Cada año por estas fechas lo flipo un poco más (si cabe) con Madrid. Esta urbe, la capital, saca todo su espíritu pueblerino a pasear y como si de una pequeña aldea se tratase, la ciudad y sus habitantes se ponen en modo celebración. Gente vestida de chulapos, actitudes divertidamente chulescas, un ambiente muy de “Pichi es el chulo que castiga”. Verbenas, conciertos, celebraciones y actividades varias pueblan las calles, abarrotadas de madrileños y adoptivos. Y comida, mucha comida, para darle la bienvenida al buen tiempo con la panza llena.

Porque ¿qué es una buena fiesta popular sin toneladas de comida que echarse a la boca?, ¿o sin las montañas de rituales gastro que cumplir?, ¿sin una buena excusa para juntarse en torno a la mesa (o a la barra, o a la pradera…)? Son días de compartir, de pasar buenos ratos, de verse con los amigos (así dicho parece Navidad esto, o algo, oiga), de disfrutar del buen tiempo que empieza a asomar… y de darse festines de lo más variados. Pasen y coman.

Rabo de toro

Uno de los platos por excelencia de estas fechas. En lo sabroso del guiso y en la textura melosa radica su exitazo por estos lares. En Donde Marian lo hacen riquísimo, y en Casa Ricardo están a tope con las jornadas gastronómicas de San Isidro, así que si te quieres empapuzar hasta las cejas del susodicho manjar puedes dirigirte allí, o a Los Galayos, Sandó o en la Taberna Gaztelupe, todos ellos con sus menús especiales centrados en este producto.

Fuente: Donde Marian

Callos

Con amantes y detractores a partes iguales, esta receta a base de tripas de cerdo guisadas causan furor todo el año, y con más fuerza en estas fechas. Que somos de “Madrí” y “damos el callo” hasta que la carne que tenemos en la boca se nos haga chicle si hace falta. El nivel de picantito o no, eso es a gusto del consumidor. Me dicen por el pinganillo que en La Cruz Blanca de Vallecas los hacen a la madrileña que son un primor, y que en el Bar Alonso subliman la receta. Callos con vistas, y con sus garbanzos así bien picantitos, se pueden tomar en el restaurante Azotea del Círculo, de la mano del chef Javier Muñoz-Calero. Lo bueno es que los que somos melindrosos podemos pedirnos otras delicias en todos esos lugares. O comer lo que viene a continuación.

Foto: Azotea del Círculo

Callos veganos

Atención, sí: no me he vuelto loca. No tocaría unos callos tradicionales ni con un palo pero cuando me enteré de que en Viva Burguer (el restaurante vegano, sí) iban a tener su propia versión, corrí a probarlos y ¡voilá! Recomendabilísimos, hechos a base de seta de cardo y oreja de arce, con sus garbancitos, y debidamente guisados con pimentón de la vera, orégano, alcaravea y pimienta negra. Si estás haciendo el gesto de un “ein” en toda regla, en serio te recomiendo ir a probarlos: sabor, textura y sensación general te sorprenderán. Con una cañita en la barra ni pensarás que estás probando una vuelta de tuerca a este legendario plato.

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Bocadillo de calamares

Estaréis conmigo en que es uno de los emblemas del comer en Madrid: sencillo, barato y riquísimo. Relación calidad-cantidad-precio brutal. Insuperable. Aquí las recomendaciones son miles de millones de lugares donde tomarlo, pero muy especialmente en los alrededores de la Plaza Mayor. ¿Ves un sitio en el que haya cola? Plántate allí y que no te mueva ni Dios: vamos a comerte un pedazo de la ciudad y te va a saber a gloria.

Foto: ambiente de barra (Café Comercial)

Gallinejas, entresijos y zarajos

Esto ya es otra dimensión para amantes de la casquería e incondicionales de las tradiciones. Así brevemente y para entendernos: raciones míticas de Madrid a base de intestinos de cordero. Encontrarás estos (controvertidos para algunos, como para la que escribe) productos en lugares especializados, como la Freiduría de Gallinejas o directamente en los puestos de las verbenas. Ojo cuando estés en Las Vistillas no te quedes demasiado rato cerca de una de esas cocinas que sueltan humareda: atufarás que ni que hubieras estado rebozándote por el suelo en la plaza Jemaa El Fna de Marrakech. Súper consejito, amigos.

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Este es el look ideal y la actitud para comer estas especialidades

Cocido madrileño

Nunca es mal momento para meterse uno entre pecho y espalda. Porque, a ver, hace bueno pero a ratos corre el biruji, así que ya tienes la excusa perfecta para entregarte en cuerpo y alma a este manjar. Mitiquísimos son el de la Taberna J. Blanco, en el auténtico ambientazo de tasca madrileña, o el de La Bola, más refinado pero sin perder un ápice de sabor. De todos modos, te dejo un buen listado de sitios donde comer cocido.

