Parece que todo el 2016 se ha convertido en un conjunto de traumas a superar. Y en las próximas semanas no parece que nada vaya a mejorar. La navidad se ha convertido en compras y más compras, cenas de empresa y turnos que se alargan hasta el infinito. Está claro que necesitamos urgentemente una escapadita que nos dé un poco de paz y tranquilidad.

Según Hollywood, estas fechas sirven para ser feliz, encontrar el amor, ganarse las alas y expulsar de tu casa a ladrones torpes mientras esperas a que vuelvan tus padres para celebrar una cena familiar. Sin embargo, en la realidad lo único hacemos es recorrer las calles mojados, cabreados y empapados.

Ha llegado el momento de decir basta. De dejarlo todo y huir. Quizás no podamos irnos a patinar a las pistas de hielo del Rockefeller Center de Nueva York, pero aquí en España también podemos encontrar magia. Hay un pueblo, el más lluvioso de la península, escondido justo en la provincia más seca. Un lugar blanco incluso sin estar cubierto de nieve y que tiene como plato típico un dulce similar al polvorón que puede comerse todo el año. Dicen sus habitantes que en Grazalema se ha detenido el tiempo. Y nosotros no podemos esperar a detenernos con él.

Una foto publicada por twitter Hidalgo2011 (@hidalgo2011) el 3 de Dic de 2016 a la(s) 2:07 PST

El lujo de perder cada minuto

A diferencia de otros destinos, en los que el tiempo es oro y debemos correr del autobús al metro para llegar al museo de turno tras engullir bocadillos para no perdernos el punto turístico de interés, escaparnos a Grazalema puede devolvernos el, ahora lujo, de perder el tiempo. De dejar correr el reloj mientras andamos por las calles empedradas sin ir a ningún lugar en concreto, de sentarnos en una cafetería a charlar con la familia o de leer todo el día sin ni siquiera salir de la villa donde nos hospedemos, mientras nos alegramos secretamente por poder tener la oportunidad de terminar el reto que nos pusimos a primeros de año de leer todos esos libros que todavía tenemos acumulados.

  Una foto publicada por claudiakloc (@claudiakloc) el 25 de Oct de 2016 a la(s) 7:03 PDT

Y todo no tiene porqué ser desconectar. En Grazalema podemos también conectarnos de la mejor manera, concretamente al instagram. Rompe tu racha de selfies en el ascensor con fotos de los más típicos balcones andaluces y márcate un Selena Gomez haciendo como que comes cubiletes de espaldas a un espectacular mirador.

Recuperando el contacto con la naturaleza

No, regar el cactus del cuarto y darle los buenos días al ficus de la oficina (que por si fuera poco es un poto) no valen como ejemplo de nuestra personalidad aventurera y siempre en contacto con la naturaleza. “Naturaleza” no es sinónimo de verde sino de salvaje y estar en contacto con ella es mucho más que hacer yoga en el césped de un parque en medio de una gran ciudad.

Grazalema, perdida en un Parque Natural, es el centro del que parten varias rutas de senderismo y escalada. Una de las más cortas y sencillas, la que recorre la calzada romana, nos llevará hasta el pueblo de Ubrique que, además de haber sido declarado conjunto histórico, es famoso por ser la Capital de Piel, con una artesanía que combina a la perfección la tradición y las nuevas técnicas, y uno diseños que gozan de un reconocido prestigio internacional (¿a que esperabais que mencionara otra cosa?). Otra, también ideal para los no iniciados, es la que lleva al Llano de los Republicanos, una impresionante explanada rodeada de escarpados picos.

Una foto publicada por Melissa Rosenthal (@lifeofmelro) el 8 de Oct de 2016 a la(s) 4:15 PDT

Y si somos algo más expertos en esto de andar con cuidado, atravesar El Bosque (sí, ese es el nombre) siguiendo el río Majaceite con sus nutrias (¡nutrias!), subir a El Torreón en donde viven cabras montesas (¡cabritas!) o recorrer el Pinsapar (los buitres no son tan excitantes, en mi opinión), son excursiones imprescindibles para cualquier visitante.

Pueblos blancos, navidad blanca

Pero Grazalema no es una joya aislada sino que forma parte del tesoro conocido como “Ruta de los pueblos blancos” uno de los destinos más hermosos y tradicionales que podemos encontrar en Andalucía. Formada por pueblos de la provincia de Málaga y Cádiz, la ruta engloba pequeñas poblaciones que, por su conservación, características y artesanías, tienen la capacidad de transportarnos al pasado sin necesidad de usar una máquina del tiempo.

 

Una foto publicada por Laura Ivanova (@lauraivanova) el 14 de Nov de 2016 a la(s) 4:04 PST

En la línea que divide ambas provincias encontramos Setenil de la Frontera, pueblo conocido por construir y mantener sus casas en los huecos naturales dejados por las rocas. En Málaga tenemos Ronda, alzado sobre un barranco de más de 100 metros de profundidad y unido por un espectacular puente y en Cádiz, Vejer de la Frontera, amurallado desde la Edad Media, y con casco antiguo que, fiel reflejo de la historia, combina elementos cristianos y musulmanes.

Puede que todo este caos acabe el día de fin de año. Que 2016 haya sido solo una maldición que ahora, libres, podemos olvidar. Pero también puede que este año sea el comienzo de algo más grande, llámalo Rägnarok, llámalo Apocalipsis. Sea como sea, si vamos a arrepentirnos de algo, que no sea el haber dejado de disfrutar.

