Cuando una provincia cuenta con 300 días de sol al año no es de extrañar que las playas de sirenas, los barros milagrosos y fondos marinos dignos del capitán Nemo conviertan la Costa Cálida en pura fantasía.

Un mar nunca es suficiente

Esta primavierno está siendo una de las épocas más peliagudas que recuerdo. De esas que las mantas alcanzan a la alergia, poner la calefacción un 1 de mayo es algo normal y las ansias por lucir los tirantes me provocan problemas de insomnio. Pero quizás sea porque me hacía falta bajar un poquito más al sur, a esa querida Murcia donde una vez me harté a pasteles de carne y nadé en playas secretas.  

Así es como tras cuatro horas me planto allí, en mitad de un pueblo en cuyas fachadas lucen muestras de arte urbano de colores y ballenas, mientras el mar asoma entre las callejuelas. En la orilla, un instructor me espera con el equipo de kayak, y aunque yo voy en vaqueros, me da tiempo a ponerme el neopreno de la mejor forma que puedo.

https://www.instagram.com/p/BhmgjgggG5O/?taken-by=albertopiernas

El kayak es una de las actividades más recomendables a la hora de sumergirnos en la Costa Cálida de Murcia, más concretamente en un Mar Menor en el que se respira tranquilidad y joie de vivre. Si además le sumas los flamencos y los charcos de barros milagrosos del Parque Regional de Los Arenales y Salinas de San Pedro del Pinatar, tu mejor verano está asegurado.

Y eso que aún falta asomarse a ese otro mar: un Mediterráneo separado del Mar Menor por 22 kilómetros de hoteles, gin bars y paseos en bicicleta que te hacen sentir el rey del mundo, como DiCaprio en Titanic. Claro que, a diferencia de una cubierta limitada, aquí cuento con un paseo marítimo que termina en un faro mítico, el de Cabo de Palos. Un lugar donde además de mercadillos jugosos hay un archipiélago llamado Islas Hormigas ideal para bucear cual sirena en éxtasis.

 

Las playas que Internet aún no conoce

Sí, el Mar Menor deja el listón bien alto, pero no todo acaba aquí. De hecho, ahora que lo pienso, no estaría mal un paisaje sin coches ni hoteles de pulserita. Donde los conejos echen a correr al abrirme paso y haya caminos de baldosas amarillas que me lleven hasta playas de postal. Y qué cosas de la vida que el Parque Regional de Calblanque es incluso mejor.

Desde la propia Playa de Calblanque, ideal para ir con los peques, hasta Negrete y sus zonas naturistas, entre cuevas y bosques de pinos asomados al mar, la Región de Murcia regala un pedazo de vergel donde los malos humos y el urbanismo no son bienvenidos. Donde proteger el paraíso no es una sugerencia, sino un deber.

Entre Calblanque y Cartagena hay otras calas secretas, pero no quiero que luego digan que Internet arruinó todos esos rincones secretos que aún nos quedan por descubrir. Así que dejaré la exploración a vuestro libre albedrío, y mientras me colaré por la ciudad que habría hecho suspirar a los Lannister y los Stark: una Cartagena en cuyo puerto podemos tomar un Caldero típico, caminar por su coqueto casco antiguo o blandir la espada en uno de los teatros más gloriosos del mundo antiguo.

Una jornada que termina con un vaso de Cola Cao (con hielo) antes de irse a dormir prontito. El motivo no es otro que la hora de camino que tendremos que andar al día siguiente para descubrir uno de los lugares más vírgenes del Mediterráneo español: Cabo Tiñoso, una reserva marina protegida de fauna apabullante, playas de bandera azul y caminos a recorrer con una caña a modo de bastón gandalfiano.

Sugerencia de cualquier verano: la mejor playa siempre es aquella que está más lejos del coche.

De ballenas y surrealismo en Mazarrón

Cuando entras en Mazarrón, dudas entre si estás en otro planeta o sigues en territorio terrícola. Aquí las playas son doradas y amplias, y el viento ha esculpido en la roca monolitos llamados Erosiones de Bolnuevo que habrían encandilado a Dali y sus obras surrealistas.

Un arte al que habría sumado la cascada roja que forma el lago psicodélico de las minas abandonadas de Mazarrón. Una estampa puramente Instagram de las que pone los pelos de punta aun en pleno mes de julio.

¿Y qué será lo siguiente? ¿Un oso polar a modo de versión murciana de Lost? ¿Un sirecornio? Casi mejor; porque en Mazarrón aguardan unas playas que harán los ojos chiribitas a los amantes de Flipper y el turismo activo. Clases de yoga junto al mar, tours en quads o hasta la posibilidad de avistar delfines y ballenas durante un fin de semana son algunos de los planes a los que sucumbir. Todo ello por no hablar de las posibilidades de windsurf, vela, piragüísmo o kayak que ofrece esta tierra salvaje. Aunque aviso que también puedes venirte arriba y llegar fácilmente al último punto de la costa de Murcia.

 

©Turismo de Murcia

Águilas es lo que un corazón de espuma a un café vienés: una guinda perfecta a modo de ciudad costera donde reposar los estímulos de la Costa Cálida. Y me dirijo a vosotros también, foodies del mundo, porque sé que no rechazaréis la opción de probar una típica ensalada de pulpo o su “ajo colorao” desde el Castillo de San Juan de las Águilas, el gran orgullo de la ciudad.

El clímax perfecto de un verano murciano en el que perderse.

De los que olvidar donde dejaste el coche y  que no te importe.

Tags : Murcia
mm
Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.