Rosquillas

Están las tontas y las listas. Son las típicas rosquillas duritas y con regusto a anisete a las que pegarás un bocado y te vendrá la casa de tu abuela cual magdalena de Proust. Las tontas no van recubiertas de nada. Las listas van bañadas en azúcar fondant preparado con un sirope de azúcar, zumo de limón y huevo batido. Las verás en puestecillos y hornos de pan tradicionales. Es el momento del año para comerlas.

Barquillos  

Otra cosa súper mítica de Madrid. Los venden lisos o enrollados, simples o bañados en chocololate. El secreto: que estén crujientitos, y ese sabor suave y dulzón que acompaña el mordisco. Los venden muchas veces por la calle barquilleros y barquilleras ataviados con todo el look San Isidro, y te los encontrarás por la calle Preciados, el Palacio de Oriente, o en la misma pradera. Venga, va, el momento de la compra da para un Instagram stories, ¡yo creo que sí!

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Todo se moderniza

Y para ti, que eres JASP (si tienes tan presente como yo ese lema de “joven aunque sobradamente preparado” es que no eres tan joven…) hay versiones modernizadas de todo esto para gustos variados, y que además puedes comer todo el año: que si unos penne con rabo de toro en ¡Tu! Pasta, el nuevo restaurante italiano de moda en Menéndez Pelayo, el Dim sum de rabo de toro, crema de patata trufada, setas y reducción de Porto o la ‘HamburgerBao’, rabo de toro y dipping de salsa teriyaki casero con fondo de buey de Oribu Gastro bar, o las Gyozas de rabo de toro de Kena, el rey de la comida nikkei en Madrid capitaneado por Luis Arévalo.

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Todo esto se riega siempre con una buena cerveza madrileña (oh sí, una Mahou, la birra por excelencia de Madrid, que además ha organizado una ruta de tapas en conserva estos días)  O un buen vermut: el Muñiz es el local donde tomártelo, o Bodegas Alfaro, o gratis si vas vestido de chulapo en el recién renovado Café Comercial! Porque sentirse como en San Isidro es sentirse muy bien, y todo en esta vida es cuestión de actitud. ¡San Isidreemos como si no hubiera un mañana!

Porque ¿qué es una buena fiesta popular sin toneladas de comida que echarse a la boca?, ¿o sin las montañas de rituales gastro que cumplir?, ¿sin una buena excusa para juntarse en torno a la mesa (o a la barra, o a la pradera…)? Son días de compartir, de pasar buenos ratos, de verse con los amigos (así dicho parece Navidad esto, o algo, oiga), de disfrutar del buen tiempo que empieza a asomar… y de darse festines de lo más variados. Pasen y coman.

Rabo de toro

Uno de los platos por excelencia de estas fechas. En lo sabroso del guiso y en la textura melosa radica su exitazo por estos lares. En Donde Marian lo hacen riquísimo, y en Casa Ricardo están a tope con las jornadas gastronómicas de San Isidro, así que si te quieres empapuzar hasta las cejas del susodicho manjar puedes dirigirte allí, o a Los Galayos, Sandó o en la Taberna Gaztelupe, todos ellos con sus menús especiales centrados en este producto.

Fuente: Donde Marian

Callos

Con amantes y detractores a partes iguales, esta receta a base de tripas de cerdo guisadas causan furor todo el año, y con más fuerza en estas fechas. Que somos de “Madrí” y “damos el callo” hasta que la carne que tenemos en la boca se nos haga chicle si hace falta. El nivel de picantito o no, eso es a gusto del consumidor. Me dicen por el pinganillo que en La Cruz Blanca de Vallecas los hacen a la madrileña que son un primor, y que en el Bar Alonso subliman la receta. Callos con vistas, y con sus garbanzos así bien picantitos, se pueden tomar en el restaurante Azotea del Círculo, de la mano del chef Javier Muñoz-Calero. Lo bueno es que los que somos melindrosos podemos pedirnos otras delicias en todos esos lugares. O comer lo que viene a continuación.

Foto: Azotea del Círculo

Callos veganos

Atención, sí: no me he vuelto loca. No tocaría unos callos tradicionales ni con un palo pero cuando me enteré de que en Viva Burguer (el restaurante vegano, sí) iban a tener su propia versión, corrí a probarlos y ¡voilá! Recomendabilísimos, hechos a base de seta de cardo y oreja de arce, con sus garbancitos, y debidamente guisados con pimentón de la vera, orégano, alcaravea y pimienta negra. Si estás haciendo el gesto de un “ein” en toda regla, en serio te recomiendo ir a probarlos: sabor, textura y sensación general te sorprenderán. Con una cañita en la barra ni pensarás que estás probando una vuelta de tuerca a este legendario plato.