Según Hollywood, estas fechas sirven para ser feliz, encontrar el amor, ganarse las alas y expulsar de tu casa a ladrones torpes mientras esperas a que vuelvan tus padres para celebrar una cena familiar. Sin embargo, en la realidad lo único hacemos es recorrer las calles mojados, cabreados y empapados.

Ha llegado el momento de decir basta. De dejarlo todo y huir. Quizás no podamos irnos a patinar a las pistas de hielo del Rockefeller Center de Nueva York, pero aquí en España también podemos encontrar magia. Hay un pueblo, el más lluvioso de la península, escondido justo en la provincia más seca. Un lugar blanco incluso sin estar cubierto de nieve y que tiene como plato típico un dulce similar al polvorón que puede comerse todo el año. Dicen sus habitantes que en Grazalema se ha detenido el tiempo. Y nosotros no podemos esperar a detenernos con él.

Una foto publicada por twitter Hidalgo2011 (@hidalgo2011) el 3 de Dic de 2016 a la(s) 2:07 PST

El lujo de perder cada minuto

A diferencia de otros destinos, en los que el tiempo es oro y debemos correr del autobús al metro para llegar al museo de turno tras engullir bocadillos para no perdernos el punto turístico de interés, escaparnos a Grazalema puede devolvernos el, ahora lujo, de perder el tiempo. De dejar correr el reloj mientras andamos por las calles empedradas sin ir a ningún lugar en concreto, de sentarnos en una cafetería a charlar con la familia o de leer todo el día sin ni siquiera salir de la villa donde nos hospedemos, mientras nos alegramos secretamente por poder tener la oportunidad de terminar el reto que nos pusimos a primeros de año de leer todos esos libros que todavía tenemos acumulados.

  Una foto publicada por claudiakloc (@claudiakloc) el 25 de Oct de 2016 a la(s) 7:03 PDT

Y todo no tiene porqué ser desconectar. En Grazalema podemos también conectarnos de la mejor manera, concretamente al instagram. Rompe tu racha de selfies en el ascensor con fotos de los más típicos balcones andaluces y márcate un Selena Gomez haciendo como que comes cubiletes de espaldas a un espectacular mirador.

Recuperando el contacto con la naturaleza

No, regar el cactus del cuarto y darle los buenos días al ficus de la oficina (que por si fuera poco es un poto) no valen como ejemplo de nuestra personalidad aventurera y siempre en contacto con la naturaleza. “Naturaleza” no es sinónimo de verde sino de salvaje y estar en contacto con ella es mucho más que hacer yoga en el césped de un parque en medio de una gran ciudad.

Grazalema, perdida en un Parque Natural, es el centro del que parten varias rutas de senderismo y escalada. Una de las más cortas y sencillas, la que recorre la calzada romana, nos llevará hasta el pueblo de Ubrique que, además de haber sido declarado conjunto histórico, es famoso por ser la Capital de Piel, con una artesanía que combina a la perfección la tradición y las nuevas técnicas, y uno diseños que gozan de un reconocido prestigio internacional (¿a que esperabais que mencionara otra cosa?). Otra, también ideal para los no iniciados, es la que lleva al Llano de los Republicanos, una impresionante explanada rodeada de escarpados picos.

Una foto publicada por Melissa Rosenthal (@lifeofmelro) el 8 de Oct de 2016 a la(s) 4:15 PDT

Y si somos algo más expertos en esto de andar con cuidado, atravesar El Bosque (sí, ese es el nombre) siguiendo el río Majaceite con sus nutrias (¡nutrias!), subir a El Torreón en donde viven cabras montesas (¡cabritas!) o recorrer el Pinsapar (los buitres no son tan excitantes, en mi opinión), son excursiones imprescindibles para cualquier visitante.

Pueblos blancos, navidad blanca

Pero Grazalema no es una joya aislada sino que forma parte del tesoro conocido como “Ruta de los pueblos blancos” uno de los destinos más hermosos y tradicionales que podemos encontrar en Andalucía. Formada por pueblos de la provincia de Málaga y Cádiz, la ruta engloba pequeñas poblaciones que, por su conservación, características y artesanías, tienen la capacidad de transportarnos al pasado sin necesidad de usar una máquina del tiempo.

 

Una foto publicada por Laura Ivanova (@lauraivanova) el 14 de Nov de 2016 a la(s) 4:04 PST

En la línea que divide ambas provincias encontramos Setenil de la Frontera, pueblo conocido por construir y mantener sus casas en los huecos naturales dejados por las rocas. En Málaga tenemos Ronda, alzado sobre un barranco de más de 100 metros de profundidad y unido por un espectacular puente y en Cádiz, Vejer de la Frontera, amurallado desde la Edad Media, y con casco antiguo que, fiel reflejo de la historia, combina elementos cristianos y musulmanes.

Puede que todo este caos acabe el día de fin de año. Que 2016 haya sido solo una maldición que ahora, libres, podemos olvidar. Pero también puede que este año sea el comienzo de algo más grande, llámalo Rägnarok, llámalo Apocalipsis. Sea como sea, si vamos a arrepentirnos de algo, que no sea el haber dejado de disfrutar.

mm
Soy el tipo de chica que va tarareando Grease en el supermercado.