Llega la Navidad y con ella un halo mágico e intangible que se instala, lo quieras o no, en nuestras vidas. Es el espíritu navideño: un estado kármico y contagioso en el que transitamos felizmente de la histeria a la paz y del egoísmo a la generosidad, en un intento desesperado por ser felices y a la vez hacer felices a los demás.

Porque la Navidad es amor y odio, verdades y mentiras, frío y calor, y hay mucha gente a la que le chirría la bondad y el cariño indiscriminado y el vuelve a casa por Navidad. Pero a mí, debo reconocerlo, me encanta.

¿Quién se resiste a comprar?

Está la locura de las compras y los regalos… y debo reconocer que el consumismo desaforado y autocomplaciente se apodera de todo. De todo. Porque, si en un lapsus de sensatez consigues evitar las calles comerciales tratando civilizadamente de huir de la ruina, los anuncios inteligentes de Google te perseguirán por la red, sabiendo exactamente que te mueres por esos botines de terciopelo negro que no dejarás de ver allí donde navegues hasta que, rendida ante el todopoderoso algoritmo, acabes comprándolos para lucir en Nochevieja. Y es que ¿quién se resiste durante tantos días al Black Friday, el Cyber Monday o las Mid-season Sales? Reconozcámoslo, en el contexto actual es materialmente imposible que tu Visa llegue viva a Enero. Que una es fuerte, pero tiene sangre en las venas.

Una foto publicada por Baúl Weekend (@baulweekend) el 13 de Dic de 2015 a la(s) 6:40 PST

 

Navidad: Consumismo y solidaridad

Afortunadamente, no es frivolidad todo lo que reluce en Navidad, y si eres hábil puedes aprovechar el momento para unir en mágica armonía dos sentimientos muy Navideños: consumismo y solidaridad. Pensad que toda la bondad del ser humano se activa a tope durante un mes para poder descansar y seguir siendo unos cutres egoístas los otros once. Eso es así. En diciembre todos queremos al vecino, al portero, a los niños huérfanos, a los amigos, a la familia (estoy hablando de diciembre, esto último en enero puede cambiar) y ese estado de embriaguez solidariofestiva hay que aprovecharlo. Se llama shopping solidario, y funciona de maravilla. Si hay algún momento del año en el que el afecto puro y desinteresado y el gesto altruista puede surgir, es éste.

 

Una foto publicada por Baúl Weekend (@baulweekend) el 12 de Dic de 2015 a la(s) 10:32 PST

 

 Baúl Weekend

Total, que ante la imposiblidad de luchar contra los elementos, hay quien decide unirse a ellos. Esa es la filosofía con la que nació Baúl Weekend, un evento de moda solidario que montaron 6 amigas de Barcelona para sacar partido a la solidaridad de los armarios más selectos de su ciudad y hacer las delicias de las shopaholics que por un día pueden comprar marcas muy top a precios muy low por una buena causa y así matar dos pájaros de un tiro. Durante todo el mes de diciembre, las más pudientes donan bolsos, chaquetas, zapatos y demás prendas preciadas y, justo antes de Navidad, Baúl Weekend lo vende todo con un fin benéfico. El resultado es un encuentro feliz, casi serendípico, entre el amor por la moda y la capacidad del ser humano de sumar esfuerzos y sacar lo mejor de sí mismos cuando el mundo lo necesita. Así consiguieron recaudar en 2015 una importante cantidad de dinero para llevar a cabo varios proyectos de ayuda a los refugiados, y este año repiten esperando superarse. Todo lo recaudado en esta segunda edición irá a las labores de rescate en el Mediterráneo de los socorristas de Proactiva Open Arms. Un bolso de Dior se convierte en diez salvavidas, una chaqueta Chanel en cien mantas para abrigar la hipotermia, y así se construye una cadena de favores que invita de verdad a volver a creer en la magia de la Navidad.

Una foto publicada por Baúl Weekend (@baulweekend) el 18 de Nov de 2016 a la(s) 8:55 PST

Yo, puestos a dejarme tentar por un regalo que Google haya decidido asignarme, me voy a dejar caer por Brooklin Loft el sábado 17, que es donde tendrá lugar el evento. Así mis remordimientos se ven mitigados porque mi compra no contribuye a generar más residuos (el second hand es un plus) y todo lo recaudado servirá para dotar de recursos a unos héroes contemporáneos que han demostrado que sí, se pueden hacer cosas increíbles con muy poco. Por no hablar de que el evento en sí es un planazo y no soporto perderme algo chulo y que luego venga alguien a contármelo. Ya os avisé al principio que a mí la Navidad me gusta, y la compro con todo el paquete de amor, canela y contradicciones. Al fin y al cabo, es Navidad.

