Playa, naturaleza, grandes urbes, historia milenaria y todo tipo de manifestaciones culturales, eso es México. Una explosión para los sentidos. No te dejes engañar por los clichés que te han llegado de México toda la vida: sombrero mexicano, mariachis, Speedy González, fast food gomosa en el súper…

México es mucho mejor que todo eso: luz, pasión, historia, energía, alegría, buena gente, riquísima comida… Me resulta hasta difícil encontrar por dónde empezar.

Por eso, una vez que uno pasa de los tópicos y se planta allí, lo que hace es disfrutar sin parar. Chela (cerveza) en mano, toca recorrer parajes mayas, ruinas alucinantes, playas paradisíacas, enormes ciudades llenas de vida, rodearte de artesanía preciosa…

Y también toca ponerse las botas pero a base de bien. Y es que la gastronomía mexicana es un temazo. Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO en 2010. Pocos bocados tan sabrosos como el conjunto de la comida de allá. Y tan bonitos: los colores vivos mezclados en el plato deleitan no solo el paladar sino también la vista. En mi último viaje a México me dediqué bastante al noble arte de mover el bigote, y os voy a contar lo que aprendí y mis favoritos aquí. Tomad nota y poneos babero:

Sopes

Los sopes son como un equivalente a nuestros aperitivos o tapitas pequeñas. Por lo general consisten en una tortita de maíz con diferentes formas, y cosas varias por encima: carne, queso, guacamole, ¡ñam! A mí me las servían mucho como botanas (traducido: bocaditos entre horas, aperitivo, snack), y la verdad, menudo vicio. ¿Que dónde se comen las mejores? Eso hay que preguntárselo siempre a los lugareños. En mi caso tuvimos el acierto de decirle un “tenemos hambre” a tiempo al taxista que habíamos contratado para ir a la maravilla de Chichén Itzá. Pues bien: nos paró en una aldea de carretera en la que comimos -asesorados por él, por supuesto, ya de perdidos al río- unos sopecitos que se me quedaron grabados.

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Tacos

Si eres de los que confunden tacos con burritos… ¡mal! Los tacos son las tortillas de maíz pequeñas (más o menos el diámetro del círculo que puedes hacer uniendo tus dedos índice y pulgar de las dos manos) sobre las que se sirve tinga de pollo, cochinita pibil, carne de res, pescado, lo que sea… Cada zona de México tiene sus tacos más característicos y allá donde fueres prueba lo que vieres. Truco: con un poco de cebolla cruda, cilantro y salsas picantes varias un taco te lleva al cielo. Si no quieres que se te salga el cerebro por las orejas no te pases echándote todas esas salsas picosas… Y si vas por Isla Mujeres y te encuentras parte de mi sesera, por favor tráemela de vuelta.

tacos de pescado
‘Foto: Henar Ortega’

 

Ceviche

Sí amigo, esto no es solo patrimonio de Perú y Chile. El ceviche en México es de camarón, de cualquier pescado blanco, de pulpo, puede llevar guacamole… Vamos, que no todo son tortas de maíz con cosas encima. En una ocasión en un punto de Quintana Roo de cuyo nombre no puedo acordarme, mis amigos y yo llegamos a darle la enhorabuena a un cocinero por la macro montaña de ceviche que nos sirvió: pantagruélico y delicioso. Y aunque no es ceviche me atrevo a hablar en este apartado del “Vuelve a la vida” o “Levanta muertos”, un mejunge a base de camarón, cangrejo, almejas, ostiones, y un montón de salsas, tomate, limón, etc. Más líquido que el habitual ceviche pero mano de santo contra las resacas. Palabra. Yo lo tomé en una palapa en un paraíso que es Tulum y ni te cuento.

