Probadlo: conversar sobre comida rica, calentita y sabrosa es una gran alternativa a hablar del tiempo o de otros menesteres que vete tú a saber si luego se van por derroteros poco apropiados. Y ahora en invierno el tema está claro: platos de cuchara.

Una cosa os voy a decir, y es que la gente tiene una sabiduría espectacular al respecto. Todo el mundo conoce un sitiazo para sorber algo delicioso con las tres B’s (bueno, bonito y barato). Ni qué decir tiene que a todos nos gusta aportar algo en las conversaciones fútiles que se abren en los más diversos contextos. No olvidemos que se trata de algo bastante sano, riquísimo, en cierto modo social (estas cosas se suelen comer en familia o con amigos) y al alcance de todo el mundo. ¿Qué más se puede pedir? Algo sí: comerlos además de hablar de ellos. Allá vamos.

Créditos: License CC0

Cocidaco con todas las letras

Lo primero que se me viene a la cabeza en Madrid al hablar de cuchara es eso que estáis pensando. Sí, un buen cocido. Con sus varios vuelcos, sus garbanzos al punto y esa berza que me pirra. Memorable resulta el de La Bola, sitio icónico de la capital, con sus adorables recipientes de barro. Con menos pompa y estupendamente castizo se nos presenta el cocido de Taberna J. Blanco, con todo el sabor de La Latina y unos precios más ajustados.

Créditos: La Bola

Cabe destacar también el dignísimo cocido que se come de menú en La Fetén, una diminuta casa de comidas muy cerca del Paseo del Prado donde os sentiréis como en casa y a la que iréis muchas veces cuando la conozcáis. En algunas zonas de Andalucía el cocido lo preparan de calabaza; si encontráis un local en el que lo tengan ¡no lo dejéis escapar! Una delicia con todas las letras.

El cuchareo asturiano

Otra idea muy recurrente a la hora de pensar en manjares de cuchara es Asturias. El Principado, esa tierra maravillosa elixir de verdor, naturaleza y buen ambiente es, además, un lugar de recetas exquisitas y que causan adicción a cualquier paladar. Una buena fabada es un placer digno de dioses. Pocos rincones hay en la capital como El Ñeru para degustarla; teletransportarse a la “patria querida” sin salir de la zona de Sol es posible aquí.

De todos modos, que la fabada no os eclipse otro de los grandes hits de la gastronomía astur: el pote asturiano. Un guiso a base de fabes y compango como la fabada, y que además lleva patatas y berza. Que no os engañen: el pote fue antes que la fabada. El de Casa Hortensia, ese asturiano que está en un piso por la zona de Malasaña, destaca por su sabrosura.

No quiero dejar de lado hacer mención a las verdinas, legumbre no tan conocida fuera del paraíso natural asturiano pero que tan buenos platos de cuchara nos da. En la Marisquería Perlora las cuidan al milímetro, mimando el producto y su preparación al máximo, y las ponen con calamar de potera, almeja fina gallega y gamba blanca de Huelva en su tinta. Simplemente de éxtasis.

Créditos: Marisquería Perlora

De Castilla la Vieja y viajes en el tiempo

¿Hay alguien que aún no se haya enterado de que los judiones de La Granja tienen Marca de Garantía? Pues eso, que no os la den con queso. En Casa Ciriaco los ponen con perdiz y, además del viaje de sabores y texturas que disfrutaréis a través de este plato, os desplazaréis en el tiempo. En este local tuvo lugar el atentado contra los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, cuando les lanzaron una bomba desde un balcón del mismo edificio.

Mucha historia y una suculenta sopa castellana podréis disfrutar también en Casa Labra, la mítica casa de comidas en funcionamiento desde 1860 donde, según se dice, se fundó el PSOE en 1879.

Comerse la geografía entera

Como me he propuesto sucumbir no solo a todos los platos más icónicos del panorama cucharil de aquí, que la cuchara tiene muchos acentos, orígenes y lenguas, voy a hablaros de otras especialidades a las que veo necesario echarle un tiento. Hincarle el diente a un exquisito y caldoso arroz en El caldero Murciano es uno de mis impepinables de Madrid. No perdono tampoco unas apetecibles patatas a la riojana en Rioja Nos, una excelente casa de comidas por la zona de Puerta de Toledo que he conocido hace poco y que os recomiendo vivamente.

Otra gran opción es una apetitosa escudella catalana en Can Punyetes (si no sabéis lo que es, mejor… ¡id a probarla!); o un contundente caldo gallego con sus alubias blancas y sus grelos, berzas, repollos y, por supuesto, chorizo. En el Bar Selva (que no es gallego, pero tiene un menú diario de toma pan y moja), se come sabrosísimo cuando lo tienen.

De todas formas os diré que si estáis hablando con alguien muy peripuesto, siempre podréis mencionarle la exquisitez que es el consomé de Lhardy, y ya de paso comentar lo maravillosa que es su vajilla y también el grifo de plata desde el que te lo echan.

Con todas estas pinceladas os aseguro que tendréis para días de ricas comilonas, de estas que te dejan el cuerpo entonado, y conversación para rato para no hablar nunca más sobre el tiempo así en genérico. Y ojo, que se os acumularán las recomendaciones llegadas de vuestros interlocutores. Así que a apuntar y a volver a comenzar la ronda de cuchareo. Si se acaba el invierno y no os ha dado tiempo a ir a todos lados no os preocupéis: invierno siempre hay uno al año y el venidero será el momento de retomar la ruta.

Probadlo: conversar sobre comida rica, calentita y sabrosa es una gran alternativa a hablar del tiempo o de otros menesteres que vete tú a saber si luego se van por derroteros poco apropiados. Y ahora en invierno el tema está claro: platos de cuchara.

