Después de la magia, la amistad, la familia… o sea, va-ca-cio-nes por Navidad, muchas personas hemos vuelto hoy o hace bien poco a esa cosa llamada normalidad, o rutina, o día a día, que a menudo es percibida con una cierta dosis de pesimismo y resignación.

Y, en realidad, eres tú quien la convierte en rutina, ¿no?

La vida es un enigma continuo. Éste lo ha montado Horia Varlan en Flickr.

Evidentemente, muchos puntos del día están definidos por factores externos. O sea, si me pagan para que entre a trabajar a las 9, pues entro a las 9. Y si mi médico me ha indicado insistentemente que desayune cada día los mismos cereales, mejor que me los coma puntualmente.

Pero… ¿Qué pasa si un día decides que te comerás los cereales con palillos chinos y que antes de entrar a la oficina darás una vuelta por la manzana de más abajo?

Tampoco hay que pasarse, pues podría resultar que hacer algo especial se convirtiera en rutinario. Pero esas pequeñas cosas impulsivas, inesperadas, sorprendentes, pueden cambiarte la vida o, simplemente, alegrarte el día.

Puedes decidir que cada semana tendrá un color distinto. La semana del rojo, y te vestirás con prendas rojas, comerás frutas rojas, pondrás una manta roja encima del sofá, comerás sólo chicles de fresa y habrá Lambrusco en la nevera.

Y esos pequeños homenajes. Hoy te mereces ir a cenar a un restaurante nuevo, y muy bueno, porque sí.

O sacas esa libretita para cosas varias y haces una previsión de una aportación cada mes hasta agosto para irte en septiembre a algún lugar del mundo que te mueras por conocer.

O sorpréndele, le gustará. Te gustará que le guste.

¿Seguro que no se te ocurre nada? Si cierras los ojos 20 segundos y piensas “ahora mismo lo daría todo por…” ¿Qué? ¿Te vale?

Por suerte, y aunque a veces la rutina lo esconda, la vida es un continuo enigma. ¿De verdad sabes lo que pasará luego de ahora? Sorpréndete.

Después de la magia, la amistad, la familia… o sea, va-ca-cio-nes por Navidad, muchas personas hemos vuelto hoy o hace bien poco a esa cosa llamada normalidad, o rutina, o día a día, que a menudo es percibida con una cierta dosis de pesimismo y resignación.

Y, en realidad, eres tú quien la convierte en rutina, ¿no?

La vida es un enigma continuo. Éste lo ha montado Horia Varlan en Flickr.

Evidentemente, muchos puntos del día están definidos por factores externos. O sea, si me pagan para que entre a trabajar a las 9, pues entro a las 9. Y si mi médico me ha indicado insistentemente que desayune cada día los mismos cereales, mejor que me los coma puntualmente.

Pero… ¿Qué pasa si un día decides que te comerás los cereales con palillos chinos y que antes de entrar a la oficina darás una vuelta por la manzana de más abajo?

Tampoco hay que pasarse, pues podría resultar que hacer algo especial se convirtiera en rutinario. Pero esas pequeñas cosas impulsivas, inesperadas, sorprendentes, pueden cambiarte la vida o, simplemente, alegrarte el día.

Puedes decidir que cada semana tendrá un color distinto. La semana del rojo, y te vestirás con prendas rojas, comerás frutas rojas, pondrás una manta roja encima del sofá, comerás sólo chicles de fresa y habrá Lambrusco en la nevera.

Y esos pequeños homenajes. Hoy te mereces ir a cenar a un restaurante nuevo, y muy bueno, porque sí.

O sacas esa libretita para cosas varias y haces una previsión de una aportación cada mes hasta agosto para irte en septiembre a algún lugar del mundo que te mueras por conocer.

O sorpréndele, le gustará. Te gustará que le guste.

¿Seguro que no se te ocurre nada? Si cierras los ojos 20 segundos y piensas “ahora mismo lo daría todo por…” ¿Qué? ¿Te vale?

Por suerte, y aunque a veces la rutina lo esconda, la vida es un continuo enigma. ¿De verdad sabes lo que pasará luego de ahora? Sorpréndete.