Que sí, que sí: que tu viejo utilitario mola, que (casi) nunca te deja tirado, que total para ir del punto A y al punto B va sobrado. Pero… ¿te imaginas lo que debe ser dar gas y notar como bajo el capó se desata un tsunami? Créeme, tu sueño está más cerca de lo que piensas.

 

James Bond y la prota de Sor Citroën no pueden estar equivocados: conducir mola. El problema es cuando tu habitáculo con ruedas -también conocido como coche- se estropea el día que más lo necesitas o cuando no encuentras dónde aparcarlo después de dar más vueltas que los ojos de Marujita Díaz. En momentos así te sientes como Carlos Sainz cuando trataba de arrancarlo: tú también te liarías a golpes contra su chasis.

Tal vez la monotonía está apagando el cuentarrevoluciones de vuestra relación, ya no acaricias su carrocería como hacías cuando salió del concesionario, el olor a nuevo de su interior que tanto te excitaba hace tiempo que se evaporó. Pero a lo mejor puedo ayudarte a recuperar la pasión por la gasolina. Como buen seudopsicólogo de la tracción a motor, te propongo que tú y tu coche os deis un respiro… mientras le haces el salto (temporalmente) con otros. Abróchate el cinturón, que vienen curvas.

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¡Gas a fondo!

¿Qué tienen en común Justin Bieber, Paris Hilton, Kim Kardashian o Juanfran, el defensa del Atleti? Pues que además de una economía saneada todos son propietarios de un coche de la misma marca. Pista: luce il cavallino rampante en su frontal y su nombre comienza por Ferra. Tic-tac, tic-tac… ¡Respuesta correcta!

Ojo: ¿crees que debes tener una cuenta corriente generosa en ceros para ponerte al volante de un Ferrari? Hombre, si lo quieres comprar seguro que sí, pero si solo buscas pisar el acelerador por unas horas la cosa es mucho más fácil. Por ejemplo, en el Circuit de Barcelona-Catalunya, donde cada año se celebra el Mundial de Fórmula 1, puedes dar unas vueltas con un modelo F430 F1 o con un 458 Italia en diferentes trazados adaptados a tu pericia y a tu presupuesto. Tranquilo, que para que no se desboquen los más de 500 caballos de sus motores un instructor sentado a tu lado te enseñará todo lo que debes hacer para hacer un Fernando Alonso (o sea: no terminar).

En el mismo circuito, y ya puestos a experimentar con los vehículos de gran cilindrada, también puedes conducir un Lamborghini Gallardo, un Porsche Boxter o un Aston Martin Vantage. Pero si lo que quieres es hacerte notar ‘modo: Cristiano Ronaldo’ nada de girar como un hámster en el trazado de Montmeló: lánzate al asfalto de la ciudad con un Bugatti Veyron o un Maserati MC Stradale Gran Cabrio, que podrás alquilar por un día. Eso sí, pagando una pasta gansa, que nadie dijo que ser rico (o parecerlo) fuera barato.

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Lujo sobre cuatro ruedas

Ya te lo imaginas: os acabáis de dar el “sí, quiero”, los invitados aplauden, la emoción está a flor de piel. Ya en la puerta, sonrientes y felices, bajo una incesante lluvia de arroz, ves, al pie de las escaleras, adornado con lazos blancos, el coche que os llevará al convite. Espera: ¿“el día más feliz de vuestra vida” vais a llegar con esa lata con ruedas al restaurante? Los familiares y amigos van a pensar que tenéis menos estilo que el peluquero de Trump.

“¿Crees que deber ser rico para conducir un Ferrari o un Rolls? Estás equivocado”

Eso se arregla rápido: vuelve a imaginar la escena pero, ahora, os aguarda un Rolls-Royce, que eso sí que hace bodorrio. Buena noticia: no hace falta ser miembro de la realeza británica para que la fantasía se cumpla. Por unas horas puedes gozar del coche más asociado a la opulencia junto a tu recién estrenado cónyuge, y elegir entre varios modelos, desde un Phantom de 1930 hasta un Coupé de 1937.

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Aunque, bien visto, tampoco hace falta unirse a alguien hasta que la muerte os separe para disfrutar de esa mullida tapicería de piel (de la buena) bajo tu espalda: hay empresas especializadas en coches de lujo que te permitirán sentirte como Camilo José Cela cuando recorrió la Alcarria con su Rolls blanco. Ahora, si insistes en lo de ligarte a alguien anillo mediante pero la ostentación no es lo tuyo, también puedes iniciar la singladura matrimonial a bordo de clásicos más originales, como un Mini de los de toda la vida, un Ford Mustang descapotable del 71 o un infalible como el 600. Sí, ¿quieres?

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Nostalgia ochentera

El lujo y la velocidad están muy bien (si te gustan el lujo y la velocidad, claro). Pero a lo mejor eres de otra pasta. A lo mejor eres lo que los científicos han convenido en llamar técnicamente un frikazus máximus. Si encajas en esta categoría, sólo te diré un concepto: Condensador de Fluzo. ¿Te suena? ¿Hay alguien, McFly? Pues sí: ese DeLorean con el que Michael J. Fox daba saltos temporales con estilo 100% ochentero en Regreso al futuro puede ponerse a tu disposición. Para tu tranquilidad te diré que no vas a volver a la década de las hombreras, pero sí que vas a despertar oleadas de admiración a tu paso. Eso sí, tendrás que ir hasta la lejana California para hacerte con uno que tenga todos los extras de la peli.

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¿Que eres más del estilo nostálgico-casposo del Coche Fantástico? No hará falta que te hagas un crepado para sentirte como Michael Knight y tener largas conversaciones con Kitt. ¿Que tu frase favorita es “me encanta que los planes salgan bien” y siempre tienes un puro encendido? Lo tuyo es viajar a la no tan lejana Inglaterra para subirte a la furgo de Hannibal Smith y compañía en El Equipo-A. Pero si prefieres algo más tranquilo, más silencioso, más ecológico, esta es mi propuesta final: un paseo… en burro. ¡La de pasta que te ahorrarás en gasolina!

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Bípedo humano miope y contraalopécico. Alma de rockero y cuerpo de oficinista. Hipocondríaco pasivo y airguitarrista activo. Juntador de palabras profesional y leedor de palabras vocacional. Todavía no sé qué quiero ser de mayor; mientras tanto, cotizo. Por lo demás todo bien, gracias.