¿Cuántas veces has pensado en meter cuatro cosas en una mochila y largarte bien lejos? ¿Cuántas veces has soñado con emprender LA aventura de tu vida? ¿Cuántas veces te has dicho a ti mismo que por fin ibas a hacer ese voluntariado en África? Siempre aparecen problemas de última hora, te entra un poco de canguelo o sino tu partner in crime se raja y “sin él ya no tiene tanta gracia”. Eso se lo cuentas a otro, que conmigo no cuela (y deja de copiarme las excusas, porque yo digo lo mismo cada año).

Entonces, conoces a una persona que no solo se ha ido a África con la solidaridad en modo súper ON, sino que se va dos veces. Y ya te quedas sin excusas cuando te enteras de que tiene 22 años, que está acabando la carrera y que se va sola, nada más y nada menos, que a construir un pozo de agua potable en Tanzania. Ella puede, así que nosotros también. (emoji del bíceps cachas)

Todo empezó el verano de 2016 cuando Marta se apuntó con dos amigas al programa de voluntariado de una ONG británica para dar clases de inglés en Tanzania. Habían oído hablar de la belleza del país, sus paisajes salvajes y sus famosos safaris, y les alucinó la idea de poder descubrirlo formando parte de la cultura y el día a día de una aldea, con el plus de poder aportar su granito de arena haciendo de teachers en un orfanato. Cogieron el primer vuelo a Tanzania nada más acabar los exámenes finales de segundo curso de Ingeniería Industrial, con muchas ganas y con una gran maleta hasta los topes de por si acasos. (Que nos vamos a África, pero las costumbres españolas no se pueden perder.)

Llegaron al aeropuerto del Kilimanjaro en plena noche, cuando apenas se veía nada, así que el plan a esas horas era irse directamente a dormir al orfanato de Arumeru (a 1 hora del aeropuerto). A las 5 de la mañana sonó el despertador y, como un niño pequeño el 6 de enero por la mañana, saltaron de la cama impacientes por ver lo que África les tenía preparado. “Lo primero que me llamó la atención fue su ritmo al andar. Me di cuenta de lo rápido que caminamos los europeos. Siempre con prisas, aún cuando no las hay.”

Acababan de llegar y a pesar de que aquello no se parecía en nada a Barcelona, ya se sentían en casa. En el centro había un par de aulas, dos habitaciones con muchas literas y 4 simples palos de madera y un par de planchas de metal que formaban la cocina, que se encontraba al aire libre, en medio del patio. Básicamente comían arroz o legumbres cocinados en la única gran olla, acompañados de aguacate o lechuga, y de postre rico y sabroso mango o plátano.

Durante el día siempre había en lo que ayudar: dar clases, pintar las aulas, cocinar, ir en busca de leña, recoger frutas, ordeñar la vaca, recoger huevos, bañar en barreños a los más pequeños, limpiar, tender la ropa… Eran como una gran familia donde todos echaban una mano. “Y yo ya no tenía ganas de safaris, quería pasar todo el día disfrutando de cada pequeño detalle en su compañía y aprendiendo de su manera de ver la vida.”

El mes de voluntariado, como el día de reyes, pasó volando y regresaron a Barcelona con la maleta vacía, pero llena de vida, cariño, experiencias, historias, generosidad y sobre todo de la enseñanza de que pase lo que pase siempre se puede buscar una solución.

Desde entonces, Marta ha tenido la ilusión de volver y ayudarles todavía más para darles las gracias por todo lo que se llevó de África. Así que cuando empezó con el Trabajo Final de Grado, aprovechó la oportunidad para dedicar su proyecto a la construcción de un pozo para garantizar que los más de 500 niños y niñas tengan acceso a agua limpia.

“Algunos me dijeron que no me complicara: no tienes ni idea de hacer un pozo, no has dirigido un proyecto en tu vida, no tienes conocimiento ni presupuesto y eres muy joven.” Por suerte la motivación y las ganas de ayudar fueron más fuertes y de momento no ha habido excusa ni partner in crime que la frene. BRA-VO.

Actualización: Después de mucho esfuerzo, a mediados de julio de 2019 se finalizó la construcción del pozo con un enorme éxito y desde entonces todos los niños y niñas disponen de agua potable.

Así que, querido, nos hemos quedado sin excusas. Yo empiezo a buscar hoy mismo la aventura de mi vida. No hace falta ser un héroe, ni irse a construir un pozo a África -porque al lado de casa también podemos dar mucho-. Solo hay que armarse de valor y dejarse llevar por las ganas. Be volunteer, my friend.

*El Redondeo Solidario de Atrápalo del mes de mayo se destinará al proyecto de construcción del pozo. Si quieres conocer más entra en atrapalosocial.com.

mm
Me gustan los superhéroes de carne y hueso, que luchan por restablecer el equilibrio y llevar luz a los rincones donde reina la oscuridad. Busco aliados que se sumen a mi causa todos los meses, porque la tierra gira sola, pero el mundo lo hacemos girar nosotros.