Porque la Navidad es amor y odio, verdades y mentiras, frío y calor, y hay mucha gente a la que le chirría la bondad y el cariño indiscriminado y el vuelve a casa por Navidad. Pero a mí, debo reconocerlo, me encanta.

¿Quién se resiste a comprar?

Está la locura de las compras y los regalos… y debo reconocer que el consumismo desaforado y autocomplaciente se apodera de todo. De todo. Porque, si en un lapsus de sensatez consigues evitar las calles comerciales tratando civilizadamente de huir de la ruina, los anuncios inteligentes de Google te perseguirán por la red, sabiendo exactamente que te mueres por esos botines de terciopelo negro que no dejarás de ver allí donde navegues hasta que, rendida ante el todopoderoso algoritmo, acabes comprándolos para lucir en Nochevieja. Y es que ¿quién se resiste durante tantos días al Black Friday, el Cyber Monday o las Mid-season Sales? Reconozcámoslo, en el contexto actual es materialmente imposible que tu Visa llegue viva a Enero. Que una es fuerte, pero tiene sangre en las venas.

Una foto publicada por Baúl Weekend (@baulweekend) el 13 de Dic de 2015 a la(s) 6:40 PST

 

Navidad: Consumismo y solidaridad

Afortunadamente, no es frivolidad todo lo que reluce en Navidad, y si eres hábil puedes aprovechar el momento para unir en mágica armonía dos sentimientos muy Navideños: consumismo y solidaridad. Pensad que toda la bondad del ser humano se activa a tope durante un mes para poder descansar y seguir siendo unos cutres egoístas los otros once. Eso es así. En diciembre todos queremos al vecino, al portero, a los niños huérfanos, a los amigos, a la familia (estoy hablando de diciembre, esto último en enero puede cambiar) y ese estado de embriaguez solidariofestiva hay que aprovecharlo. Se llama shopping solidario, y funciona de maravilla. Si hay algún momento del año en el que el afecto puro y desinteresado y el gesto altruista puede surgir, es éste.

 

Una foto publicada por Baúl Weekend (@baulweekend) el 12 de Dic de 2015 a la(s) 10:32 PST

 

 Baúl Weekend

Total, que ante la imposiblidad de luchar contra los elementos, hay quien decide unirse a ellos. Esa es la filosofía con la que nació Baúl Weekend, un evento de moda solidario que montaron 6 amigas de Barcelona para sacar partido a la solidaridad de los armarios más selectos de su ciudad y hacer las delicias de las shopaholics que por un día pueden comprar marcas muy top a precios muy low por una buena causa y así matar dos pájaros de un tiro. Durante todo el mes de diciembre, las más pudientes donan bolsos, chaquetas, zapatos y demás prendas preciadas y, justo antes de Navidad, Baúl Weekend lo vende todo con un fin benéfico. El resultado es un encuentro feliz, casi serendípico, entre el amor por la moda y la capacidad del ser humano de sumar esfuerzos y sacar lo mejor de sí mismos cuando el mundo lo necesita. Así consiguieron recaudar en 2015 una importante cantidad de dinero para llevar a cabo varios proyectos de ayuda a los refugiados, y este año repiten esperando superarse. Todo lo recaudado en esta segunda edición irá a las labores de rescate en el Mediterráneo de los socorristas de Proactiva Open Arms. Un bolso de Dior se convierte en diez salvavidas, una chaqueta Chanel en cien mantas para abrigar la hipotermia, y así se construye una cadena de favores que invita de verdad a volver a creer en la magia de la Navidad.

Una foto publicada por Baúl Weekend (@baulweekend) el 18 de Nov de 2016 a la(s) 8:55 PST

Yo, puestos a dejarme tentar por un regalo que Google haya decidido asignarme, me voy a dejar caer por Brooklin Loft el sábado 17, que es donde tendrá lugar el evento. Así mis remordimientos se ven mitigados porque mi compra no contribuye a generar más residuos (el second hand es un plus) y todo lo recaudado servirá para dotar de recursos a unos héroes contemporáneos que han demostrado que sí, se pueden hacer cosas increíbles con muy poco. Por no hablar de que el evento en sí es un planazo y no soporto perderme algo chulo y que luego venga alguien a contármelo. Ya os avisé al principio que a mí la Navidad me gusta, y la compro con todo el paquete de amor, canela y contradicciones. Al fin y al cabo, es Navidad.

mm
No te tomes tan en serio, nadie más lo hace.