Hay quien sueña con un coche caro, con el éxito profesional o con dar la vuelta al mundo. Yo con volver alguna vez a la zona VIP del Mutua Madrid Open.

Lo inalcanzable siempre resulta más atractivo. Sin embargo, si en una carambola del destino acabas teniendo acceso a ello no siempre cumple las expectativas. Te ocurrió con aquel antro discotequero en el que te morías por entrar con quince y aborrecías a los dieciocho. También con ese cantante al que te acercaste envalentonado por tu admiración después de una actuación. Menudo imbécil. Con algunas zonas VIP ocurre lo mismo.

A lo largo de los años he conocido varias de ellas en eventos musicales y deportivos. Antes de que nadie piense que escribe en Houdinis el mismísimo Duque de Alba, aclarar que siempre fue por trabajo. El de periodista, en concreto, que está mal pagado pero te da acceso a sitios a los que jamás podrías permitirte entrar fuera de tu jornada laboral.

Casi siempre me decepcionaron. Beber gratis un par de cervezas rodeado de gente a la que no le interesa lo más mínimo el evento en cuestión es bastante aburrido. De hecho, siempre salía pitando de aquellos espacios llenos de puffs y césped artificial. De todos menos de uno: el del Mutua Madrid Open.

Ocurrió hace tres años y todavía no lo hemos olvidado. Ni yo ni Facebook, que me lo recordó la semana pasada. Así fueron mis doce horas en uno de los lugares más maravillosos del mundo:

© Atrápalo

9:45 h

Vale, no sé ni cómo lo hemos hecho, pero varios compañeros de trabajo y yo tenemos invitaciones VIP para el Mutua Madrid Open. Son para el primer domingo de torneo; sí ese en el que las grandes raquetas ni siquiera han llegado a la ciudad porque empiezan a competir más tarde, pero merece la pena igual.

Estoy a punto de llevarme un bocadillo, pero alguien me dice que con la entrada VIP nos invitan a comer. Pienso en un picoteo ligero y me dan ganas de mantener mi plan inicial, el plan por el que cualquier abuela del mundo hubiese apostado. Me imagino saliendo en la tele comiendo un bocata en uno de los palcos y cambio de idea.

10:00 h

¿En serio está aquí la Caja Mágica? Por el tiempo que hemos tardado en llegar debe estar tocando con Ciudad Real. Que nadie del sur de Madrid se enfade, a los millennials y a las meninas del 1600 nos gusta el drama. El caso es que ya hemos llegado, nos han puesto la pulsera correspondiente y estamos deseando ver tenis del bueno.

10:30 h

Entendido, después de unas cuantas vueltas y de perdernos más de una vez hemos comprendido la estructura de las instalaciones. Está la Pista Central, un par de pistas más pequeñas y varios campos de entrenamiento. Seguimos sin conocer prácticamente a ninguno de los jugadores y jugadoras del orden del día, pero nuestro entusiasmo no decae.

11:00 h

Esto es alucinante, hemos accedido a la Pista Central y nos han conducido a un palco. Sí a uno de esos que están pegados a la tierra batida y que suele ocupar la jet set madrileña. Debemos ser los tíos más flipados de la historia con el hecho de poder estar allí después del pequeño Nicolás. Entre selfie y foto para Instagram nos queda tiempo para atender al partido que se está jugando. De hecho es increíble verlo desde esa distancia. Descubrimiento del día: la tele no solo engorda, también convierte en aburrido el tenis.   

13:00 h

Termina el partido y salimos de la cancha sin saber muy bien a dónde ir. Un momento, ¿nosotros no podremos entrar a algún sitio con estas pulseras?

En efecto, ese sitio es la zona VIP y la primera vez que entramos es como cruzar la puertas del paraíso. Antes de darnos cuenta tenemos una caña en la mano y nos cuesta atender a todos los estímulos que nos llegan. Hay puestos de tapas, de helados, de cócteles… Somos una mezcla entre “Charlie y la Fábrica de Chocolate” y el capítulo de los Simpsons en el que Homer iba de visita a la fábrica de cerveza Duff.

14:30 h

Resulta que esto solo era la recepción. Dentro está lo verdaderamente bueno: el buffet. Al entrar nos llevan a la mesa que le corresponde a nuestro palco y nos invitan a servirnos lo que queramos. Lo que ocurre a continuación es obsceno, pero que tire la primera piedra quien no haya pecado nunca en el buffet de desayuno de un hotel.

16:00 h

Hemos comido todo lo imaginable y un poco más, qué bien lo estamos pasando en este resort de Punta Cana, excelente elección la de estas vacaciones. Un momento, nosotros estábamos aquí por otra cosa. ¡El tenis! Nos tomamos un café, nos ponemos las gafas de sol -que a esa hora ya pega considerablemente- y volvemos a la Pista Central como alumnos aplicados.

Don't feel blue. Be blue. ⠀ #Parafinaco #Eco #Sunglasses

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17:30 h

¿Esos que están entrando en nuestro palco no son la pareja de moda que tanto sale en las revistas? Miradas entre nosotros, hasta entonces solos en el palco. Sí, son ellos. Nuestra reacción es ponernos muy serios y comportarnos como auténticos veteranos de este tipo de localidades. Ay el tenis, qué tardes hemos echado en el Mutua, Wimblendon o Roland Garros. Que no se note que estamos tan sorprendidos de estar aquí como el representante de Australia en Eurovisión.

19:00 h

Llevamos tanto tenis visto como grupos en el Primavera Sound a las 3 de la mañana. Alguna voz sensata sugiere que volvamos. Otra aún más responde que tenemos pases para la cena. Aplauso cerrado, ovación y confirmación de que de allí no se mueve nadie sin pasar por el buffet de nuevo.

22:30 h

Ha vuelto a pasar. Hemos arrasado en la cena casi tanto como en la comida. Eso sí, esta vez ha sido un poco más incómodo. Compartimos mesa con la pareja de celebrities del palco y hay que mantener un poco las formas. Perfecto, esperamos a que acaben y asaltamos la zona de postres. Un plan sin fisuras.

23:00 h

Todo ha terminado. Han pasado 12 horas, pero para nosotros han sido como una semana intensiva de tenis en un todo incluido. Por una experiencia así merece la pena viajar a Madrid. Si hace falta hasta de rodillas. El próximo domingo llegará la final y entre los flashes y la gloria de los vencedores todos olvidarán la efímera zona VIP donde un día fuimos felices. No, nosotros no te olvidaremos.

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Enredado profesional en Atrápalo. Soy el alto que te tapa en los conciertos. Fui jurado de un concurso de alienígenas y gané un campeonato local de badminton. Ah, y lo de Lenny Kravitz es verdad.