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Bocadillo de calamares

Estaréis conmigo en que es uno de los emblemas del comer en Madrid: sencillo, barato y riquísimo. Relación calidad-cantidad-precio brutal. Insuperable. Aquí las recomendaciones son miles de millones de lugares donde tomarlo, pero muy especialmente en los alrededores de la Plaza Mayor. ¿Ves un sitio en el que haya cola? Plántate allí y que no te mueva ni Dios: vamos a comerte un pedazo de la ciudad y te va a saber a gloria.

Foto: ambiente de barra (Café Comercial)

Gallinejas, entresijos y zarajos

Esto ya es otra dimensión para amantes de la casquería e incondicionales de las tradiciones. Así brevemente y para entendernos: raciones míticas de Madrid a base de intestinos de cordero. Encontrarás estos (controvertidos para algunos, como para la que escribe) productos en lugares especializados, como la Freiduría de Gallinejas o directamente en los puestos de las verbenas. Ojo cuando estés en Las Vistillas no te quedes demasiado rato cerca de una de esas cocinas que sueltan humareda: atufarás que ni que hubieras estado rebozándote por el suelo en la plaza Jemaa El Fna de Marrakech. Súper consejito, amigos.

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Este es el look ideal y la actitud para comer estas especialidades

Cocido madrileño

Nunca es mal momento para meterse uno entre pecho y espalda. Porque, a ver, hace bueno pero a ratos corre el biruji, así que ya tienes la excusa perfecta para entregarte en cuerpo y alma a este manjar. Mitiquísimos son el de la Taberna J. Blanco, en el auténtico ambientazo de tasca madrileña, o el de La Bola, más refinado pero sin perder un ápice de sabor. De todos modos, te dejo un buen listado de sitios donde comer cocido.

Rosquillas

Están las tontas y las listas. Son las típicas rosquillas duritas y con regusto a anisete a las que pegarás un bocado y te vendrá la casa de tu abuela cual magdalena de Proust. Las tontas no van recubiertas de nada. Las listas van bañadas en azúcar fondant preparado con un sirope de azúcar, zumo de limón y huevo batido. Las verás en puestecillos y hornos de pan tradicionales. Es el momento del año para comerlas.

Barquillos  

Otra cosa súper mítica de Madrid. Los venden lisos o enrollados, simples o bañados en chocololate. El secreto: que estén crujientitos, y ese sabor suave y dulzón que acompaña el mordisco. Los venden muchas veces por la calle barquilleros y barquilleras ataviados con todo el look San Isidro, y te los encontrarás por la calle Preciados, el Palacio de Oriente, o en la misma pradera. Venga, va, el momento de la compra da para un Instagram stories, ¡yo creo que sí!

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Todo se moderniza

Y para ti, que eres JASP (si tienes tan presente como yo ese lema de “joven aunque sobradamente preparado” es que no eres tan joven…) hay versiones modernizadas de todo esto para gustos variados, y que además puedes comer todo el año: que si unos penne con rabo de toro en ¡Tu! Pasta, el nuevo restaurante italiano de moda en Menéndez Pelayo, el Dim sum de rabo de toro, crema de patata trufada, setas y reducción de Porto o la ‘HamburgerBao’, rabo de toro y dipping de salsa teriyaki casero con fondo de buey de Oribu Gastro bar, o las Gyozas de rabo de toro de Kena, el rey de la comida nikkei en Madrid capitaneado por Luis Arévalo.

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Todo esto se riega siempre con una buena cerveza madrileña (oh sí, una Mahou, la birra por excelencia de Madrid, que además ha organizado una ruta de tapas en conserva estos días)  O un buen vermut: el Muñiz es el local donde tomártelo, o Bodegas Alfaro, o gratis si vas vestido de chulapo en el recién renovado Café Comercial! Porque sentirse como en San Isidro es sentirse muy bien, y todo en esta vida es cuestión de actitud. ¡San Isidreemos como si no hubiera un mañana!

mm
Henar con H de hedonismo. Recomendadora profesional. Muchos años enviando a gente a los sitios adecuados. Camino por la vida en una eterna vacación (o eso intento). Profesional camaleónica, soy periodista, consultora de comunicación y gestora cultural freelance. No conoces a nadie a quien le flipe más Madrid (y mi barrio, Antón Martín). Cine, música, arte, ocio urbano, comer, beber, salir, y demás. Bajar a comprar pan y acabar en una despedida de soltero en Ibiza (de La Costa Brava) como way of life.