Entré en la adolescencia después de que Kurt Cobain hubiera decidido meter tierra de por medio (literalmente) entre él y Courtney. A pesar de ello, su sombra era alargada y su estilo perduró.

[redbox text=”El grunge nos dejó buena música, pero un montón de complejos que hemos tardado años en sacarnos de encima.” position=”right”]

Yo soy de aquella generación de camisetas Jbp veinticinco tallas grandes, alérgica a los tacones y que llevaba un jersey de más para podérselo atar en las caderas y disimular el culo. El grunge nos dejó buena música, pero un montón de complejos que hemos tardado años en sacarnos de encima. Y es ahora, cuando regresé a Formentera con la intención de comerme la isla, dejar mis michelines al aire y recuperar el espíritu adolescente que tapé con camisetas sin entallar de publicidad de Marlboro, que me encuentro con italianas que no se sacan ninguna de las partes del bikini. ¿Por qué? No soy antropóloga, pero si que sé que eso crea tendencia, y uno por el otro, Formentera corre el riego de perder el espíritu libre, hippy, isleño, auténtico.

Que no te arrastren y, sobre todo, si vas a una de las mejores islas del mundo mundial haz lo que te dé la gana. Encuentra tu playa o cala ideal y disfruta. Piérdete por ahí, porque muy gafe tienes que ser para no ir a parar a un rincón de arena (o roca) con agua de un azul que ni Pantone sabe definir con un código. Aquí tienes algunas ideas, por si acaso.

Ses illetes

Ses illetes

Es una fija de los rankings de las mejores playas del mundo con motivo. Se nota. Por ese motivo en temporada alta está abarrotada de gente y te hacen pagar para acceder en automóvil. ¿Vale la pena ir? Sí. Si llegas pronto y puedes elegir un lugar donde plantar la sombrilla, se te pasará el día volando entrando en el agua azul-verde turquesa y andando por la arena blanca.

Les piscinetes

Les piscinetes

Cerca de Porto Saler, tocando al tranquilo Estany des Peix, se llega a las piscinas naturales de Can Marroig. No busquéis arena allí. Se trata de pequeñas calas formadas en las rocas desde donde se puede saltar al mar abierto y sacarse fotos en el aire que después podrás colgar a Instagram sin la necesidad de usar ningún filtro. No se llega en coche (lo tienes que dejar un poco antes) e igual tendrás que hacer algún equilibrio para bajar hasta la cueva donde estirar la toalla, pero se lo merce. Es fácil que se esté solo en pleno julio y agosto. Llévate unas cangrejeras y, si tienes, gafas de buceo. No esperes chiringuitos. Allí, no hay nada, sólo tú en un entorno privilegiado.  

Es Caló des Mort

Es Caló des Mort

Se trata de un rincón pequeñito, pero imprescindible por su encanto, al que se llega andando, pero no demasiado, resiguiendo la Playa de Migjorn. Como hay poco espacio, casi es mejor ir por la tarde y aprovechar para quedarse hasta el atardecer.

Es Còdol Foradat

Es Còdol Foradat

La Playa de Migjorn es muy larga, una de las zonas de arena blanca más extensas de Formentera, formada por pequeñas calas separadas por rocas. Una de ellas es Es Còdol Foradat. El acceso es fácil (llegas casi al agua con el coche o la moto), hay servicios (un restaurante con el mismo nombre que está bien) y hasta hamacas si te apetece alquilar una. Ay… Suspirarás y dirás que eso sí que son unas vacaciones.

Ses platgetes, Es Caló o Es Caló de Sant Agustí

Caló de Sant Agustí

Acostumbra a hacer viento, pero cuando hace calor, se agradece. Entre la Platja de Tramuntana y es Racó de sa Pujada, con dunas a sus espaldas, hay una serie de calitas consecutivas que combinan la arena blanca y las rocas. Forman pequeñas playitas. Solo es cuestión de ir dando un paseo e ir parando donde a uno le apetezca. Puede ser que la entrada al mar sea rocosa, por lo que no está de más llevar unas chanclas.

Cala Saona

Una playa entre dos acantilados en el que estirar la toalla, plantar la sombrilla y disfrutar del mar. Sí, hay edificios cerca, pero no es ningún drama. Al contrario, la echaras de menos cuando te vayas de la isla. Sí, un día tendrás que regresar a tu casa y hacer una selección de las fotos que podrás enseñar a la abuelita. Porque seguramente durante unos días no solo habrás olvidado todas tus manías, sino que, también, tendrás el testimonio gráfico en tu móvil.  

