Viajar por España desde Barcelona y sin levantarte de la mesa –más que para desabrocharte el botón del pantalón después del tercer plato, si procede–, no solo es posible sino también muy recomendable. Esta selección de deliciosos platos regionales va dedicada tanto a los oriundos que sufren nostalgia como a los barceloneses que lo saben todo de la cocina tailandesa pero nunca han probado una verdadera fabada asturiana o un tumbet mallorquín: amigos, también hay vida a este lado.

Lechazo de Burgos

Cordero lechal burgalés, asado en horno de barro y sin prisa –una técnica que se mantiene desde tiempos inmemoriales, seguramente porque es imposible de mejorar–: esa maravilla de la cocina simple-pero-complicada es el plato estrella de El Asador de Aranda. También tienen cochinillo segoviano cocinado con la misma técnica (y con el mismo erótico resultado). No te olvides de acompañarlo con un vino de la zona –en la carta tienen un montón de referencias– y de rematar con un mojete manchego y un plato de riñones, solo apto para los que no le ponen caras raras a la casquería fina.


Fabada asturiana

“Llamber” en bable significa cosas como picar entre horas o saborear algo dulce. Además de hacer esas dos cosas, en la taberna barcelonesa del mismo nombre también puedes atizarte una fabada asturiana con productos traídos de allí y sus buenas cuatro horas de cocción. El chef Fran Heras, a los fogones, también ofrece otras raciones de formato contemporáneo, como las bravas o las alucinantes patatines al cabrales con praliné de avellanas. De postre, arroz con leche, ¿había alguna duda?

Frit mallorquí

El frit es un plato tan rico como contundente, que se prepara friendo en aceite de oliva carne de cerdo o cordero –aunque también hay versiones de pescado– con patatas, cebolla, tomate y pimiento. En Na Mindona lo preparan a la manera tradicional, y bastan un par de bocados para trasladarte a las Baleares (por desgracia, con billete de vuelta). Para redondear el viaje también tienen sobrasada con miel, pa amb oli, ensaladilla, un variat para el aperitivo, tumbet y coca de trempó.

Na Mindona

Paella valenciana

Si eres valenciano y has ido en busca de una paella tradicional en Barcelona, es posible que te hayas acabado comiendo más de un arroz con cosas. En l´Arrosseria Xàtiva la preparan con conejo, pollo, garrofó y verduras ecológicas, y todo el que prueba repite. El arroz es bomba ‘riuet’ con DO valenciana, y el caldo se hace en parte con agua de mar filtrada. Obviamente puedes comer el arroz directamente de la paella con una cuchara de madera, y si lo que te apetece es un arroz ‘del senyoret’ -con marisco pelado-, vegetariano o de rabo de buey, también los hacen.

Cocido maragato

Si tienes morriña leonesa en la Condal, nada como acercarse a Can Cuxart para pasarse la pantalla con un cocido maragato. Una comida tradicional que viene desde los tiempos de los pueblos maragatos arrieros, dispuesta a dejarte KO en tres vuelcos, como Dios manda: primero las carnes, después las verduras, y finalmente la sopa del cocido. Si todavía te queda hambre –o al revés, no crees que vayas a tener tanta–, prueba  la sopa de ajo o la de trucha del Barrio Húmedo, o haz como Luis del Olmo y decídete por el botillo.

can cuxart

Bocadillo de calamares

Todos los bocadillos de Entrepanes Díaz son para ponerles un piso en la zona alta, pero el de calamares puede ejercer una importante labor terapéutica para cualquiera que eche de menos la capital. Hecho con calamares fresquísimos, un rebozado ligero y crujiente y dos mayonesas –una normal y otra aderezada con la tinta de los mismos calamares, un extra de sabor marino que sorprende y se agradece– puede calmar temporalmente la nostalgia hasta que llegue el momento de coger el próximo AVE. Para un extra de felicidad, pide también los callos con garbanzos. Y el bocata de cochinillo. Bueno, y el de kokotxas. Vamos, que no hay uno malo.

Una publicación compartida de Alexia

Lechazo de Burgos

Cordero lechal burgalés, asado en horno de barro y sin prisa –una técnica que se mantiene desde tiempos inmemoriales, seguramente porque es imposible de mejorar–: esa maravilla de la cocina simple-pero-complicada es el plato estrella de El Asador de Aranda. También tienen cochinillo segoviano cocinado con la misma técnica (y con el mismo erótico resultado). No te olvides de acompañarlo con un vino de la zona –en la carta tienen un montón de referencias– y de rematar con un mojete manchego y un plato de riñones, solo apto para los que no le ponen caras raras a la casquería fina.


Fabada asturiana

“Llamber” en bable significa cosas como picar entre horas o saborear algo dulce. Además de hacer esas dos cosas, en la taberna barcelonesa del mismo nombre también puedes atizarte una fabada asturiana con productos traídos de allí y sus buenas cuatro horas de cocción. El chef Fran Heras, a los fogones, también ofrece otras raciones de formato contemporáneo, como las bravas o las alucinantes patatines al cabrales con praliné de avellanas. De postre, arroz con leche, ¿había alguna duda?

Frit mallorquí

El frit es un plato tan rico como contundente, que se prepara friendo en aceite de oliva carne de cerdo o cordero –aunque también hay versiones de pescado– con patatas, cebolla, tomate y pimiento. En Na Mindona lo preparan a la manera tradicional, y bastan un par de bocados para trasladarte a las Baleares (por desgracia, con billete de vuelta). Para redondear el viaje también tienen sobrasada con miel, pa amb oli, ensaladilla, un variat para el aperitivo, tumbet y coca de trempó.

Na Mindona

Paella valenciana

Si eres valenciano y has ido en busca de una paella tradicional en Barcelona, es posible que te hayas acabado comiendo más de un arroz con cosas. En l´Arrosseria Xàtiva la preparan con conejo, pollo, garrofó y verduras ecológicas, y todo el que prueba repite. El arroz es bomba ‘riuet’ con DO valenciana, y el caldo se hace en parte con agua de mar filtrada. Obviamente puedes comer el arroz directamente de la paella con una cuchara de madera, y si lo que te apetece es un arroz ‘del senyoret’ -con marisco pelado-, vegetariano o de rabo de buey, también los hacen.

Cocido maragato

Si tienes morriña leonesa en la Condal, nada como acercarse a Can Cuxart para pasarse la pantalla con un cocido maragato. Una comida tradicional que viene desde los tiempos de los pueblos maragatos arrieros, dispuesta a dejarte KO en tres vuelcos, como Dios manda: primero las carnes, después las verduras, y finalmente la sopa del cocido. Si todavía te queda hambre –o al revés, no crees que vayas a tener tanta–, prueba  la sopa de ajo o la de trucha del Barrio Húmedo, o haz como Luis del Olmo y decídete por el botillo.

can cuxart

Bocadillo de calamares

Todos los bocadillos de Entrepanes Díaz son para ponerles un piso en la zona alta, pero el de calamares puede ejercer una importante labor terapéutica para cualquiera que eche de menos la capital. Hecho con calamares fresquísimos, un rebozado ligero y crujiente y dos mayonesas –una normal y otra aderezada con la tinta de los mismos calamares, un extra de sabor marino que sorprende y se agradece– puede calmar temporalmente la nostalgia hasta que llegue el momento de coger el próximo AVE. Para un extra de felicidad, pide también los callos con garbanzos. Y el bocata de cochinillo. Bueno, y el de kokotxas. Vamos, que no hay uno malo.

mm
Nihilismo, cinismo, sarcasmo y orgasmo.