Pablo me hace llegar este enlace, donde se ve cómo era Atrápalo cuando empezó. Me ha dado vértigo hacer este salto en el tiempo y regresar al año 2000, cuando empezamos sostenidos por unos cimientos de ilusión y la confianza de algunas (pocas) personas.

Atrápalo en 2000

Me siento orgullosa de haber estado aquí entonces, cuando Atrápalo era un David alegre, desenfadado, atrevido, que no tenía miedo de la competencia de ningún Goliat. Nunca he visto a nadie tan convencido de que algo iría bien. Quizás tuvimos suerte, quizás estuvimos en el lugar apropiado en el momento apropiado, quizás fuimos unos genios y dimos en el clavo, quizás trabajamos más que nadie. Pero no tengo ninguna duda de que la culpable del éxito de Atrápalo fue la ilusión y cada día vengo a trabajar esperando que esa ilusión que todavía queda no me abandone nunca. Claro que la intensidad ha cambiado y que las motivaciones son distintas; pero algo he aprendido y es que hay que trabajar por lo que uno cree y no abandonarse a la rutina.

Es lo que deseo transmitir a toda la gente nueva que llega a Atrápalo y es lo que intento decirme cada día cuando atravieso la puerta de la oficina. Ahora me voy a tomar un café con mis amigos, que es una de las partes mejores de trabajar en esta empresa.

Pablo me hace llegar este enlace, donde se ve cómo era Atrápalo cuando empezó. Me ha dado vértigo hacer este salto en el tiempo y regresar al año 2000, cuando empezamos sostenidos por unos cimientos de ilusión y la confianza de algunas (pocas) personas.

Atrápalo en 2000

Me siento orgullosa de haber estado aquí entonces, cuando Atrápalo era un David alegre, desenfadado, atrevido, que no tenía miedo de la competencia de ningún Goliat. Nunca he visto a nadie tan convencido de que algo iría bien. Quizás tuvimos suerte, quizás estuvimos en el lugar apropiado en el momento apropiado, quizás fuimos unos genios y dimos en el clavo, quizás trabajamos más que nadie. Pero no tengo ninguna duda de que la culpable del éxito de Atrápalo fue la ilusión y cada día vengo a trabajar esperando que esa ilusión que todavía queda no me abandone nunca. Claro que la intensidad ha cambiado y que las motivaciones son distintas; pero algo he aprendido y es que hay que trabajar por lo que uno cree y no abandonarse a la rutina.

Es lo que deseo transmitir a toda la gente nueva que llega a Atrápalo y es lo que intento decirme cada día cuando atravieso la puerta de la oficina. Ahora me voy a tomar un café con mis amigos, que es una de las partes mejores de trabajar en esta empresa.