Pozole

¡Ayyyy esas sopitas a las que les puedes echar de todo y que me dicen unos pajaritos que viven en el DF que también son un talismán anti-resaca! Un caldo de maíz con pollo, o cerdo, o variado, o lo que tengan en la zona, acompañado por cualquier cosa que te puedas imaginar: lechuga, limón, cebolla, rábano, chile, y ¡hasta aguacate! Todavía recuerdo aquella noche en la Zona Rosa buceando en un pozole de La Casa de Toño como si fuera un cenote…

pozole
‘Foto: Henar Ortega’

 

Mole

Te crees que es chocolate y no. Aquí no me sirven excusas tipo “es que yo no soy de los que les gusta la pizza con piña ni la mezcla dulce-salado”. Esta mezcla de chiles y especias que se queda como una salsa marrón chocolate le da un sabor brutal a los platillos, da igual una tradicional carne de res que un plato vanguardista con magret de pato. El plan bueno, ergo el que hicimos mis amigos y yo, es ir a Puebla y comer allí mismo algo con mole poblano. Su origen tiene diversas narraciones históricas: se atribuye a un guiso que hacían los aztecas, aunque otra versión de la historia cuenta que fue una monja en el siglo XVII. Sea como fuere, en el Mesón Sacristía de la Compañía de la capital poblana sirven el mejor que he probado hasta la fecha.

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Chilaquiles

Traducido para ti, que vives aquí, en la piel de toro: una especie de nachos (realmente se dice totopos) con bien de queso, bien de salsa de chile verde, algunos frijoles… Una bomba que pica, riquísima y que, atención, se suele comer para desayunar. Zas. Y aquí voy a ser sincera: yo los desayunaba protector de estómago y antiácido mediante. Con las precauciones debidas si tienes el estómago delicadito como la que escribe te comerás México desde primera hora de la mañana a base de chilaquiles.

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Y de beber…

No te puedes ir sin tomar una michelada -cerveza con clamato y tantos aderezos como quepan en tu imaginación-, menudo vicio… Y por supuesto a la mínima ocasión, margarita al canto. Un verdadero clásico. Me relamo. “¿Frozen o con piedras de hielo?”, te preguntarán. Mi respuesta: frozen, por supuesto.

Mención aparte se merece el rey: el tequila. Siempre es buen momento para tomar un tequilita, reposado, rico. Maravilloso jugo del agave -portentosa planta de la familia de las suculentas, precioso nombre dicho sea de paso-, fermentado y destilado. Tequila a cualquier hora. Es pecado irse de DF sin pasar unas horas en una de las barquitas de Xoximilco poniéndote fino a tequilas que te despachan vendedores ambulantes desde otras lanchitas. Imagínate las barcas del Retiro pero más grandes, con mesa dentro como para 15 personas, y con otros barqueros inflándote a destilado de ágave de alta graduación. Te aseguro que con ese globo la ciudad se ve… diferente, con otros ojos.

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‘Foto: Henar Ortega’

 

Un secreto, y aquí no me valen remilgos ni hacer ascos ni nada de nada: no hay como unos buenos chapulines como tapita mientras degustas un rico tequila reposado. Ah, ¿que no sabes qué son los chapulines? Echa un ojo a internet, amigo… Y para no tomar tequila no me pongas la excusa de acabar piripi porque también se puede hacer con moderación, y no hace falta acabar en el metro gritando “¡no soy ningún pendejo!”, porque no. No digo que me haya pasado a mí, ¡eh! Fue un primo de un amigo que me contó…

Para abrir boca yo te digo una cosa: en Madrid y Barcelona se va a celebrar del 22 de septiembre al 2 de octubre la Mexican Restaurant Week. Uffff es acordarme de México y salivo. Recuerdo que cuando volví me dediqué a preguntarle a todo mexicano que veía por Madrid que cuál era el restaurante más realista acá. Cada uno me ha ido diciendo una cosa, pero yo sigo enganchada a ir a todos, al que sea. En la Mexican Restaurant Week me voy a hinchar. No puedo describir cuánto me gusta poner un pie en estos sitios y evocar a través de los sabores mis andanzas por Akumal con las tortugas, la maravilla de la humanidad que son las pirámides de Teotihuacán, o unos buenos ratos a la orilla del mar en Isla Mujeres.

teotihuacan
‘Foto: Henar Ortega’

Bueno, si me permitís voy a dar ya por concluido este artículo que me tengo que poner a buscar vuelo para México URGENTEMENTE. ¡Qué ganas de volver madre mía!

México es mucho mejor que todo eso: luz, pasión, historia, energía, alegría, buena gente, riquísima comida… Me resulta hasta difícil encontrar por dónde empezar.

