“Me llamo Albert y busco compañero de piso en Barcelona. Soy ordenado, limpio y además cocino bastante bien. Me apasiona el cine antiguo y el soul -tengo todos los álbumes de Sam Cook-. Me gusta ir al gimnasio y jugar a cartas. Por cierto, espero que no sea un problema, tengo 78 años y estoy jubilado. Si buscas un buen compañero, llámame.”

Acabas de alucinar con el anuncio. Seguro. No sé tú, pero yo no me había parado a pensar que alguien como mi abuela pudiera estar buscando compañero de piso. A esa edad piensas que la vida ha de ser más fácil, que tus nietecitos vienen cada dos por tres a verte y que tu día a día se resume como “tranquilo y aburrido”. Parece ser que no siempre es así. (¡Mary, chica, espabila!)

Resulta que Albert -el señor del anuncio- es una de las personas que hacen cohousing a través de una entidad social, en este caso la Fundación Llars Compartides. El cohousing (o co-vivienda, para que me entienda mi abuela y los que no tienen el First) es un servicio solidario de viviendas para que gente mayor con pocos recursos económicos, pero muchas ganas de vivir, puedan compartir piso.

©Josep Echaburu

Ya conocemos el problemón de las pensiones y sabemos que hay muchas personas mayores que no llegan a final de mes, pero ese no es el único motivo para apuntarte al cohousing. Además del aspecto económico, existe el problema de la soledad y eso no está en manos de ningún ministro de economía ni empleo. Llamadme motivada pero creo que hay algo que debemos cambiar nosotros. Igual no hace falta empezar un voluntariado en una residencia de la tercera edad, pero sí que está en nuestras manos no mirar hacia otro lado cuando vemos a esas personas que necesitan un poco de atención.

La señora del súper que se agobia y no puede meter la compra en el carrito (a la que fulminas con la mirada por estar creando cola), esa persona mayor que acaba de entrar en el metro, el abuelo de la parada del bus que está ahí sentado y a lo mejor no ha hablado con nadie en todo el día o la vecina del 5º que siempre te saluda en el rellano y ni la ves. Que fácil sería ayudarle a guardar la compra, cederle tu asiento, ponerte a hablar del tiempo (o del mundial) o subir al 5º algún día y preguntarle si necesita algo, que te va de paso porque vas a por leche.

Seguro que el cohousing seguiría siendo necesario, pero como diría Sam Cook: “what a wonderful world this would be”.

©Josep Echaburu

* El Redondeo Solidario de Atrápalo del mes de julio se destinará a Fundació Llars Compartides. Si quieres conocer más formas de hacer un mundo mejor o tienes ideas que quieras compartirnos, escribenos a atrapalosocial@atrapalo.com.

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Me gustan los superhéroes de carne y hueso, que luchan por restablecer el equilibrio y llevar luz a los rincones donde reina la oscuridad. Busco aliados que se sumen a mi causa todos los meses, porque la tierra gira sola, pero el mundo lo hacemos girar nosotros.