1. Plaza de la Puerta Cerrada

Puede que en Madrid haya muchas plazas, pero mi favorita sigue siendo la de la Puerta Cerrada. Quizás porque nunca te la esperas, porque invita a quedarse en mitad del frenesí de la zona o, quizás, con el contrafuerte que supone encontrarse con el único bar de España que sigue cobrando en pesetas o ese fascinante mural tropical de Poni sobre la sororidad. Sin duda, uno de los mejores lugares en los que hacer un alto en el camino durante una ruta por la capi.

2. Plaza de Oriente

No lejos de la Plaza de la Puerta Cerrada, la de Oriente evoca la majestuosidad de otro tiempo, especialmente gracias a la presencia de edificios tan icónicos como el Palacio Real o el Teatro Real, ambos envueltos por unos Jardines de Lepanto, Cabo Noval y Sabatini en los que detenerse a tomar una copa desde un lounge bucólico. Todo ello, por no hablar de los numerosos eventos que aquí se concentran combinados con diferentes imágenes costumbristas que ilustran el día a día de un Madrid bullicioso.

3. Plaza de las Comendadoras

Mi segunda plaza favorita de Madrid es la de las Comendadoras, pero quizás no por motivos aparentes. A pesar del componente histórico presente en el convento que da nombre al entorno o su arquitectura típica del siglo XVIII, en esta plaza se respira vitalismo y cierta joie de vivre a través de sus muchas terracitas, restaurantes o la presencia de los primeros exploradores urbanitas que se preparan antes de perderse en Malasaña.

4. Plaza Mayor

¿Típica? Quizás. ¿Imprescindible? También. Icono de una ciudad de Madrid y experimento de sus muchos cambios urbanos, la Plaza Mayor inició su construcción a finales del siglo XVI por orden de Felipe II, si bien sería Felipe III quien terminaría ostentando una estatua ecuestre en el centro de la misma. Escenario de ese ambiente castizo tan característico, la plaza albergará su primer hotel este mismo 2019.

5. Plaza de Nelson Mandela

La que fuese Plaza de Cabestreros es hoy un lugar que bien podría pertenecer a una ciudad africana. No falta arte urbano exótico, un restaurante senegalés tan rico como El Baobab, niños de todas las razas jugando a fútbol, una fuente y ese ambiente tan cosmopolita que tanto nos fascina. Sin duda, una de esas plazas que parece no llamar la atención en un primer momento pero que, una vez te detienes, te permite disfrutar de su apertura y el ambientillo que se despliega todas las semanas, especialmente durante las famosas fiestas de Lavapiés.

Más que un simple espacio urbano, las plazas hablan por la ciudad, cuentan su historia y se convierten en lugares de encuentro únicos.

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.