Por eso, una vez que uno pasa de los tópicos y se planta allí, lo que hace es disfrutar sin parar. Chela (cerveza) en mano, toca recorrer parajes mayas, ruinas alucinantes, playas paradisíacas, enormes ciudades llenas de vida, rodearte de artesanía preciosa…

Y también toca ponerse las botas pero a base de bien. Y es que la gastronomía mexicana es un temazo. Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO en 2010. Pocos bocados tan sabrosos como el conjunto de la comida de allá. Y tan bonitos: los colores vivos mezclados en el plato deleitan no solo el paladar sino también la vista. En mi último viaje a México me dediqué bastante al noble arte de mover el bigote, y os voy a contar lo que aprendí y mis favoritos aquí. Tomad nota y poneos babero:

Sopes

Los sopes son como un equivalente a nuestros aperitivos o tapitas pequeñas. Por lo general consisten en una tortita de maíz con diferentes formas, y cosas varias por encima: carne, queso, guacamole, ¡ñam! A mí me las servían mucho como botanas (traducido: bocaditos entre horas, aperitivo, snack), y la verdad, menudo vicio. ¿Que dónde se comen las mejores? Eso hay que preguntárselo siempre a los lugareños. En mi caso tuvimos el acierto de decirle un “tenemos hambre” a tiempo al taxista que habíamos contratado para ir a la maravilla de Chichén Itzá. Pues bien: nos paró en una aldea de carretera en la que comimos -asesorados por él, por supuesto, ya de perdidos al río- unos sopecitos que se me quedaron grabados.

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Tacos

Si eres de los que confunden tacos con burritos… ¡mal! Los tacos son las tortillas de maíz pequeñas (más o menos el diámetro del círculo que puedes hacer uniendo tus dedos índice y pulgar de las dos manos) sobre las que se sirve tinga de pollo, cochinita pibil, carne de res, pescado, lo que sea… Cada zona de México tiene sus tacos más característicos y allá donde fueres prueba lo que vieres. Truco: con un poco de cebolla cruda, cilantro y salsas picantes varias un taco te lleva al cielo. Si no quieres que se te salga el cerebro por las orejas no te pases echándote todas esas salsas picosas… Y si vas por Isla Mujeres y te encuentras parte de mi sesera, por favor tráemela de vuelta.

tacos de pescado
‘Foto: Henar Ortega’

 

Ceviche

Sí amigo, esto no es solo patrimonio de Perú y Chile. El ceviche en México es de camarón, de cualquier pescado blanco, de pulpo, puede llevar guacamole… Vamos, que no todo son tortas de maíz con cosas encima. En una ocasión en un punto de Quintana Roo de cuyo nombre no puedo acordarme, mis amigos y yo llegamos a darle la enhorabuena a un cocinero por la macro montaña de ceviche que nos sirvió: pantagruélico y delicioso. Y aunque no es ceviche me atrevo a hablar en este apartado del “Vuelve a la vida” o “Levanta muertos”, un mejunge a base de camarón, cangrejo, almejas, ostiones, y un montón de salsas, tomate, limón, etc. Más líquido que el habitual ceviche pero mano de santo contra las resacas. Palabra. Yo lo tomé en una palapa en un paraíso que es Tulum y ni te cuento.

Pozole

¡Ayyyy esas sopitas a las que les puedes echar de todo y que me dicen unos pajaritos que viven en el DF que también son un talismán anti-resaca! Un caldo de maíz con pollo, o cerdo, o variado, o lo que tengan en la zona, acompañado por cualquier cosa que te puedas imaginar: lechuga, limón, cebolla, rábano, chile, y ¡hasta aguacate! Todavía recuerdo aquella noche en la Zona Rosa buceando en un pozole de La Casa de Toño como si fuera un cenote…

pozole
‘Foto: Henar Ortega’

 

Mole

Te crees que es chocolate y no. Aquí no me sirven excusas tipo “es que yo no soy de los que les gusta la pizza con piña ni la mezcla dulce-salado”. Esta mezcla de chiles y especias que se queda como una salsa marrón chocolate le da un sabor brutal a los platillos, da igual una tradicional carne de res que un plato vanguardista con magret de pato. El plan bueno, ergo el que hicimos mis amigos y yo, es ir a Puebla y comer allí mismo algo con mole poblano. Su origen tiene diversas narraciones históricas: se atribuye a un guiso que hacían los aztecas, aunque otra versión de la historia cuenta que fue una monja en el siglo XVII. Sea como fuere, en el Mesón Sacristía de la Compañía de la capital poblana sirven el mejor que he probado hasta la fecha.