[redbox text=”El grunge nos dejó buena música, pero un montón de complejos que hemos tardado años en sacarnos de encima.” position=”right”]

Yo soy de aquella generación de camisetas Jbp veinticinco tallas grandes, alérgica a los tacones y que llevaba un jersey de más para podérselo atar en las caderas y disimular el culo. El grunge nos dejó buena música, pero un montón de complejos que hemos tardado años en sacarnos de encima. Y es ahora, cuando regresé a Formentera con la intención de comerme la isla, dejar mis michelines al aire y recuperar el espíritu adolescente que tapé con camisetas sin entallar de publicidad de Marlboro, que me encuentro con italianas que no se sacan ninguna de las partes del bikini. ¿Por qué? No soy antropóloga, pero si que sé que eso crea tendencia, y uno por el otro, Formentera corre el riego de perder el espíritu libre, hippy, isleño, auténtico.

Que no te arrastren y, sobre todo, si vas a una de las mejores islas del mundo mundial haz lo que te dé la gana. Encuentra tu playa o cala ideal y disfruta. Piérdete por ahí, porque muy gafe tienes que ser para no ir a parar a un rincón de arena (o roca) con agua de un azul que ni Pantone sabe definir con un código. Aquí tienes algunas ideas, por si acaso.

Ses illetes

Ses illetes

Es una fija de los rankings de las mejores playas del mundo con motivo. Se nota. Por ese motivo en temporada alta está abarrotada de gente y te hacen pagar para acceder en automóvil. ¿Vale la pena ir? Sí. Si llegas pronto y puedes elegir un lugar donde plantar la sombrilla, se te pasará el día volando entrando en el agua azul-verde turquesa y andando por la arena blanca.

Les piscinetes

Les piscinetes

Cerca de Porto Saler, tocando al tranquilo Estany des Peix, se llega a las piscinas naturales de Can Marroig. No busquéis arena allí. Se trata de pequeñas calas formadas en las rocas desde donde se puede saltar al mar abierto y sacarse fotos en el aire que después podrás colgar a Instagram sin la necesidad de usar ningún filtro. No se llega en coche (lo tienes que dejar un poco antes) e igual tendrás que hacer algún equilibrio para bajar hasta la cueva donde estirar la toalla, pero se lo merce. Es fácil que se esté solo en pleno julio y agosto. Llévate unas cangrejeras y, si tienes, gafas de buceo. No esperes chiringuitos. Allí, no hay nada, sólo tú en un entorno privilegiado.  

Es Caló des Mort

Es Caló des Mort

Se trata de un rincón pequeñito, pero imprescindible por su encanto, al que se llega andando, pero no demasiado, resiguiendo la Playa de Migjorn. Como hay poco espacio, casi es mejor ir por la tarde y aprovechar para quedarse hasta el atardecer.

Es Còdol Foradat

Es Còdol Foradat

La Playa de Migjorn es muy larga, una de las zonas de arena blanca más extensas de Formentera, formada por pequeñas calas separadas por rocas. Una de ellas es Es Còdol Foradat. El acceso es fácil (llegas casi al agua con el coche o la moto), hay servicios (un restaurante con el mismo nombre que está bien) y hasta hamacas si te apetece alquilar una. Ay… Suspirarás y dirás que eso sí que son unas vacaciones.

Ses platgetes, Es Caló o Es Caló de Sant Agustí

Caló de Sant Agustí

Acostumbra a hacer viento, pero cuando hace calor, se agradece. Entre la Platja de Tramuntana y es Racó de sa Pujada, con dunas a sus espaldas, hay una serie de calitas consecutivas que combinan la arena blanca y las rocas. Forman pequeñas playitas. Solo es cuestión de ir dando un paseo e ir parando donde a uno le apetezca. Puede ser que la entrada al mar sea rocosa, por lo que no está de más llevar unas chanclas.

Cala Saona

Una playa entre dos acantilados en el que estirar la toalla, plantar la sombrilla y disfrutar del mar. Sí, hay edificios cerca, pero no es ningún drama. Al contrario, la echaras de menos cuando te vayas de la isla. Sí, un día tendrás que regresar a tu casa y hacer una selección de las fotos que podrás enseñar a la abuelita. Porque seguramente durante unos días no solo habrás olvidado todas tus manías, sino que, también, tendrás el testimonio gráfico en tu móvil.  

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Solo llego puntal cuando voy al cine, no sé resistirme a un mal plan y soy tan inútil orientándome que me perdería en mi propio museo. Espero que algún día declaren las patatas chips pilar de la dieta mediterránea. Me acompaña un ratón vaquero de nombre Cowmouse.