La gastronomía es para un destino lo que Paulina de la Mora a La casa de las flores: ¡un imprescindible! Si además se trata de un lugar como Los Cabos, un trocito de Marte al sur de California, el orgasmo foodie está garantizado.

Los Cabos saben a mole

El fin del mundo tiene un nombre, o al menos para los californianos. Su nombres es Los Cabos y es la guinda de la península de Baja California, en México. Un lugar ideal para un simulacro de vida en el espacio gracias a sus paisajes desérticos y unas playas más azules que el pelo de Marge Simpson.

Lo mejor es que para cuando vuelvas a la Tierra te espera un paraíso con atracciones de todo tipo: desde resorts hasta campos de golf, cultura, música de mariachis a go-go y hasta unas ballenas que menean sus colas durante gran parte del año.

comida mexicana
©Los Cabos

Todo ello, por no hablar de un estado de Baja California Sur considerado el mayor cultivo de productos ecológicos de todo México. Vamos, que además de cetáceos y aves acuáticas no nos extrañaría nada ver a Bambi comer pasto tierno por estos lares.

Y es que la comida es uno de los motivos de peso para viajar a Los Cabos. El mejor exponente de ese México lindo y sabroso lleno de platillos con los que burlar la depresión posvacacional.

Con la que navegar en mil y un colores.

Cómete un arco iris

El colour fooding, o la comida de colores, cumple el requisito de toda moda hipster: reivindicar placeres más viejos que la tana. Nada nuevo que no inventasen culturas como la mexicana, cuya gastronomía llega a ser más colorida que una piñata y un estornudo de unicornio juntos.

Pintada por sus diferentes tipos de maíz, nopales, enchiladas, salsas o tragos (miss you, mezcal…) la comida mexicana inspira una paleta de colores que enamoran el alma y cosquillean el paladar. Y al estómago, ya ni os cuento.

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Una gastronomía cuya base gira en torno al rojo del jitomate (el tomate de toda la vida), una hierba llamada quelite, los nopales (cactus mexicanos) o la milpa formada de frijoles, maíz y calabaza. Vamos, la Trinidad de la comida mexicana. Pero la de verdad.  

Esta base sirve para crear platos tan ricos como los tamales, o maíz relleno envuelto con hoja de, sí, maíz (recycle fooding lo llamarán). También los chiles en nogada que así, en plan casual, pintan la bandera de México con nuez, perejil y granada, o los chilaquites, trozos de maíz tostado mezclados con muchas cosas ricas.

Pero si existe un highlight en la cocina mexicana, ese es el mole. La comida favorita de Moctezuma engloba un sinfín de salsas elaboradas con diferentes chiles que colorean cientos de platos, si bien el marrón del pollo al mole se lleva la palma.

En tu caso, puedes llegar a Los Cabos y sucumbir a todos estos bocados psicodélicos en uno de sus muchos restaurantes.

 

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O también, que para cuando salgas de uno te encuentres en Madrid o Barcelona.

Llámalo Mexican Restaurant Week

Pocas gastronomías pueden tener el lujo de contar con dos nombres. En el caso de la mexicana son el tex-mex (la “adaptada”, prima hermana de la paella con chorizo de Finlandia), y la de verdad.  

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Por suerte, es esta última la que invadirá Madrid y Barcelona del 21 al 30 de septiembre a través de la tercera edición de la Mexican Restaurant Week. Sabores llegados desde Baja California que despliegan restaurantes típicos, chefs aún mejores y menús que no pasan de los 25 euros.

En Madrid, La Taquería de Birra de La Latina sirve los mejores tacos con pollo nopal en un escenario sacado de la película Coco. Y sino, en Las Mañanitas te traen mariachis para amenizar la comida (doy fe de ello). O disfrutar de la ensalada tolteca del Barriga Llena. O los tacos de carnitas de La Panza es lo Primero.

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(Limpiémonos las babas juntos).

Si por tu parte estás en Barcelona, la fiesta no se queda atrás. De hecho, creo que el Eixample pasará a llamarse Mexample por unos días gracias a los restaurantes que ofrecen lo mejorcito del país de Frida Kahlo:  los totopos de El Mexicano de Barcelona, el choriqueso de La Adelita Botanero o los nachos groseros del Pico de Gallo. Pero tranquilos, que hay restaurantes mexicanos para rato repartidos por toda la Ciudad Condal.

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Porque sí amigos, ya no hay vuelta atrás.

El sabor de Baja California ha llegado a España para reconciliarte con los sabores de las tataratatarabuelas mexicanas.

Y ya te aviso que su impacto va a ser mayor que el de un coletazo de ballena.

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Alicantino de nacimiento, amante de cualquier lugar con mínimas de 25ºC. Mi debilidad es escribir en cafés secretos, tengo curry en las venas y una palmera tatuada (tiene su miga, aunque no lo parezca). Una vez gané un premio en Japón.