opción en su versión más sexy).

Aprovechando que tienes que alejarte del centro, puedes invertir el ratito que te quede hasta ir al aeropuerto en visitar alguna de las espectaculares estaciones de metro de la ciudad. (Aquí una lista de las más hermosas.)

Y ahí terminará tu visita. Corta, pero intensa. Rápida, pero sin prisa. Satisfactoria, pero lo justo para que te quedes con ganas de más.

* (Actualización 29/02/2016: Yo viajé en agosto de 2015. En una búsqueda reciente veo que los vuelos están en torno a los 175 €. ¡Habrá que estar atentos a las ofertas!).

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Creativa publicitaria por el día, lavo mi conciencia en internet por las noches. Siempre preparada para montar en un tren, avión o caballito humano en busca de nuevas vistas y buen comer.