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Chilaquiles

Traducido para ti, que vives aquí, en la piel de toro: una especie de nachos (realmente se dice totopos) con bien de queso, bien de salsa de chile verde, algunos frijoles… Una bomba que pica, riquísima y que, atención, se suele comer para desayunar. Zas. Y aquí voy a ser sincera: yo los desayunaba protector de estómago y antiácido mediante. Con las precauciones debidas si tienes el estómago delicadito como la que escribe te comerás México desde primera hora de la mañana a base de chilaquiles.

01

Y de beber…

No te puedes ir sin tomar una michelada -cerveza con clamato y tantos aderezos como quepan en tu imaginación-, menudo vicio… Y por supuesto a la mínima ocasión, margarita al canto. Un verdadero clásico. Me relamo. “¿Frozen o con piedras de hielo?”, te preguntarán. Mi respuesta: frozen, por supuesto.

Mención aparte se merece el rey: el tequila. Siempre es buen momento para tomar un tequilita, reposado, rico. Maravilloso jugo del agave -portentosa planta de la familia de las suculentas, precioso nombre dicho sea de paso-, fermentado y destilado. Tequila a cualquier hora. Es pecado irse de DF sin pasar unas horas en una de las barquitas de Xoximilco poniéndote fino a tequilas que te despachan vendedores ambulantes desde otras lanchitas. Imagínate las barcas del Retiro pero más grandes, con mesa dentro como para 15 personas, y con otros barqueros inflándote a destilado de ágave de alta graduación. Te aseguro que con ese globo la ciudad se ve… diferente, con otros ojos.

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‘Foto: Henar Ortega’

 

Un secreto, y aquí no me valen remilgos ni hacer ascos ni nada de nada: no hay como unos buenos chapulines como tapita mientras degustas un rico tequila reposado. Ah, ¿que no sabes qué son los chapulines? Echa un ojo a internet, amigo… Y para no tomar tequila no me pongas la excusa de acabar piripi porque también se puede hacer con moderación, y no hace falta acabar en el metro gritando “¡no soy ningún pendejo!”, porque no. No digo que me haya pasado a mí, ¡eh! Fue un primo de un amigo que me contó…

Para abrir boca yo te digo una cosa: en Madrid y Barcelona se va a celebrar del 22 de septiembre al 2 de octubre la Mexican Restaurant Week. Uffff es acordarme de México y salivo. Recuerdo que cuando volví me dediqué a preguntarle a todo mexicano que veía por Madrid que cuál era el restaurante más realista acá. Cada uno me ha ido diciendo una cosa, pero yo sigo enganchada a ir a todos, al que sea. En la Mexican Restaurant Week me voy a hinchar. No puedo describir cuánto me gusta poner un pie en estos sitios y evocar a través de los sabores mis andanzas por Akumal con las tortugas, la maravilla de la humanidad que son las pirámides de Teotihuacán, o unos buenos ratos a la orilla del mar en Isla Mujeres.

teotihuacan
‘Foto: Henar Ortega’

Bueno, si me permitís voy a dar ya por concluido este artículo que me tengo que poner a buscar vuelo para México URGENTEMENTE. ¡Qué ganas de volver madre mía!

mm
Henar con H de hedonismo. Recomendadora profesional. Muchos años enviando a gente a los sitios adecuados. Camino por la vida en una eterna vacación (o eso intento). Profesional camaleónica, soy periodista, consultora de comunicación y gestora cultural freelance. No conoces a nadie a quien le flipe más Madrid (y mi barrio, Antón Martín). Cine, música, arte, ocio urbano, comer, beber, salir, y demás. Bajar a comprar pan y acabar en una despedida de soltero en Ibiza (de La Costa Brava) como way of life.