Una cosa os voy a decir, y es que la gente tiene una sabiduría espectacular al respecto. Todo el mundo conoce un sitiazo para sorber algo delicioso con las tres B’s (bueno, bonito y barato). Ni qué decir tiene que a todos nos gusta aportar algo en las conversaciones fútiles que se abren en los más diversos contextos. No olvidemos que se trata de algo bastante sano, riquísimo, en cierto modo social (estas cosas se suelen comer en familia o con amigos) y al alcance de todo el mundo. ¿Qué más se puede pedir? Algo sí: comerlos además de hablar de ellos. Allá vamos.

Créditos: License CC0

Cocidaco con todas las letras

Lo primero que se me viene a la cabeza en Madrid al hablar de cuchara es eso que estáis pensando. Sí, un buen cocido. Con sus varios vuelcos, sus garbanzos al punto y esa berza que me pirra. Memorable resulta el de La Bola, sitio icónico de la capital, con sus adorables recipientes de barro. Con menos pompa y estupendamente castizo se nos presenta el cocido de Taberna J. Blanco, con todo el sabor de La Latina y unos precios más ajustados.

Créditos: La Bola

Cabe destacar también el dignísimo cocido que se come de menú en La Fetén, una diminuta casa de comidas muy cerca del Paseo del Prado donde os sentiréis como en casa y a la que iréis muchas veces cuando la conozcáis. En algunas zonas de Andalucía el cocido lo preparan de calabaza; si encontráis un local en el que lo tengan ¡no lo dejéis escapar! Una delicia con todas las letras.

El cuchareo asturiano

Otra idea muy recurrente a la hora de pensar en manjares de cuchara es Asturias. El Principado, esa tierra maravillosa elixir de verdor, naturaleza y buen ambiente es, además, un lugar de recetas exquisitas y que causan adicción a cualquier paladar. Una buena fabada es un placer digno de dioses. Pocos rincones hay en la capital como El Ñeru para degustarla; teletransportarse a la “patria querida” sin salir de la zona de Sol es posible aquí.

De todos modos, que la fabada no os eclipse otro de los grandes hits de la gastronomía astur: el pote asturiano. Un guiso a base de fabes y compango como la fabada, y que además lleva patatas y berza. Que no os engañen: el pote fue antes que la fabada. El de Casa Hortensia, ese asturiano que está en un piso por la zona de Malasaña, destaca por su sabrosura.

No quiero dejar de lado hacer mención a las verdinas, legumbre no tan conocida fuera del paraíso natural asturiano pero que tan buenos platos de cuchara nos da. En la Marisquería Perlora las cuidan al milímetro, mimando el producto y su preparación al máximo, y las ponen con calamar de potera, almeja fina gallega y gamba blanca de Huelva en su tinta. Simplemente de éxtasis.

Créditos: Marisquería Perlora

De Castilla la Vieja y viajes en el tiempo

¿Hay alguien que aún no se haya enterado de que los judiones de La Granja tienen Marca de Garantía? Pues eso, que no os la den con queso. En Casa Ciriaco los ponen con perdiz y, además del viaje de sabores y texturas que disfrutaréis a través de este plato, os desplazaréis en el tiempo. En este local tuvo lugar el atentado contra los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, cuando les lanzaron una bomba desde un balcón del mismo edificio.

Mucha historia y una suculenta sopa castellana podréis disfrutar también en Casa Labra, la mítica casa de comidas en funcionamiento desde 1860 donde, según se dice, se fundó el PSOE en 1879.

Comerse la geografía entera

Como me he propuesto sucumbir no solo a todos los platos más icónicos del panorama cucharil de aquí, que la cuchara tiene muchos acentos, orígenes y lenguas, voy a hablaros de otras especialidades a las que veo necesario echarle un tiento. Hincarle el diente a un exquisito y caldoso arroz en El caldero Murciano es uno de mis impepinables de Madrid. No perdono tampoco unas apetecibles patatas a la riojana en Rioja Nos, una excelente casa de comidas por la zona de Puerta de Toledo que he conocido hace poco y que os recomiendo vivamente.

Otra gran opción es una apetitosa escudella catalana en Can Punyetes (si no sabéis lo que es, mejor… ¡id a probarla!); o un contundente caldo gallego con sus alubias blancas y sus grelos, berzas, repollos y, por supuesto, chorizo. En el Bar Selva (que no es gallego, pero tiene un menú diario de toma pan y moja), se come sabrosísimo cuando lo tienen.

De todas formas os diré que si estáis hablando con alguien muy peripuesto, siempre podréis mencionarle la exquisitez que es el consomé de Lhardy, y ya de paso comentar lo maravillosa que es su vajilla y también el grifo de plata desde el que te lo echan.

Con todas estas pinceladas os aseguro que tendréis para días de ricas comilonas, de estas que te dejan el cuerpo entonado, y conversación para rato para no hablar nunca más sobre el tiempo así en genérico. Y ojo, que se os acumularán las recomendaciones llegadas de vuestros interlocutores. Así que a apuntar y a volver a comenzar la ronda de cuchareo. Si se acaba el invierno y no os ha dado tiempo a ir a todos lados no os preocupéis: invierno siempre hay uno al año y el venidero será el momento de retomar la ruta.

mm
Henar con H de hedonismo. Recomendadora profesional. Muchos años enviando a gente a los sitios adecuados. Camino por la vida en una eterna vacación (o eso intento). Profesional camaleónica, soy periodista, consultora de comunicación y gestora cultural freelance. No conoces a nadie a quien le flipe más Madrid (y mi barrio, Antón Martín). Cine, música, arte, ocio urbano, comer, beber, salir, y demás. Bajar a comprar pan y acabar en una despedida de soltero en Ibiza (de La Costa Brava) como way of life.