Según los expertos, cuanto mayor es la formación del trabajador y la responsabilidad profesional, más grande, más peludo y más fiero es el síndrome.

 

Durante años, psicólogos, psiquiatras, responsables de Recursos Humanos y otros profesionales de la salud mental han alertado de la amenaza que merodeaba los puestos de trabajo hacia finales de las vacaciones de verano.

Esos mismos expertos afirman estos días que, como tendencia, el síndrome postvacacional está en retroceso.

Se supone que ese alud de síntomas de carácter depresivo (insomnio, irritabilidad, tristeza, acidez de estómago, acidez de carácter) que antes nos abrumaba cuando tocaba regresar al trabajo, no ataca ahora a los que se sienten afortunados ­–o se sienten con la obligación de sentirse afortunados– de tener un trabajo al que volver.

Nosotros somos más de la opinión de que, como el Yeti, el síndrome postvacacional es un mito. Una bonita leyenda. No sabemos si existe, pero lo que sí sabemos es que no hay que temerlo.

Al contrario, en el remoto caso de que existiera y tuvieras uno de esos, te recomendamos que lo cuides. Enorgullécete de él y enséñalo al mundo. Si puedes, cobra entrada. No luches contra él, abrázalo en toda su peluda pseudohumanidad y desea que te acompañe como fiel mascota durante muchos, meneando el rabo, muchos años. Y, si puede ser, que se reproduzca.

Exista o no, si queréis conseguir uno de esos Yetis, en Atrápalo os ofrecemos una buena selección de cursos y talleres de todo tipo que podrán ayudaros a ampliar y mejorar vuestras perspectivas laborales.

Disfruta de tu Yeti.

 

Durante años, psicólogos, psiquiatras, responsables de Recursos Humanos y otros profesionales de la salud mental han alertado de la amenaza que merodeaba los puestos de trabajo hacia finales de las vacaciones de verano.

Esos mismos expertos afirman estos días que, como tendencia, el síndrome postvacacional está en retroceso.

Se supone que ese alud de síntomas de carácter depresivo (insomnio, irritabilidad, tristeza, acidez de estómago, acidez de carácter) que antes nos abrumaba cuando tocaba regresar al trabajo, no ataca ahora a los que se sienten afortunados ­–o se sienten con la obligación de sentirse afortunados– de tener un trabajo al que volver.

Nosotros somos más de la opinión de que, como el Yeti, el síndrome postvacacional es un mito. Una bonita leyenda. No sabemos si existe, pero lo que sí sabemos es que no hay que temerlo.

Al contrario, en el remoto caso de que existiera y tuvieras uno de esos, te recomendamos que lo cuides. Enorgullécete de él y enséñalo al mundo. Si puedes, cobra entrada. No luches contra él, abrázalo en toda su peluda pseudohumanidad y desea que te acompañe como fiel mascota durante muchos, meneando el rabo, muchos años. Y, si puede ser, que se reproduzca.

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